
OBITUARIO
Luis Almena: "Para Miguel Ángel Mateos, Zamora lo era todo"
El amigo y compañero de Miguel Ángel Mateos, Luis Almena, despide al historiador y político zamorano, recordando su figura y la imborrable huella que deja en Zamora.
El pasado martes, 4 de marzo, fallecía el político e historiador zamorano Miguel Ángel Mateos, dejando un vacío inmenso en el mundo intelectual, político y cultural de nuestra tierra. Miguel Ángel Mateos destacó en diferentes lugares de su siempre querida Zamora. Fue presidente del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, impulsor de la Fundación Rei Afonso Henriques, profesor y divulgador, con numerosas publicaciones sobre la historia de Zamora y su provincia.
En política, fue fundador y líder de la formación política Adeiza (Agrupación de Electores Independientes Zamoranos), con la que consiguió ser concejal en el Ayuntamiento de Zamora desde el 2003 hasta el 2015. Una intensa aventura, en la que estuvo acompañado por su amigo y fiel compañero Luis Almena, que hoy nos dedica su tiempo para recordar con palabras de homenaje a su persona.
-¿Qué fue Miguel Ángel Mateos para Zamora?
-Ha sido un referente, no solo a nivel cultural, sino como profesor, “formando ciudadanos en el María de Molina”, como a él le gustaba decir. Y a nivel político, una persona que amaba profundamente a Zamora y que hizo todo lo que estuvo en su mano para que fuera una ciudad mucho más vivible, y ahí se dejó el alma y la vida.
-¿Y qué fue Zamora para Miguel Ángel Mateos?
-Lo fue todo. Para Miguel Ángel, Zamora lo era todo, era sus raíces, su vida, todo.
-Junto a él, te embarcaste en la aventura de la política con Adeiza. ¿Qué recuerdas de aquella época?
-Tengo buenos recuerdos. Fuimos una serie de personas los que nos embarcamos en esta idea, que en aquel entonces era una idea peregrina, donde nadie creía en nosotros, y dimos el campanazo. Fue algo histórico. Dentro de lo que pudimos, lo hicimos lo mejor que supimos hacer. Tuvimos nuestros logros y también nuestros fracasos, como la vida, pero el recuerdo es bonito. Al final, lo que queda en el mundo de la política son las personas, da igual de la índole política que sea. Nosotros éramos un grupo muy heterogéneo, donde confluían muchas ideologías y nos llevábamos bien con todo el mundo. Donde teníamos que desarrollar nuestra lucha política, lo hacíamos, pero una vez que eso se acababa, quedaban las personas.
-¿Qué destacarías de los logros conseguidos junto a Miguel Ángel en vuestra etapa de concejales en el Ayuntamiento de Zamora?
-Multitud de cosas. Desde el cambio de Portillo de la Traición a Puerta de la Lealtad, infinidad de obras que se hicieron en toda la ciudad... Muchas veces, porque no éramos políticos profesionales, no supimos desarrollarlas.
-¿Cuál era la Zamora ideal para Miguel Ángel Mateos?
-Una Zamora vivible, una Zamora que se pudiera colocar en el mapa. Miguel Ángel veía cómo aquellos alumnos que él formaba como ciudadanos se tenían que ir de Zamora y con eso él se rasgaba las vestiduras. El anhelo era que esa gente si hubiera querido quedarse lo hubiera podido hacer, creando un tejido industrial. Crear una ciudad que el que se quisiera quedar pudiera hacerlo, que no es lo que ocurre.
-Más allá de la política, Miguel Ángel Mateos fue un referente cultural de Zamora. ¿Qué destacarías de su trabajo como historiador?
-Tenía un amplísimo conocimiento de la historia de la ciudad. Era brutal, desde los inicios de la ciudad, con sus estudios, pero, sobre todo, era un hombre que conservaba mucho estas vivencias personales que pasan de padres a hijos y abuelos, todo eso que se va perdiendo, pero que él conservaba y recordaba y así lo transmitía. Esas pequeñas cosas que, con el paso del tiempo, se pierden, pues él lo recordaba, y son tan zamoranas., como el mundo de la Semana Santa. Era un apasionado de su ciudad.
-¿Crees que Zamora lo reconocía como es debido?
-Zamora, desgraciadamente, trata muy mal a sus hijos. Donde no hay una estatua de Doña Urraca o de Arias Gonzalo, no se puede esperar gran cosa. Lo que sí es cierto es que Miguel Ángel no esperaba reconocimiento. El hacía las cosas por convicción y porque lo llevaba en el corazón y así hay que hacer las cosas. Hacer las cosas de corazón, para mejorar.
El pasado martes, 4 de marzo, fallecía el político e historiador zamorano Miguel Ángel Mateos, dejando un vacío inmenso en el mundo intelectual, político y cultural de nuestra tierra. Miguel Ángel Mateos destacó en diferentes lugares de su siempre querida Zamora. Fue presidente del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, impulsor de la Fundación Rei Afonso Henriques, profesor y divulgador, con numerosas publicaciones sobre la historia de Zamora y su provincia.
En política, fue fundador y líder de la formación política Adeiza (Agrupación de Electores Independientes Zamoranos), con la que consiguió ser concejal en el Ayuntamiento de Zamora desde el 2003 hasta el 2015. Una intensa aventura, en la que estuvo acompañado por su amigo y fiel compañero Luis Almena, que hoy nos dedica su tiempo para recordar con palabras de homenaje a su persona.
-¿Qué fue Miguel Ángel Mateos para Zamora?
-Ha sido un referente, no solo a nivel cultural, sino como profesor, “formando ciudadanos en el María de Molina”, como a él le gustaba decir. Y a nivel político, una persona que amaba profundamente a Zamora y que hizo todo lo que estuvo en su mano para que fuera una ciudad mucho más vivible, y ahí se dejó el alma y la vida.
-¿Y qué fue Zamora para Miguel Ángel Mateos?
-Lo fue todo. Para Miguel Ángel, Zamora lo era todo, era sus raíces, su vida, todo.
-Junto a él, te embarcaste en la aventura de la política con Adeiza. ¿Qué recuerdas de aquella época?
-Tengo buenos recuerdos. Fuimos una serie de personas los que nos embarcamos en esta idea, que en aquel entonces era una idea peregrina, donde nadie creía en nosotros, y dimos el campanazo. Fue algo histórico. Dentro de lo que pudimos, lo hicimos lo mejor que supimos hacer. Tuvimos nuestros logros y también nuestros fracasos, como la vida, pero el recuerdo es bonito. Al final, lo que queda en el mundo de la política son las personas, da igual de la índole política que sea. Nosotros éramos un grupo muy heterogéneo, donde confluían muchas ideologías y nos llevábamos bien con todo el mundo. Donde teníamos que desarrollar nuestra lucha política, lo hacíamos, pero una vez que eso se acababa, quedaban las personas.
-¿Qué destacarías de los logros conseguidos junto a Miguel Ángel en vuestra etapa de concejales en el Ayuntamiento de Zamora?
-Multitud de cosas. Desde el cambio de Portillo de la Traición a Puerta de la Lealtad, infinidad de obras que se hicieron en toda la ciudad... Muchas veces, porque no éramos políticos profesionales, no supimos desarrollarlas.
-¿Cuál era la Zamora ideal para Miguel Ángel Mateos?
-Una Zamora vivible, una Zamora que se pudiera colocar en el mapa. Miguel Ángel veía cómo aquellos alumnos que él formaba como ciudadanos se tenían que ir de Zamora y con eso él se rasgaba las vestiduras. El anhelo era que esa gente si hubiera querido quedarse lo hubiera podido hacer, creando un tejido industrial. Crear una ciudad que el que se quisiera quedar pudiera hacerlo, que no es lo que ocurre.
-Más allá de la política, Miguel Ángel Mateos fue un referente cultural de Zamora. ¿Qué destacarías de su trabajo como historiador?
-Tenía un amplísimo conocimiento de la historia de la ciudad. Era brutal, desde los inicios de la ciudad, con sus estudios, pero, sobre todo, era un hombre que conservaba mucho estas vivencias personales que pasan de padres a hijos y abuelos, todo eso que se va perdiendo, pero que él conservaba y recordaba y así lo transmitía. Esas pequeñas cosas que, con el paso del tiempo, se pierden, pues él lo recordaba, y son tan zamoranas., como el mundo de la Semana Santa. Era un apasionado de su ciudad.
-¿Crees que Zamora lo reconocía como es debido?
-Zamora, desgraciadamente, trata muy mal a sus hijos. Donde no hay una estatua de Doña Urraca o de Arias Gonzalo, no se puede esperar gran cosa. Lo que sí es cierto es que Miguel Ángel no esperaba reconocimiento. El hacía las cosas por convicción y porque lo llevaba en el corazón y así hay que hacer las cosas. Hacer las cosas de corazón, para mejorar.
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