NOTAS DEL PENSAMIENTO...
Siempre nos acompañó el morbo
José Antonio Ávila López
El morbo nos ha acompañado siempre, no es algo nuevo. En las ejecuciones públicas la gente acudía en masa a presenciar cómo el condenado expiraba, y con un poco de suerte, las señoras podían acercarse lo suficiente para impregnar sus pañuelos con la sangre del reo. ¡Ojo!... que la última ejecución pública en España se produjo en 1975. Aunque esto del morbo no es una cosa patria, ya que en Francia, la guillotina se dejó de utilizar el mismo año que estrenaron “La Guerra de las Galaxias”. En fin... Mucho ha cambiado el mundo desde entonces, pero poco las ganas de permanecer ajenos a la barbarie, a meternos en la mente del asesino como un juego : buscamos pistas, los rasgos de los sospechosos y las posibles huidas. Las películas y las series cada vez exploran de forma más realista estos rincones oscuros, y claro, todos queremos ser policías. Además, la tecnología ha facilitado mucho las cosas : el acoso y la saturación de contenido relacionado con crímenes reales ?o ficticios? sigue alimentando el morbo en una máquina que no cesa. Mientras tanto, los espectadores, cada vez más acostumbrados, sufrimos una pasividad emocional que pagaremos en un futuro cercano. Con las versiones mejoradas, llegó la interacción, y con unos cuantos movimientos de ratón o de dedo, hoy puedes denunciar, acusar, investigar e incluso buscar vida extraterrestre. Sin embargo, esto tampoco es nuevo. La policía siempre ha pedido «la colaboración ciudadana para...», aunque imagino que una cosa es pedirla porque están atascados y otra es que la gente, por su cuenta, crea que es Sherlock Holmes, Hercules Poirot o el comisario Montalbano. Este espectáculo de masas tiene consecuencias : un estudio de la Universidad de Nebraska demostró que este tipo de contenido aumenta el miedo y la sensación de inseguridad en el consumidor, incrementa los defensores de la pena de muerte y disminuye la confianza en el sistema judicial... No creo que haga falta una lista de crímenes cometidos en España, o por españoles, para percatarnos de que, igual que al resto del mundo civilizado, nos mueven los mismos impulsos.
El morbo nos ha acompañado siempre, no es algo nuevo. En las ejecuciones públicas la gente acudía en masa a presenciar cómo el condenado expiraba, y con un poco de suerte, las señoras podían acercarse lo suficiente para impregnar sus pañuelos con la sangre del reo. ¡Ojo!... que la última ejecución pública en España se produjo en 1975. Aunque esto del morbo no es una cosa patria, ya que en Francia, la guillotina se dejó de utilizar el mismo año que estrenaron “La Guerra de las Galaxias”. En fin... Mucho ha cambiado el mundo desde entonces, pero poco las ganas de permanecer ajenos a la barbarie, a meternos en la mente del asesino como un juego : buscamos pistas, los rasgos de los sospechosos y las posibles huidas. Las películas y las series cada vez exploran de forma más realista estos rincones oscuros, y claro, todos queremos ser policías. Además, la tecnología ha facilitado mucho las cosas : el acoso y la saturación de contenido relacionado con crímenes reales ?o ficticios? sigue alimentando el morbo en una máquina que no cesa. Mientras tanto, los espectadores, cada vez más acostumbrados, sufrimos una pasividad emocional que pagaremos en un futuro cercano. Con las versiones mejoradas, llegó la interacción, y con unos cuantos movimientos de ratón o de dedo, hoy puedes denunciar, acusar, investigar e incluso buscar vida extraterrestre. Sin embargo, esto tampoco es nuevo. La policía siempre ha pedido «la colaboración ciudadana para...», aunque imagino que una cosa es pedirla porque están atascados y otra es que la gente, por su cuenta, crea que es Sherlock Holmes, Hercules Poirot o el comisario Montalbano. Este espectáculo de masas tiene consecuencias : un estudio de la Universidad de Nebraska demostró que este tipo de contenido aumenta el miedo y la sensación de inseguridad en el consumidor, incrementa los defensores de la pena de muerte y disminuye la confianza en el sistema judicial... No creo que haga falta una lista de crímenes cometidos en España, o por españoles, para percatarnos de que, igual que al resto del mundo civilizado, nos mueven los mismos impulsos.




















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