Diego González Rivas: la fe de sus manos en la vida

Sofía Martin Aldea

Dos horas largas fue el tiempo que tarde en leer el libro “CURANDO EL MUNDO”, del prestigioso doctor D. Diego González Rivas. Confieso que eso sucede solamente cuando lo que te cuentan es una historia no solamente que
te atrapa, sino como en este caso, es real, cotidiana, y descrita con una gran sensibilidad, bastante ajeno al mundo en el que vivimos. Así es él.

Conocía la excelente trayectoria de este doctor y su lucha infatigable por curar, sanar y salvar vidas a toda costa. Por pensar, que la medicina, no es una profesión mercantilista, donde puedan intercambiarse precio y tratamiento, sino por ejercer la misma con un sentido de transcendencia humano, es decir, reducir el dolor ante la enfermedad y acompañar a la familia con todo su afecto.

En una carrera como la del Dr. González Rivas, que ha operado a más de 10.000 pacientes en 138 países, cuando tiene apenas 50 años, y su vida gira en torno a quirófanos de todos los países, y especialmente de aquellos que carecen de medios-, es frecuente sentirse como una hormiga al lado de un elefante. Pero no quiero detenerme solo en ello, sino pensar que como relata el mismo, mas allá de todas las dificultades, zancadillas, burocracia, y retos, ...hay que pensar en el camino para llegar al Itaca, que decía el griego Kavafis.

Ha sido capaz de desarrollar una cirugía mínimamente invasiva donde operar el cáncer de pulmón con una sola incisión de apenas 3 cm y, por si fuera poco lo ha desarrollado para llevarlo a otros países, con el fin de que puedan aprender de su técnica.

138 países es un record en medicina, pero más en la vida. Recientemente le otorgaron el premio de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Elche y otros reconocimientos. Frente a estos, él dice, que lo importante no son los premios, que realmente lo que engrandece su vida, es salvar la vida de otros, reducir su dolor frente a la enfermedad y que el protagonista siempre es el paciente. Jamás el ego del médico.

Gaza, Israel, Bután, Ucrania, Chernobil, Pakistán, Libia, el Congo…. Y así hasta casi 138….es una larga carrera de fondo que es real, aunque parezca sacado de una película de ficción. Es real porque la vida y la esencia de este doctor escasea, no porque no exista talento sino por “su modus operandi de concebir hoy en día su profesión” y llevarla a cabo, sin redimir ni un segundo su dignidad. Por empatizar y ponerse en el lugar del paciente, y hacerle sentir que “todo ira bien”, y que “volverá a recuperar su normalidad vital”. Por compartir
con sus seres queridos esos momentos de tensión e inquietud ante un quirófano y en definitiva, por saber que la vida para todos, pende de un finísimo hilo que puede romperse.

Talento, Valentía, tenacidad y mucha humanidad, son valores que atesora este brillante cirujano gallego.
Todos los reconocimientos, premios, y elogios son escasos para ensalzar la grandeza que tiene España, y su medicina con este gran doctor, que salva vidas con sus manos y esa gran empatía con el paciente.

Hay una canción interpretada por Elvis Presley, aunque el letrista fue Carroll Roberson que se titula “One pair of Hands”, y dice algo así;
“UN PAR DE MANOS formaron las montañas, un par de manos formaron el mar, un par de
manos hicieron el sol y la luna, cada ave, cada flor, cada arbol....
Estas manos son muy fuertes así que cuando la vida te vaya mal, pon tu fe en ese par de manos
Un par de manos curaron al enfermo, un par de manos resucitaron a los muertos, un par de manos calmaron la furiosa tormenta, y miles de personas fueron alimentadas…”

Pondremos las manos en ti y en tu libro, que tantas experiencias vitales relata y llegan al corazón.