NOTAS DEL PENSAMIENTO
Qué y quién quieren ser
José Antonio Ávila López
![[Img #97012]](https://eldiadezamora.es/upload/images/03_2025/4810_7036_9924_1363_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
Hace un tiempo me crucé con una reflexión que me resultó del todo interesante y a la que he vuelto en más de una ocasión : uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan los jóvenes de hoy en día es a la gran cantidad de oportunidades que se les presentan, y por lo tanto, a la gran cantidad de decisiones que deben tomar, la mayoría de ellas cuando todavía son muy pequeños. Un ejemplo: si hace algo más de un siglo nacías en una familia de herreros tu destino era ser herrero, y es que salvo excepción, no había mayor posibilidad que esa... Esa conformidad proporcionaba una tranquilidad de la que no eran siquiera conscientes, pues a pesar de lo injusto, les acababa librando de la enorme responsabilidad que supone escoger quiénes querían ser. Para bien o para mal, muchas de las variables que conformaban sus vidas les venían dadas desde la cuna, en cambio, hoy en día hay tantas posibilidades respecto a casi todo que hacen que construir la identidad propia sea una tarea extremadamente complicada. Las últimas generaciones no sólo han podido escoger su profesión, sino también dónde quieren vivir, cómo quieren hacerlo, con quién... Por supuesto, no quiero decir que esto sea algo negativo, pero sí hace que el contexto sea muy distinto al de generaciones pasadas. Esa preocupación constante hace que acaben abordando de la misma forma las cosas importantes y las que no lo son y que, además, tengan miedo a renunciar, a perderse algo como consecuencia de sus elecciones. Me doy cuenta entonces de que estas últimas generaciones andan siempre inquietas, preocupadas, tratando de agarrar las riendas de la vida, en constante cambio, en constante crisis de identidad, en busca de un nuevo trabajo, del progreso, de un giro más, de un nuevo lugar, de una nueva persona, de un futuro que llega demasiado rápido... Y, a pesar de todos esos esfuerzos, tengo la sensación de que sólo son niños cansados con gabardina deseando volver de vez en cuando a casa de los padres para no tener que pensar también qué cenar aquel día.
Hace un tiempo me crucé con una reflexión que me resultó del todo interesante y a la que he vuelto en más de una ocasión : uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan los jóvenes de hoy en día es a la gran cantidad de oportunidades que se les presentan, y por lo tanto, a la gran cantidad de decisiones que deben tomar, la mayoría de ellas cuando todavía son muy pequeños. Un ejemplo: si hace algo más de un siglo nacías en una familia de herreros tu destino era ser herrero, y es que salvo excepción, no había mayor posibilidad que esa... Esa conformidad proporcionaba una tranquilidad de la que no eran siquiera conscientes, pues a pesar de lo injusto, les acababa librando de la enorme responsabilidad que supone escoger quiénes querían ser. Para bien o para mal, muchas de las variables que conformaban sus vidas les venían dadas desde la cuna, en cambio, hoy en día hay tantas posibilidades respecto a casi todo que hacen que construir la identidad propia sea una tarea extremadamente complicada. Las últimas generaciones no sólo han podido escoger su profesión, sino también dónde quieren vivir, cómo quieren hacerlo, con quién... Por supuesto, no quiero decir que esto sea algo negativo, pero sí hace que el contexto sea muy distinto al de generaciones pasadas. Esa preocupación constante hace que acaben abordando de la misma forma las cosas importantes y las que no lo son y que, además, tengan miedo a renunciar, a perderse algo como consecuencia de sus elecciones. Me doy cuenta entonces de que estas últimas generaciones andan siempre inquietas, preocupadas, tratando de agarrar las riendas de la vida, en constante cambio, en constante crisis de identidad, en busca de un nuevo trabajo, del progreso, de un giro más, de un nuevo lugar, de una nueva persona, de un futuro que llega demasiado rápido... Y, a pesar de todos esos esfuerzos, tengo la sensación de que sólo son niños cansados con gabardina deseando volver de vez en cuando a casa de los padres para no tener que pensar también qué cenar aquel día.
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