El Puente de Piedra luce espectacular, pero llegar hasta él no es fácil

Después de meses de retraso, por fin el Puente de Piedra de Zamora luce en todo su esplendor. La esperada intervención ha dado como resultado una estructura remozada, con un pavimento completamente renovado y la sustitución de la barandilla por un pretil más acorde con la estética del viaducto. A simple vista, el resultado es impresionante, devolviendo a uno de los símbolos de la ciudad el aspecto que merecía.Sin embargo, si bien el puente ha quedado impecable, el problema no está en él, sino en sus accesos. Para llegar a esta joya restaurada, los peatones se enfrentan a serias dificultades que ponen en entredicho la verdadera utilidad de la obra.

En la margen izquierda del Duero, la avenida del Mengue y la avenida de Vigo presentan aceras estrechas, condicionadas por la elevación del terreno. Hasta cierto punto, esto es comprensible. Lo que no lo es tanto es la lamentable situación en la calle El Puente, donde las aceras desaparecen prácticamente antes de llegar al viaducto. Para agravar el problema, al final de esta calle nos encontramos con un solar en un estado de total abandono, que afea el entorno y acentúa la sensación de dejadez en la zona. ¿No sería lógico acondicionarlo para minimizar su impacto visual y mejorar el acceso?

Además, en la avenida del Mengue nos encontramos con unas escaleras de piedra que, lejos de facilitar el acceso, se han convertido en un peligro evidente. Su mal estado y la falta de una simple barandilla para agarrarse han provocado ya más de una caída. Resulta incomprensible que un punto tan transitado siga sin una solución tan sencilla como esta.Pero si la situación en esta zona es mala, lo que ocurre en la margen izquierda del Duero es sencillamente inaceptable. La avenida del Nazareno y, en peor estado aún, la calle Entrepuentes, cuentan con aceras completamente intransitables. Baldosas rotas, desniveles y un deterioro generalizado convierten el paseo en una experiencia de riesgo para los viandantes.

Resulta incomprensible que una obra de tal envergadura haya obviado la necesidad de mejorar los accesos al puente. No basta con que el viaducto sea un ejemplo de restauración si llegar a él sigue siendo incómoda y peligrosa. La inversión en el Puente de Piedra ha sido acertada, pero deja un regusto amargo al comprobar que el entorno sigue presentando deficiencias graves. Si queremos una ciudad verdaderamente accesible y atractiva, no basta con embellecer monumentos, es imprescindible garantizar que los ciudadanos puedan disfrutarlos sin obstáculos ni riesgos.

Manuel Herrero Alonso