COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Causas y razones, propias y ajenas, del estado de Zamora
Eugenio-Jesús de Ávila
En el año 1965 Zamora capital contaba con 50.000 ciudadanos. Así aparecía en el libro de Geografía Nacional de SM. Casi 60 años después, nuestra ciudad solo tiene 9.000 habitantes más. La provincia tenía 250.000; a finales de 2022, baja de los 170.000, con una media de edad superior a los 60. ¿Qué sucedió para esta catástrofe demográfica? Decisiones políticas: felonía de los políticos zamoranos que ocuparon cargos en Valladolid, Junta o Cortes de Castilla y León, y en Madrid, diputados y senadores; expolio estatal de los gobiernos del felipismo, primero; apuesta de la Junta por el eje Valladolid-Burgos, y conformismo pusilánime de los zamoranos, enfermos de apatía antropológica.
Desde que el franquismo mutó en demócrata y la izquierda, en posibilismo, y los españoles, sin haberla leído, aprobaron la Constitución, en diciembre de 1978, Zamora se fue diluyendo como provincia, hecho que afectaría después a la capital. La desestatalización, iniciada por el felipismo; el cierre de las dos grandes fábricas, Reglero y San Jerónimo, instaladas en la capital; el adiós de grandes emporios comerciales como García Casado, Roncero, Bazar Jota, El candado; más la desaparición de la Prisión Provincial, finiquito de líneas férreas, Regimiento Toledo, rumbo a Salamanca; fin de la Universidad Laboral, más la silente reconversión agropecuaria, carreteras tercermundistas, vías nacionales obsoletas, como la que todavía atraviesa el Puente de la Estrella, o la N-122 entre Zamora y la frontera lusa, la transformación, ejecutada demasiado tarde, cuando casi ya no había remedio, en autovías de las carreteras entre la capital y Benavente y la capital y Tordesillas, y las políticas de Iberduero y después Iberdrola de cerrar sus oficinas en Zamora y jugar con sus embalses en la provincia, han condenado a nuestra tierra a la inactividad económica y al desierto demográfico.
La falta de mentalidad empresarial en una provincia en que los jóvenes quieren ser funcionarios, la marcha de los pueblos de hombres y mujeres universitarios a los grandes centros urbanos e industriales, falta de infraestructuras de Internet en el medio rural; la asunción de que Zamora no puede crecer, ni mejorar, ni aumentar población, más, reitero, la indiferencia social y política de los zamoranos, han contribuido a la conversión de esta provincia en un enorme centro de residencias para mayores. La materia prima de Zamora se encuentra en la gente de la tercera edad. Pero como todo muere y no hay renovación demográfica, llegará un momento en que se acabará la materia prima que todavía enriquece a unos cuantos, entre ellos, políticos.
Zamora se halla en un verdadero peligro económico y demográfico. No me gusta la hipérbole. Pero los datos son demoledores. Ni los dos grandes partidos nacionales, que siempre nos obviaron, porque apenas representamos nada en la nación española, y el fracaso absoluto de las formaciones zamoranas nos condujeron a este estado económico y demográfico irreversible, en análisis de un catedrático de la USAL, realizado hace unas cuantas décadas.
Los zamoranos que todavía no se han enterado de las razones que nos condujeron a tanta inanidad, deberían aprender e ilustrarse y nunca olvidar por qué su ciudad, su provincia y su pueblo se precipitan al barranco de la nada.
Para desgracia de la Zamora de la tercera década de esta centurias, ni existen poetas, ni gentes rebeldes ni viriatos con arietes, solo un pueblo acostumbrado a obedecer, callar y pasar.
Eugenio-Jesús de Ávila
En el año 1965 Zamora capital contaba con 50.000 ciudadanos. Así aparecía en el libro de Geografía Nacional de SM. Casi 60 años después, nuestra ciudad solo tiene 9.000 habitantes más. La provincia tenía 250.000; a finales de 2022, baja de los 170.000, con una media de edad superior a los 60. ¿Qué sucedió para esta catástrofe demográfica? Decisiones políticas: felonía de los políticos zamoranos que ocuparon cargos en Valladolid, Junta o Cortes de Castilla y León, y en Madrid, diputados y senadores; expolio estatal de los gobiernos del felipismo, primero; apuesta de la Junta por el eje Valladolid-Burgos, y conformismo pusilánime de los zamoranos, enfermos de apatía antropológica.
Desde que el franquismo mutó en demócrata y la izquierda, en posibilismo, y los españoles, sin haberla leído, aprobaron la Constitución, en diciembre de 1978, Zamora se fue diluyendo como provincia, hecho que afectaría después a la capital. La desestatalización, iniciada por el felipismo; el cierre de las dos grandes fábricas, Reglero y San Jerónimo, instaladas en la capital; el adiós de grandes emporios comerciales como García Casado, Roncero, Bazar Jota, El candado; más la desaparición de la Prisión Provincial, finiquito de líneas férreas, Regimiento Toledo, rumbo a Salamanca; fin de la Universidad Laboral, más la silente reconversión agropecuaria, carreteras tercermundistas, vías nacionales obsoletas, como la que todavía atraviesa el Puente de la Estrella, o la N-122 entre Zamora y la frontera lusa, la transformación, ejecutada demasiado tarde, cuando casi ya no había remedio, en autovías de las carreteras entre la capital y Benavente y la capital y Tordesillas, y las políticas de Iberduero y después Iberdrola de cerrar sus oficinas en Zamora y jugar con sus embalses en la provincia, han condenado a nuestra tierra a la inactividad económica y al desierto demográfico.
La falta de mentalidad empresarial en una provincia en que los jóvenes quieren ser funcionarios, la marcha de los pueblos de hombres y mujeres universitarios a los grandes centros urbanos e industriales, falta de infraestructuras de Internet en el medio rural; la asunción de que Zamora no puede crecer, ni mejorar, ni aumentar población, más, reitero, la indiferencia social y política de los zamoranos, han contribuido a la conversión de esta provincia en un enorme centro de residencias para mayores. La materia prima de Zamora se encuentra en la gente de la tercera edad. Pero como todo muere y no hay renovación demográfica, llegará un momento en que se acabará la materia prima que todavía enriquece a unos cuantos, entre ellos, políticos.
Zamora se halla en un verdadero peligro económico y demográfico. No me gusta la hipérbole. Pero los datos son demoledores. Ni los dos grandes partidos nacionales, que siempre nos obviaron, porque apenas representamos nada en la nación española, y el fracaso absoluto de las formaciones zamoranas nos condujeron a este estado económico y demográfico irreversible, en análisis de un catedrático de la USAL, realizado hace unas cuantas décadas.
Los zamoranos que todavía no se han enterado de las razones que nos condujeron a tanta inanidad, deberían aprender e ilustrarse y nunca olvidar por qué su ciudad, su provincia y su pueblo se precipitan al barranco de la nada.
Para desgracia de la Zamora de la tercera década de esta centurias, ni existen poetas, ni gentes rebeldes ni viriatos con arietes, solo un pueblo acostumbrado a obedecer, callar y pasar.




















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