
NUESTRA HISTORIA
La Charambita de Valorio
Leyendo la prensa histórica, como tengo por costumbre, en un periódico de fecha 4 de abril de 1899, me encuentro con una nota en la que dice textualmente: “El domingo por la tarde se inauguró en el hermoso bosque de Valorio, los bailes campestres de la temporada de verano. El bosque se ha visto concurridísimo en los dos días de Pascua.”
Esa escueta noticia de finales del siglo XIX me permite deducir que la Semana Santa de aquel año de 1899 se celebró entre el 25 de marzo y el 2 de abril, por lo que los dos días de Pascua serían Domingo de Resurrección y Lunes de Pascua.
En mi libro VALORIO “Memorias de un Pino Centenario”, dedicaba yo un capítulo a “La Charambita”: La costumbre de celebrar bailes al aire libre estuvo muy arraigada en Valorio. El lugar conocidos por LOS BAILES se encuentra actualmente ocupado por terrazas con mesas y sillas de los merenderos que, tradicionalmente, se hallan allí instalados.
Los recuerdos de mi niñez traen a mi memoria los sones de aquella “charambita” que amenizaba los bailes de los días festivos en este bosque tan entrañable para los zamoranos. Todo era solaz y esparcimiento en aquellos días en que las gentes se divertían y bailaban sin descanso. Unas veces eran fiestas familiares y otras acontecimientos públicos en los que las CHARAMBITAS hacían las delicias de la concurrencia.
Destacaba yo en el capítulo de VALORIO una espléndida merienda con la que el Ayuntamiento agasajó a los licenciados de África en el año mil novecientos veintisiete. Fue servida por el Café París a un número de doscientos sesenta y seis comensales. El banquete le costó al Ayuntamiento mil sesenta y cuatro pesetas.
Infinidad de celebraciones fueron amenizadas por aquellos músicos de las “Charambitas” instaladas sobre unos tablados a la sombra de los negrillos. El público hacía corro a su alrededor y disfrutaba danzando al son de las tonadas más al uso de cada época.
Hace unos cien años, aproximadamente, tocaba en la “Charambita” el señor Melquiades, padre del que luego le sucedió, el popular Bonifacio Arévalo que hacía oír sus melodías con la dulzaina. Rivalizaban en tocar en el bosque de Valorio dos “Charambitas”. Una era la integrada por Bonifacio Arévalo y dos de sus hijos que habían aprendido a tocar los instrumentos de percusión desde muy temprana edad, y la otra “Charambita” la formaba el señor José “El Portugués” y sus hijos que se esforzaban por atraer a la gente a su corro incorporando a la música números exóticos para mantener la curiosidad del público con serpientes que dejaban enroscar a su cuerpo.
Hace años que ya no se oye la dulzaina en Valorio para amenizar los típicos bailes; únicamente podemos escuchar el sonido del tradicional instrumento cuando pasa la Virgen de la Concha en procesión por el bosque de Valorio el Lunes de Pentecostés cada año.
Balbino Lozano
Leyendo la prensa histórica, como tengo por costumbre, en un periódico de fecha 4 de abril de 1899, me encuentro con una nota en la que dice textualmente: “El domingo por la tarde se inauguró en el hermoso bosque de Valorio, los bailes campestres de la temporada de verano. El bosque se ha visto concurridísimo en los dos días de Pascua.”
Esa escueta noticia de finales del siglo XIX me permite deducir que la Semana Santa de aquel año de 1899 se celebró entre el 25 de marzo y el 2 de abril, por lo que los dos días de Pascua serían Domingo de Resurrección y Lunes de Pascua.
En mi libro VALORIO “Memorias de un Pino Centenario”, dedicaba yo un capítulo a “La Charambita”: La costumbre de celebrar bailes al aire libre estuvo muy arraigada en Valorio. El lugar conocidos por LOS BAILES se encuentra actualmente ocupado por terrazas con mesas y sillas de los merenderos que, tradicionalmente, se hallan allí instalados.
Los recuerdos de mi niñez traen a mi memoria los sones de aquella “charambita” que amenizaba los bailes de los días festivos en este bosque tan entrañable para los zamoranos. Todo era solaz y esparcimiento en aquellos días en que las gentes se divertían y bailaban sin descanso. Unas veces eran fiestas familiares y otras acontecimientos públicos en los que las CHARAMBITAS hacían las delicias de la concurrencia.
Destacaba yo en el capítulo de VALORIO una espléndida merienda con la que el Ayuntamiento agasajó a los licenciados de África en el año mil novecientos veintisiete. Fue servida por el Café París a un número de doscientos sesenta y seis comensales. El banquete le costó al Ayuntamiento mil sesenta y cuatro pesetas.
Infinidad de celebraciones fueron amenizadas por aquellos músicos de las “Charambitas” instaladas sobre unos tablados a la sombra de los negrillos. El público hacía corro a su alrededor y disfrutaba danzando al son de las tonadas más al uso de cada época.
Hace unos cien años, aproximadamente, tocaba en la “Charambita” el señor Melquiades, padre del que luego le sucedió, el popular Bonifacio Arévalo que hacía oír sus melodías con la dulzaina. Rivalizaban en tocar en el bosque de Valorio dos “Charambitas”. Una era la integrada por Bonifacio Arévalo y dos de sus hijos que habían aprendido a tocar los instrumentos de percusión desde muy temprana edad, y la otra “Charambita” la formaba el señor José “El Portugués” y sus hijos que se esforzaban por atraer a la gente a su corro incorporando a la música números exóticos para mantener la curiosidad del público con serpientes que dejaban enroscar a su cuerpo.
Hace años que ya no se oye la dulzaina en Valorio para amenizar los típicos bailes; únicamente podemos escuchar el sonido del tradicional instrumento cuando pasa la Virgen de la Concha en procesión por el bosque de Valorio el Lunes de Pentecostés cada año.
Balbino Lozano
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