DENUNCIA
El Puente Garrote, un año cerrado y el Ayuntamiento sin actuar
La reparación del puente medieval ya ha finalizado, pero otra pasarela clave sigue en el olvido.
Tras meses de retraso, el puente medieval ha reabierto al público. La actuación ha sido acertada en su objetivo de renovar el tablero y asegurar la estabilidad de la estructura, aunque podría haber sido más ambiciosa. Se ha priorizado la parte más visible del viaducto, dejando en un segundo plano elementos clave como los arcos y pilastras, que también presentan un notable deterioro. Con una intervención más completa, se habría garantizado su conservación a largo plazo, pero parece que el Ayuntamiento prefiere actuaciones superficiales antes que soluciones definitivas.
Mientras tanto, a poca distancia de allí, el puente de Garrote sigue cerrado. Y no porque esté en obras, sino porque nadie ha hecho nada por repararlo. Su deterioro no fue repentino. Durante meses sufrió un hundimiento progresivo en una de sus pilastras, la que se asienta en el barrio de Cabañales. La falta de intervención hizo que el daño se agravara hasta comprometer toda la estructura, lo que obligó a su cierre en febrero… pero del año pasado. Más de un año después, sigue vallado y sin perspectivas de arreglo.
Este puente, que debe su nombre a la antigua industria avícola de la zona, es una vía clave para conectar Cabañales con el camino de Gijón y el puente de los Poetas. Se trata de un paso habitual para muchos zamoranos, tanto conductores como peatones, que lo usan a diario. Sin embargo, la situación se ha agravado aún más en las últimas semanas. Con la instalación temporal de los caballitos en el Campo de la Verdad, la afluencia de público ha aumentado notablemente, y cada vez son más los ciudadanos que se encuentran con una desagradable sorpresa al llegar a la pasarela: sigue cerrada.
Las opciones no son muchas. O se da un rodeo considerable, perdiendo tiempo y generando molestias, o se opta por lo que algunos ya hacen: saltar las vallas y cruzar el puente pese al peligro. Un riesgo que no debería existir si el Ayuntamiento hubiese actuado a tiempo. Pero la pasividad municipal ha convertido un problema que podría haberse solucionado con una intervención temprana en una amenaza real de colapso. Más de un año después, el puente de Garrote sigue esperando una reparación. Y los ciudadanos siguen esperando que el Ayuntamiento haga su trabajo.

Tras meses de retraso, el puente medieval ha reabierto al público. La actuación ha sido acertada en su objetivo de renovar el tablero y asegurar la estabilidad de la estructura, aunque podría haber sido más ambiciosa. Se ha priorizado la parte más visible del viaducto, dejando en un segundo plano elementos clave como los arcos y pilastras, que también presentan un notable deterioro. Con una intervención más completa, se habría garantizado su conservación a largo plazo, pero parece que el Ayuntamiento prefiere actuaciones superficiales antes que soluciones definitivas.
Mientras tanto, a poca distancia de allí, el puente de Garrote sigue cerrado. Y no porque esté en obras, sino porque nadie ha hecho nada por repararlo. Su deterioro no fue repentino. Durante meses sufrió un hundimiento progresivo en una de sus pilastras, la que se asienta en el barrio de Cabañales. La falta de intervención hizo que el daño se agravara hasta comprometer toda la estructura, lo que obligó a su cierre en febrero… pero del año pasado. Más de un año después, sigue vallado y sin perspectivas de arreglo.
Este puente, que debe su nombre a la antigua industria avícola de la zona, es una vía clave para conectar Cabañales con el camino de Gijón y el puente de los Poetas. Se trata de un paso habitual para muchos zamoranos, tanto conductores como peatones, que lo usan a diario. Sin embargo, la situación se ha agravado aún más en las últimas semanas. Con la instalación temporal de los caballitos en el Campo de la Verdad, la afluencia de público ha aumentado notablemente, y cada vez son más los ciudadanos que se encuentran con una desagradable sorpresa al llegar a la pasarela: sigue cerrada.
Las opciones no son muchas. O se da un rodeo considerable, perdiendo tiempo y generando molestias, o se opta por lo que algunos ya hacen: saltar las vallas y cruzar el puente pese al peligro. Un riesgo que no debería existir si el Ayuntamiento hubiese actuado a tiempo. Pero la pasividad municipal ha convertido un problema que podría haberse solucionado con una intervención temprana en una amenaza real de colapso. Más de un año después, el puente de Garrote sigue esperando una reparación. Y los ciudadanos siguen esperando que el Ayuntamiento haga su trabajo.



















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