LA ENTREVISTA
Historia de Zamora en el arte del afilado
José Manuel Pérez es el dueño de uno de los pocos comercios tradicionales de afilado que quedan en nuestra ciudad
Cuchillería Vaciado y Afilado J. M. Pérez se sitúa en la calle Quebrantahuesos, justo al lado de la conocida plaza del Fresco de Zamora. Un pequeño y antiguo comercio, que abrió sus puertas en el año 1932 y que continúa a día de hoy con ese mismo aire de tradición y buen hacer con el que nació. Al mando de la cuchillería, José Manuel Pérez Delgado, que tomó el relevo a su padre y a su abuelo, con los que aprendió el oficio de afilador, y en la que está presente desde el año 1975. En un primer momento, José Manuel acompañaba a su padre, que fue su profesor, y a su abuelo. “Un buen profesor y exigente”, reconoce. Tras años de aprendizaje y entrega, se quedó solo al frente de la cuchillería en el 2000. Entre tijeras, cuchillos piedras para afilar, y diferentes herramientas, nos atiende para contarnos un poco más de los entresijos de su negocio y de la importancia que tiene que estas pequeñas joyas de nuestra ciudad no mueran.
-En Zamora, quedan muy pocos negocios de este tipo, ¿cómo funciona el suyo?
-De momento funciona bien. Es de lo poco que va quedando en negocios para afilar y, realmente, afilar las cosas es algo que se necesita, tanto tijeras o cuchillos para el uso de casa, como para restauración, supermercados, mercados…
-Más allá de lo económico, que funciona, ¿qué significa está tienda para usted?
-Está tienda la heredé de mi abuelo y de mi padre. La ves envejecer conmigo y lo que más rabia te da es que nadie se pueda quedar aquí, no tener ningún sobrino o alguien que siga con el negocio. Además, esto es un oficio que hay que aprender bien, para luego poder llevar la tienda.
-¿Qué tipo de clientela se acerca a su tienda?, ¿más supermercados y restauración o clientes particulares?
-Hay de ambos, más o menos, aunque el volumen de tiendas no es tan grande, sí lo es la cantidad de cuchillos y tijeras que te vienen a afilar. Sin embargo, un particular te trae uno, dos o hasta cinco cuchillos, pero, por ejemplo, hace unos días, un restaurante me trajo 200 cuchillos de mesa.
-¿Y visitantes o clientes de fuera de la provincia?
-Alguno sí viene. Yo, por suerte, tengo muchos clientes de fuera, de Madrid, del País Vasco, de Cataluña. Cuando vienen a los pueblos, se traen la herramienta, la afilan y la llevan.
-¿Diría que afilar los cuchillos es una tradición que se está perdiendo con las nuevas generaciones?
-Alguno siempre viene, porque no cabe duda que algún matrimonio joven viene a afilar sus herramientas. Pero, en general, con las generaciones de hoy en día, esta tradición más que enriquecerse se va perdiendo. Todo lo compran en Internet y, si un cuchillo ya no corta, lo tiran y compran otro.
Cuchillos malos veo muchísimos, que imagino compran por Internet, porque en un establecimiento que se dedique a esto no creo que vayan a vender ese tipo de cuchillos. Al cliente lo engañas una vez, no dos. Aquí los cuchillos son de calidad y la propia casa va a responder de ellos.
-¿Qué beneficios aporta este tipo de negocios a la ciudad?
-Simplemente, con tener un negocio que casi tiene cien años... Es historia. Es algo que se debería conservar, igual que se conserva otro tipo de monumento. Esto se va cerrando y vamos quedando muy pocos.
-¿Qué tendría que pasar en Zamora para que estos negocios no mueran?
-Qué las instituciones dieran más ayudas, imagino.
-¿Reclamaría algún tipo de ayuda concreta a las administraciones para ayudar a estos negocios?
-Impuestos que no nos aprieten tanto las tuercas, que tengan en cuenta la tradición y, dependiendo del negocio, dar ayudas para que esto siga para adelante. También a nivel de la educación, que fomenten más los oficios, tanto el mío como otros. Un oficio siempre hace falta.
-¿Tendrá continuidad cuando se jubile?
-Creo que no. Yo tengo dos hijas, pero no van a seguir. Es un negocio en el que hay que manejar las piedras y es importante el aprendizaje. Yo, cuando aprendí con mi abuelo, estropeé muchas tijeras y cuchillos, pero es así.
-¿Le gustaría que la tienda siguiera?
-Me encantaría. El negocio funciona. Si te pones y lo haces bien, sigue para adelante. La publicidad que tengo es el trabajo bien hecho, el boca a boca.
Cuchillería Vaciado y Afilado J. M. Pérez se sitúa en la calle Quebrantahuesos, justo al lado de la conocida plaza del Fresco de Zamora. Un pequeño y antiguo comercio, que abrió sus puertas en el año 1932 y que continúa a día de hoy con ese mismo aire de tradición y buen hacer con el que nació. Al mando de la cuchillería, José Manuel Pérez Delgado, que tomó el relevo a su padre y a su abuelo, con los que aprendió el oficio de afilador, y en la que está presente desde el año 1975. En un primer momento, José Manuel acompañaba a su padre, que fue su profesor, y a su abuelo. “Un buen profesor y exigente”, reconoce. Tras años de aprendizaje y entrega, se quedó solo al frente de la cuchillería en el 2000. Entre tijeras, cuchillos piedras para afilar, y diferentes herramientas, nos atiende para contarnos un poco más de los entresijos de su negocio y de la importancia que tiene que estas pequeñas joyas de nuestra ciudad no mueran.
-En Zamora, quedan muy pocos negocios de este tipo, ¿cómo funciona el suyo?
-De momento funciona bien. Es de lo poco que va quedando en negocios para afilar y, realmente, afilar las cosas es algo que se necesita, tanto tijeras o cuchillos para el uso de casa, como para restauración, supermercados, mercados…
-Más allá de lo económico, que funciona, ¿qué significa está tienda para usted?
-Está tienda la heredé de mi abuelo y de mi padre. La ves envejecer conmigo y lo que más rabia te da es que nadie se pueda quedar aquí, no tener ningún sobrino o alguien que siga con el negocio. Además, esto es un oficio que hay que aprender bien, para luego poder llevar la tienda.
-¿Qué tipo de clientela se acerca a su tienda?, ¿más supermercados y restauración o clientes particulares?
-Hay de ambos, más o menos, aunque el volumen de tiendas no es tan grande, sí lo es la cantidad de cuchillos y tijeras que te vienen a afilar. Sin embargo, un particular te trae uno, dos o hasta cinco cuchillos, pero, por ejemplo, hace unos días, un restaurante me trajo 200 cuchillos de mesa.
-¿Y visitantes o clientes de fuera de la provincia?
-Alguno sí viene. Yo, por suerte, tengo muchos clientes de fuera, de Madrid, del País Vasco, de Cataluña. Cuando vienen a los pueblos, se traen la herramienta, la afilan y la llevan.
-¿Diría que afilar los cuchillos es una tradición que se está perdiendo con las nuevas generaciones?
-Alguno siempre viene, porque no cabe duda que algún matrimonio joven viene a afilar sus herramientas. Pero, en general, con las generaciones de hoy en día, esta tradición más que enriquecerse se va perdiendo. Todo lo compran en Internet y, si un cuchillo ya no corta, lo tiran y compran otro.
Cuchillos malos veo muchísimos, que imagino compran por Internet, porque en un establecimiento que se dedique a esto no creo que vayan a vender ese tipo de cuchillos. Al cliente lo engañas una vez, no dos. Aquí los cuchillos son de calidad y la propia casa va a responder de ellos.
-¿Qué beneficios aporta este tipo de negocios a la ciudad?
-Simplemente, con tener un negocio que casi tiene cien años... Es historia. Es algo que se debería conservar, igual que se conserva otro tipo de monumento. Esto se va cerrando y vamos quedando muy pocos.
-¿Qué tendría que pasar en Zamora para que estos negocios no mueran?
-Qué las instituciones dieran más ayudas, imagino.
-¿Reclamaría algún tipo de ayuda concreta a las administraciones para ayudar a estos negocios?
-Impuestos que no nos aprieten tanto las tuercas, que tengan en cuenta la tradición y, dependiendo del negocio, dar ayudas para que esto siga para adelante. También a nivel de la educación, que fomenten más los oficios, tanto el mío como otros. Un oficio siempre hace falta.
-¿Tendrá continuidad cuando se jubile?
-Creo que no. Yo tengo dos hijas, pero no van a seguir. Es un negocio en el que hay que manejar las piedras y es importante el aprendizaje. Yo, cuando aprendí con mi abuelo, estropeé muchas tijeras y cuchillos, pero es así.
-¿Le gustaría que la tienda siguiera?
-Me encantaría. El negocio funciona. Si te pones y lo haces bien, sigue para adelante. La publicidad que tengo es el trabajo bien hecho, el boca a boca.




















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