IDA Y VUELTA
Reconciliándome con Zamora
Laura Fernández Salvador
Yo soy de esas personas que se marcharon de Zamora con muchas ganas de hacerlo. Nunca imaginé, en su momento, de hecho, regresar. Pero aquí estoy de vuelta, viviendo en mi ciudad y disfrutando de las bondades de las que no siempre fui consciente.
Tomás Sánchez Santiago me recordó que muchos nos marchamos hartos de encontrarnos con la gente en Santa Clara. Algo así me pasó a mí. Vivir en una ciudad donde nadie te conoce te da cierto aire de libertad, que ansías sobre todo a una edad. Además, creo que está bien descubrir mundo, conocer otros sitios, comparar, ver lo bueno y lo malo que te puede ofrecer otro destino y, sobre todo, disfrutar de lo diferente. Abrir la mente, se puede decir.
Hay que recorrer mundo para descubrir no solo lo de fuera, sino también lo de dentro, aunque, en esa parte, por alguna extraña razón, nos paramos menos. Damos por sentado que de Zamora lo conocemos todo, que es una ciudad pequeña y fácil, donde todo el mundo se conoce, y donde todo lo que tienes que hacer está hecho.
Detesto la idea de que Zamora es solo Semana Santa, sobre todo porque no es verdad.
Pero es curioso cómo se nos llena la boca y nos hinchamos como pavos hablando de nuestra tierra en otros lares, pero aquí es otra cosa, cuando nos juntamos los de Zamora, sacamos la lengua a pasear y la criticamos sin piedad. Cuántas veces habré escuchado que Zamora está muerta. Y cuántas veces lo habré pronunciado yo misma. Sin embargo, esas palabras ahora me despiertan cierta molestia. Yo vivo aquí, y muerta no estoy.
Cómo nos faltamos al respeto nosotros mismos con estas afirmaciones. Yo veo a Zamora diferente de como la veía. Y la ciudad ha cambiado en estos años, claro está, pero sobre todo la que ha cambiado he sido yo.
Zamora es una joya, sin muchos negocios, sin variedad en oferta de ocio, sin grandes calles, y sin mucha gente. ¿Pero qué tiene de negativo ser una ciudad pequeña? ¿Por qué nos acompleja?
De todo esto la única pega que saco es que seguramente nuestros hijos se tendrán que ir a estudiar o trabajar fuera, eso es lo único malo. Aunque algunos igual lo están deseando, te lo digo yo. Y otros, capaz que hasta regresan.
Yo soy de esas personas que se marcharon de Zamora con muchas ganas de hacerlo. Nunca imaginé, en su momento, de hecho, regresar. Pero aquí estoy de vuelta, viviendo en mi ciudad y disfrutando de las bondades de las que no siempre fui consciente.
Tomás Sánchez Santiago me recordó que muchos nos marchamos hartos de encontrarnos con la gente en Santa Clara. Algo así me pasó a mí. Vivir en una ciudad donde nadie te conoce te da cierto aire de libertad, que ansías sobre todo a una edad. Además, creo que está bien descubrir mundo, conocer otros sitios, comparar, ver lo bueno y lo malo que te puede ofrecer otro destino y, sobre todo, disfrutar de lo diferente. Abrir la mente, se puede decir.
Hay que recorrer mundo para descubrir no solo lo de fuera, sino también lo de dentro, aunque, en esa parte, por alguna extraña razón, nos paramos menos. Damos por sentado que de Zamora lo conocemos todo, que es una ciudad pequeña y fácil, donde todo el mundo se conoce, y donde todo lo que tienes que hacer está hecho.
Detesto la idea de que Zamora es solo Semana Santa, sobre todo porque no es verdad.
Pero es curioso cómo se nos llena la boca y nos hinchamos como pavos hablando de nuestra tierra en otros lares, pero aquí es otra cosa, cuando nos juntamos los de Zamora, sacamos la lengua a pasear y la criticamos sin piedad. Cuántas veces habré escuchado que Zamora está muerta. Y cuántas veces lo habré pronunciado yo misma. Sin embargo, esas palabras ahora me despiertan cierta molestia. Yo vivo aquí, y muerta no estoy.
Cómo nos faltamos al respeto nosotros mismos con estas afirmaciones. Yo veo a Zamora diferente de como la veía. Y la ciudad ha cambiado en estos años, claro está, pero sobre todo la que ha cambiado he sido yo.
Zamora es una joya, sin muchos negocios, sin variedad en oferta de ocio, sin grandes calles, y sin mucha gente. ¿Pero qué tiene de negativo ser una ciudad pequeña? ¿Por qué nos acompleja?
De todo esto la única pega que saco es que seguramente nuestros hijos se tendrán que ir a estudiar o trabajar fuera, eso es lo único malo. Aunque algunos igual lo están deseando, te lo digo yo. Y otros, capaz que hasta regresan.




















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