SEMANA SANTA 2025
¿La Semana Santa de Zamora es todavía una manifestación religiosa?
![[Img #97242]](https://eldiadezamora.es/upload/images/03_2025/6249_2079_de-avila.jpg)
Eugenio-Jesús de Ávila
Mientras existe una Zamora que se pasa medio año con su monomanía de Semana Santa - conspiraciones, protagonismos y vanidades-, un servidor prefiere otras ocupaciones, más íntimas, más profundas, más poéticas, para cabalgar en el corcel de la vida, como escribir, leer, ir al cine viajar, verbigracia, a Egipto, para recibir un golpe cultural sobre el mentón de mis sentimientos.
Lo he contado por escrito en numerosos artículos, y también lo he confesado a mis amigos y amigas: fui, hasta los veintitantos años, un talibán de la Pasión. Hermano de siete cofradías, sufría casi una depresión cuando el Domingo de Resurrección firmaba el punto final a la Semana Santa. No sabría explicar por qué amaba tanto esos días, bautizados como sacros, si entonces mi alma permanecía fiel a una fe o si me transformaba con la fiesta sensual que Zamora vivía durante aquellos días. Sí sé que un buen día ordené darme de baja en todas las hermandades y cofradías. Después, durante algunos años, me iba de Zamora cuando empezaba recorrer calles y plazas aromas a cera e incienso. Y también, porque me lo exigía mi papel de editor de un periódico, escribí numerosos artículos sobre la Pasión y cada una de sus desfiles procesionales, tantos que podría haber pronunciado un pregón de Semana Santa. Habría tenido su aquel que un ateo, racional, cierto, hiciese proselitismo oral de cofradías y hermandades. Nadie me lo propuso. Una pena, porque habría marcado un punto de inflexión en la fiesta grande de la ciudad del Romancero.
Ahora, observo la Semana Santa como sociólogo, psicólogo y, si se quiere, antropólogo. Conocerla es saber por qué Zamora hallase en plena decadencia económica y demográfica. Advertí siempre que nuestra ciudad era mucho más que procesiones y hermandades, por mucha estética que encontremos en sus puestas en escena. Solo sé que, desde mi juventud hasta este mi profunda madurez, lo que se vive en nuestra ciudad se parece muy poco, pura coincidencia como la leyenda en ciertas películas, con una manifestación religiosa católica, apostólica y romana. Si me lo permite se trata de tradición y hedonismo, cóctel especial para recibir a la primavera.
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Eugenio-Jesús de Ávila
Mientras existe una Zamora que se pasa medio año con su monomanía de Semana Santa - conspiraciones, protagonismos y vanidades-, un servidor prefiere otras ocupaciones, más íntimas, más profundas, más poéticas, para cabalgar en el corcel de la vida, como escribir, leer, ir al cine viajar, verbigracia, a Egipto, para recibir un golpe cultural sobre el mentón de mis sentimientos.
Lo he contado por escrito en numerosos artículos, y también lo he confesado a mis amigos y amigas: fui, hasta los veintitantos años, un talibán de la Pasión. Hermano de siete cofradías, sufría casi una depresión cuando el Domingo de Resurrección firmaba el punto final a la Semana Santa. No sabría explicar por qué amaba tanto esos días, bautizados como sacros, si entonces mi alma permanecía fiel a una fe o si me transformaba con la fiesta sensual que Zamora vivía durante aquellos días. Sí sé que un buen día ordené darme de baja en todas las hermandades y cofradías. Después, durante algunos años, me iba de Zamora cuando empezaba recorrer calles y plazas aromas a cera e incienso. Y también, porque me lo exigía mi papel de editor de un periódico, escribí numerosos artículos sobre la Pasión y cada una de sus desfiles procesionales, tantos que podría haber pronunciado un pregón de Semana Santa. Habría tenido su aquel que un ateo, racional, cierto, hiciese proselitismo oral de cofradías y hermandades. Nadie me lo propuso. Una pena, porque habría marcado un punto de inflexión en la fiesta grande de la ciudad del Romancero.
Ahora, observo la Semana Santa como sociólogo, psicólogo y, si se quiere, antropólogo. Conocerla es saber por qué Zamora hallase en plena decadencia económica y demográfica. Advertí siempre que nuestra ciudad era mucho más que procesiones y hermandades, por mucha estética que encontremos en sus puestas en escena. Solo sé que, desde mi juventud hasta este mi profunda madurez, lo que se vive en nuestra ciudad se parece muy poco, pura coincidencia como la leyenda en ciertas películas, con una manifestación religiosa católica, apostólica y romana. Si me lo permite se trata de tradición y hedonismo, cóctel especial para recibir a la primavera.




















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