Una aparición mágica de Márquez, rubricada por Rufo, mete al Zamora CF en puesto de ascenso

Hay gente que tiene miedo a amar, también a la libertad. De estos sentimientos escribrió Fromm, el judío alemán. Pero también existen, verbigracia, equipos de fútbol a los que, de vez en cuando, ante la cercanía del hedonismo que provoca la victooria, les entra ese miedo a vencer. Me temo que al Zamora CF, durante muchos momentos del partido ante Unionistas, tuvo miedo a sumar los tres puntos en juego, porque pensaba en el vértigo de entrar en el play-off, cuando faltan ocho jornadas de Liga. Y esa es mi explicación, además de las características de la escuadra charra, una especie de cuarzo, feldespato y mica, granito en definitiva, aplicado al fútbol, para que los rojiblancos no jugaran a lo que saben.

Cierto que durante la primera mitad, si exceptúo las dos únicas ocasiones blanquinegras en toda la primera entrega, el cuadro de Sabas mandó y gozó de un par de oportunidades que se perdieron, una de Sergio Nieto, con rebote en un defensa que salió por encima del larguero, y un testarazo de Joel Priego que no encontró la puerta de Martínez.

Unionistas, arropado por el fondo sur y un tercio de la preferencia, se encontraba a gusto con ese planteamiento de partido, porque ya les llegaría, como aconteció, algún córner o saque de falta o de banda cercana al área rojiblanca. El Zamora, mejor por la banda Tresaco-Nieto, buscaba en las incursiones por los laterales su oportunidad para que marcaran Pito o los hombres que se sumaran al ataque. Pero sería el conjunto charro el que gozó de las dos oportunidades de la primera parte, las más clara, que Fermín, un coloso, evitó.

Esas ocasiones, transformaron el vestuario salmantino. De tal guisa, Unionistas comenzó la segunda mitad como si todavía se jugase la primera entrega, si bien sin lograr esas oportunidades tan claras ante Fermín. Sí la tuvo Nieto, que, a bocajarro, quizá un poco desviado, no remató dentro un dentro de Rufo tras gran apertura de Romero. La mejor jugada del partido que no halló concreción. Y se preguntará el lector: ¿Qué hacia el lateral izquierdo rojiblanco en aquellos territorios tan inhóspitos para él? Después nos lo explicamos. La verdad es que tanto Ramos como Clavería buscaron reforzar la salida de la pelota y la banda izquierda de la zaga propia.

Sabas decidió sus primeros cambios en el minuto 64. Campabadal y Roni sustituyen a Joel y Pito. Rufo subió al exterior diestro. Un minuto después, Llácer hacia lo propio con su equipo: sale al césped Iñaki González, que sustituyó a Rabadán. Y esa lista de cambios se multiplicaría en el 73, con la entrada de Pau, Iván Moreno y Dani García.

Dos minutos después saltaría el césped Márquez, porque, como confesó su entrenador, es muy “cabezón” y quiso apoyar a sus compañeros. El andaluz y Macho entraron por Pablo Clavería y Romero. Y dos minutos después, Serrano, que ya había hecho una entrada durísima a Tresaco, decidió realizar otra parecida al aragonés. Doble tarjeta amarilla y expulsado. Después de esa acción, cual arcángel San Gabriel, el gaditano, desde la banda izquierda, dibujaba un centro a media altura para que Rufo, en plancha, rematase de cabeza al fondo de la portería charra. La locura. Los miles de hinchas rojiblancos eufóricos. Sus paisanos del sur, apenados.

Y ya a falta de cuatro minutos, Gorjón por Ramos que salió cual torero por la puerta grande hacia los vestuarios.

Incluso el Zamora pudo anotar un segundo tanto en el último instante, tras gran acción de Roni que no remató con precisión Rufo.

Y fiesta grande en el Rut de la Plata, porque su equipo ganó a su rival hermano y ya duerme entre los cinco primeros, posiciones de fase de ascenso.

E.Navascués de Zubiría

Fotografía: Enrique Onís