
ANÁLISIS
El Zamora CF es ya un equipo grande: sabe ganar sin hacer un gran fútbol
Los equipos grandes son aquellos que saben ganar sin realizar un fútbol exquisito. El Zamora CF, durante casi todos los partidos jugados en esta Liga de estreno en 1ª RFEF, cuajó partidos extraordinarios, de esos de juego bonito, vertical, profundo, de ataque. Ahora bien, no siempre recogió la cosecha que merecía su fútbol inteligente, moderno y descarado. Quizá ayer, ante Unionistas, disputó su encuentro más feo, no malo, al loro. Quizá es que también el rival jugó a lo suyo y un poco mejor de lo que lo viene haciendo.
Unionistas no destaca por su fútbol exquisito, pero sí se trata de un rival áspero, agresivo, de esos que estorban, te amargan, te obligan a realizar otro juego distinto al habitual. Al ser una escuadra muy física, porque necesita esa virtud para imponerse a sus rivales, si el árbitro cumple con el Reglamento, acaba con diez futbolistas sobre el césped. Le sucedió ayer, último domingo de marzo. El lateral diestro charro mereció la doble amonestación, merced a dos entradas, violenta a primera; dañina, la segunda. No sé si fue determinante para la suerte del partido, porque eso entra dentro de lo que considero la ucronía futbolística, el resultado final que pudo haber sido y no fue. Quizá, en casa, los árbitros pusilánimes admitan entradas durísimas a los jugadores blanquinegros, pero lejos del Reina Sofía, aunque fuera un árbitro como el de ayer, con el que nunca el club rojiblanco conociese la victoria y sí alguna que otra dirección de partido parcialísima, no hay otro remedio que cortar por lo sano ese tipo de juego.
Si se recuerda cómo llegaron las ocasiones más claras de Unionistas, diré que nacieron en la línea medular charra, cuando los rojiblancos perdieron balones que pillaron al resto de sus compañeros muy arriba, en espacios prohibidos. La velocidad de salida de los charros facilitó que se plantaran solos ante Fermín, que realizó dos paradas excelentísimas, en superlativo, sobre todo la que sacó a su pie derecho, cual portero de balonmano, para evitar el gol, además habría sido en un momento de esos denominados psicológicos, porque hasta el minuto 40, los vecinos del sur apenas llegaron al área zamorana, salvo en saques de esquina.
El Zamora se pareció más a su sentimiento con la entrada de Márquez, cuando el gaditano indicó la forma de jugar, el tipo de pase que ejecutar, más el centro que remató Rufo. Cierto que ya lo hacía contra diez hombres. Pero no volveré a hurgar en esa herida. Solo sé que Tresaco, con su juego hábil y profundo, trastornó a Serrano, tanto que en 12 minutos vio dos tarjetas amarillas. El exterior oscense hizo su trabajo. El salmantino no consideró otra posibilidad que la zancadilla para pararlo.
Nunca he sido persona ni optimista, gente a la que la ignorancia supera, ni pesimista, gente que nació triste. Como tal, prefiero, en cuestiones de fútbol más, no conjugar el verbo soñar. Pessoa vino a decir que los sueños imposibles nunca engendran frustración, pero los posibles, sí. Suelen amargarte la vida. No es otra cosa que los deseos y sus enemigos la realidad. Por lo tanto, el Zamora ocupa hora posición que concede acceso a la fase de ascenso. Restan ocho jornadas. Nada menos que 24 puntos. El domingo partido tremendo en Orense. Solo sé que Sabas ya logró el objetivo que se le marcó: dejar al Zamora CF en 1ª RFEF. Si la realidad se refleja en victorias, tendré quizá más motivos para soñar yo también.
E. Navascués de Zubiría
Fotografía: ZCF
Los equipos grandes son aquellos que saben ganar sin realizar un fútbol exquisito. El Zamora CF, durante casi todos los partidos jugados en esta Liga de estreno en 1ª RFEF, cuajó partidos extraordinarios, de esos de juego bonito, vertical, profundo, de ataque. Ahora bien, no siempre recogió la cosecha que merecía su fútbol inteligente, moderno y descarado. Quizá ayer, ante Unionistas, disputó su encuentro más feo, no malo, al loro. Quizá es que también el rival jugó a lo suyo y un poco mejor de lo que lo viene haciendo.
Unionistas no destaca por su fútbol exquisito, pero sí se trata de un rival áspero, agresivo, de esos que estorban, te amargan, te obligan a realizar otro juego distinto al habitual. Al ser una escuadra muy física, porque necesita esa virtud para imponerse a sus rivales, si el árbitro cumple con el Reglamento, acaba con diez futbolistas sobre el césped. Le sucedió ayer, último domingo de marzo. El lateral diestro charro mereció la doble amonestación, merced a dos entradas, violenta a primera; dañina, la segunda. No sé si fue determinante para la suerte del partido, porque eso entra dentro de lo que considero la ucronía futbolística, el resultado final que pudo haber sido y no fue. Quizá, en casa, los árbitros pusilánimes admitan entradas durísimas a los jugadores blanquinegros, pero lejos del Reina Sofía, aunque fuera un árbitro como el de ayer, con el que nunca el club rojiblanco conociese la victoria y sí alguna que otra dirección de partido parcialísima, no hay otro remedio que cortar por lo sano ese tipo de juego.
Si se recuerda cómo llegaron las ocasiones más claras de Unionistas, diré que nacieron en la línea medular charra, cuando los rojiblancos perdieron balones que pillaron al resto de sus compañeros muy arriba, en espacios prohibidos. La velocidad de salida de los charros facilitó que se plantaran solos ante Fermín, que realizó dos paradas excelentísimas, en superlativo, sobre todo la que sacó a su pie derecho, cual portero de balonmano, para evitar el gol, además habría sido en un momento de esos denominados psicológicos, porque hasta el minuto 40, los vecinos del sur apenas llegaron al área zamorana, salvo en saques de esquina.
El Zamora se pareció más a su sentimiento con la entrada de Márquez, cuando el gaditano indicó la forma de jugar, el tipo de pase que ejecutar, más el centro que remató Rufo. Cierto que ya lo hacía contra diez hombres. Pero no volveré a hurgar en esa herida. Solo sé que Tresaco, con su juego hábil y profundo, trastornó a Serrano, tanto que en 12 minutos vio dos tarjetas amarillas. El exterior oscense hizo su trabajo. El salmantino no consideró otra posibilidad que la zancadilla para pararlo.
Nunca he sido persona ni optimista, gente a la que la ignorancia supera, ni pesimista, gente que nació triste. Como tal, prefiero, en cuestiones de fútbol más, no conjugar el verbo soñar. Pessoa vino a decir que los sueños imposibles nunca engendran frustración, pero los posibles, sí. Suelen amargarte la vida. No es otra cosa que los deseos y sus enemigos la realidad. Por lo tanto, el Zamora ocupa hora posición que concede acceso a la fase de ascenso. Restan ocho jornadas. Nada menos que 24 puntos. El domingo partido tremendo en Orense. Solo sé que Sabas ya logró el objetivo que se le marcó: dejar al Zamora CF en 1ª RFEF. Si la realidad se refleja en victorias, tendré quizá más motivos para soñar yo también.
E. Navascués de Zubiría
Fotografía: ZCF
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