
NUESTRA HISTORIA
Histórica descarga de un rayo
Amanecía un 19 de junio del año 1811 en la ciudad de Zamora, cuando el vecindario fue despertado por el tremendo ruido de una horrorosa tormenta. Las gentes abandonaban el lecho aterrorizadas por deslumbrantes relámpagos y el horrísono tronar. En la vetusta ciudad de Doña Urraca sus habitantes no habían conocido tan grande tempestad.
Hasta pasada la borrasca, los pacíficos vecinos no se enteraron de lo ocurrido en la Catedral, donde había caído una chispa eléctrica de tal magnitud que causó daños de consideración. La exhalación penetró en el templo introduciéndose por la cadena del reloj después de arrancar varias piedras que sujetaban la veleta de la torre, bajó por el corredor destrozando el balaustre, sin que los fragmentos que cayeron dentro de la iglesia hicieran daños de consideración en el edificio, ni en las personas que se encontraban rezando ante la imagen de Nuestra Señora de la Majestad, conocida como la "Virgen de la Calva". A algunas de aquellas personas se les chamuscaron los vestidos.
Consideraba el Cabildo que el suceso, o más bien las escasas consecuencias del suceso, debían interpretarse como algo milagroso, por lo que acordó instituir la llamada "Fiesta del Rayo", que cada año se venía celebrando con solemne misa de acción de gracias, con repique de la "bomba" que es la campana más voluminosa de la Catedral.
Esto que se cuenta sobre la horrorosa tormenta sucedida en los primeros años del siglo XIX en Zamora, me trae a la memoria mi personal vivencia de una gran tormenta que descargó en la vecina localidad de Tardobispo en un día de un verano de los años noventa, aunque no recuerdo la fecha con exactitud, me encontraba pasando unos días de vacaciones y una de aquellas tardes la furia meteorológica alcanzó tales proporciones que de pronto sonó un horrísono estampido que sobrecogió a todos los que nos encontrábamos en la casa.
Inmediatamente que cesó el temporal, nos asomamos a la calle y lo primero que percibimos fue un fuerte olor a quemado comprobando que provenía de la Iglesia; nos acercamos hasta allí y pudimos ver que el rayo había derribado una parte de la torre del campanario, justo donde había existido el nido de la cigüeña. Los restos del nido estaban repartidos por el suelo, todavía ahumando y al lado estaba la pobre cigüeña que había sido fulminada. Cuando llegó el cura, comprobamos que en el interior del templo no había más daños que los cables de la instalación eléctrica que resultó destruida.
Han pasado los años y la iglesia del Salvador , que así se llama el templo parroquial de Tardobispo, tiene su torre convenientemente restaurada, con su nido de la cigüeña repuesto.
Balbino Lozano
Amanecía un 19 de junio del año 1811 en la ciudad de Zamora, cuando el vecindario fue despertado por el tremendo ruido de una horrorosa tormenta. Las gentes abandonaban el lecho aterrorizadas por deslumbrantes relámpagos y el horrísono tronar. En la vetusta ciudad de Doña Urraca sus habitantes no habían conocido tan grande tempestad.
Hasta pasada la borrasca, los pacíficos vecinos no se enteraron de lo ocurrido en la Catedral, donde había caído una chispa eléctrica de tal magnitud que causó daños de consideración. La exhalación penetró en el templo introduciéndose por la cadena del reloj después de arrancar varias piedras que sujetaban la veleta de la torre, bajó por el corredor destrozando el balaustre, sin que los fragmentos que cayeron dentro de la iglesia hicieran daños de consideración en el edificio, ni en las personas que se encontraban rezando ante la imagen de Nuestra Señora de la Majestad, conocida como la "Virgen de la Calva". A algunas de aquellas personas se les chamuscaron los vestidos.
Consideraba el Cabildo que el suceso, o más bien las escasas consecuencias del suceso, debían interpretarse como algo milagroso, por lo que acordó instituir la llamada "Fiesta del Rayo", que cada año se venía celebrando con solemne misa de acción de gracias, con repique de la "bomba" que es la campana más voluminosa de la Catedral.
Esto que se cuenta sobre la horrorosa tormenta sucedida en los primeros años del siglo XIX en Zamora, me trae a la memoria mi personal vivencia de una gran tormenta que descargó en la vecina localidad de Tardobispo en un día de un verano de los años noventa, aunque no recuerdo la fecha con exactitud, me encontraba pasando unos días de vacaciones y una de aquellas tardes la furia meteorológica alcanzó tales proporciones que de pronto sonó un horrísono estampido que sobrecogió a todos los que nos encontrábamos en la casa.
Inmediatamente que cesó el temporal, nos asomamos a la calle y lo primero que percibimos fue un fuerte olor a quemado comprobando que provenía de la Iglesia; nos acercamos hasta allí y pudimos ver que el rayo había derribado una parte de la torre del campanario, justo donde había existido el nido de la cigüeña. Los restos del nido estaban repartidos por el suelo, todavía ahumando y al lado estaba la pobre cigüeña que había sido fulminada. Cuando llegó el cura, comprobamos que en el interior del templo no había más daños que los cables de la instalación eléctrica que resultó destruida.
Han pasado los años y la iglesia del Salvador , que así se llama el templo parroquial de Tardobispo, tiene su torre convenientemente restaurada, con su nido de la cigüeña repuesto.
Balbino Lozano
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