Mª Soledad Martin Turiño
Viernes, 04 de Abril de 2025
ZAMORANA

El cambio climático y sus consecuencias

[Img #97421]Desde hace semanas asistimos a un espectáculo inusual que está batiendo récords históricos en diferentes territorios de nuestro país; de ello dan fe las recientes lluvias, nevadas, aguaceros sin fin, ventiscas, inundaciones, torrentes, campos anegados, deslizamientos de tierras, cortes de carreteras… y un sinfín de inconvenientes para la vida diaria, amén de algunas muertes derivadas de estos fenómenos meteorológicos, algunas –como en el caso de Valencia- porque no se implantaron las medidas adecuadas a su debido tiempo, lo que causó nada menos que 224 fallecidos; en otros casos, algunos se saltan lo de bajar la guardia a pesar de las recomendaciones de extremar el cuidado, y no salir si no es por necesidad.

 

Dice la gente que el tiempo está loco, aunque me inclino a pensar que algo tiene que ver el cambio climático en todo este caos, porque han sido muchos años los que no hemos cuidado el medio ambiente, potenciando una deforestación galopante, emisiones de dióxido de carbono producido por la actividad humana, principal responsable del calentamiento global, así como el metano, o la quema de combustibles fósiles, entre otros.

 

El expresidente de EEUU BaracK Obama manifestó: “el cambio climático es el mayor desafío de nuestro tiempo”, y el día a día refleja la veracidad de esas palabras. Sin embargo, pensábamos que el planeta –a nivel global- no se resentiría, pero lo ha hecho, y sus consecuencias son devastadoras: incendios, terremotos, tornados, golpes de calor o lluvias torrenciales son solo algunas de sus manifestaciones; además de que estos fenómenos naturales serán cada vez más extremos. No obstante, a pesar de las amenazas, ni siquiera en cuidar lo que tenemos se ponen de acuerdo los políticos y hay quien obvia el tema, otros países siguen contaminando sin ningún pudor y algunos incluso manifiestan abiertamente que el cambio climático no existe. Si todas estas reacciones son perjudiciales, los negacionistas se convierten, quizá, en los más peligrosos.

 

Un ejemplo reciente fue el coronavirus, con millones de muertes a nivel mundial, sin que todavía sepamos a ciencia cierta cuál fue el origen de dicha pandemia, aunque el número concreto de fallecidos varía desde las cifras oficiales que hablan en torno a unos 6 millones, a la cifra global que la triplica; a lo que hay que añadir las enfermedades crónicas y los fallecimientos posteriores que han surgido a consecuencia de la COVID-19. Así las cosas, sin números claros, sin causas concretas, con estudios que se van haciendo a los enfermos en relación con los síntomas que presentan y las secuelas que prevalecen… por todo ello, y por el daño a nivel global que causó esta pandemia, resulta cuando menos irracional que aún haya gente que la siga negando.

 

Con la destrucción del planeta ocurre algo similar, los negacionistas con el presidente Trump a la cabeza, el hombre más poderoso del mundo, la cosa no pinta bien, máxime cuando sus decisiones afectan inevitablemente al resto del mundo, y la decisión de retirar a su país del Acuerdo de París sobre el Clima de 2015, suscrito por 195 países, no ayuda precisamente.

 

Vivimos en una situación de clara incertidumbre, y más desde que el nuevo inquilino entró de nuevo en la Casa Blanca, con todos los aranceles y recortes que está imponiendo, amén del palpable ninguneo a Europa. Nos creíamos a salvo en este reducto del mundo, pese a que a nuestro lado se produjeran guerras durante años y años, pero parecía que eso no iba con nosotros, que estábamos muy lejos de que nos afectara siquiera y, de pronto, nos han abierto los ojos y el viejo continente empieza a posicionarse con urgencia: desde crear un ejército propio, hasta elevar el gasto en Defensa, pasando por alertar a la población con la preparación de un kit de supervivencia para un periodo de 72 horas.

 

¿Qué significan estas prisas? Tal vez estemos en un peligro mucho más real del que nos informan, ya que es claro que la información que nos llega está más que manipulada; quizá los gobiernos tengan información concreta de ataques que llegarán y nos van preparando. Vemos a Rusia como el enemigo diana a quien todos apuntan, que continúa en su línea de seguir atacando a Ucrania pese a que se esté negociando un alto el fuego, o eso dicen.  

 

Y todo esto también tiene relación con el nulo cuidado del medio ambiente, con ciudades enteras arrasadas por las guerras, bombas que dejan su rastro de destrucción de vidas humanas y también de residuos para el ecosistema, agotamiento de los recursos naturales, pérdida de cultivos etc.

 

A pesar de todo, hay un margen para la esperanza y, personalmente, estoy de acuerdo con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cuando declaró: “La emergencia climática es una carrera que estamos perdiendo, pero es una carrera que podemos ganar. La crisis climática está causada por nosotros y las soluciones deben venir de nosotros. Tenemos las herramientas: la tecnología está de nuestro lado”.

 

Queda, pues, la esperanza de ser conscientes de un problema real cuyas consecuencias son evidentes en todo el mundo. No podemos mirar para otro lado, hay que mentalizarse de un problema porque nos concierne a todos y, actuar cada uno en nuestra medida, a nivel particular, y los políticos en especial, proponiendo soluciones globales para cuidar el medio ambiente e impedir que continúe la galopante destrucción de nuestro planeta.

 

 

Mª Soledad Martin Turiño

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