COSAS DE AQUÍ
Redimirnos a nosotros mismos
Eugenio-Jesús de Ávila
Etimología de la palabra redención: comprar de nuevo. De acuerdo. Se aplicaba al pago por dar la libertad a un esclavo o cautivo. También, en otro sentido, se traduce por liberación merced al dolor u otra adversidad. En el cristianismo, redime Cristo. “Redención”, para un servidor el grupo escultórico, junto al Cristo de las Injurias y Yacente, más portentoso, más poético, más profundo, de la Semana Santa de Zamora. Benlliure, un genio, supo sacar de la madera un soneto que redimiera a toda persona sensible que contemplase su obra.
Nuestra tierra nunca tuvo un redentor, un político que, aun a consta de perder su cargo, su puesto, su privilegio, que la condujese al progreso, al futuro, como otros hombres y mujeres de la res pública se inmolaron para llevar a sus ciudades y provincias al desarrollo económico y demográfico. Zamora, si se me permite la expresión, careció de un buen cacique, si exceptuamos Carlos Pinilla, que nos dejó un legado de obras públicas importantísimo, propio de la falange socializante. Después ya ningún otro zamorano con cercanía al poder, pongamos a Maíllo, por nombrar al último político con fuerza en La Moncloa de Rajoy, quiso trabajar por su tierra. Cuatro tonterías y para usted de contar.
Y existe una explicación para este olvido, tan cercano, si se quiere, a la felonía: a estos políticos, porque así lo decide la Ley Electoral, injustísima, no los elige el pueblo, sino una elite de cada partido, tanto PSOE, el que más ha gobernado España, el doble de años que el PP, como la formación conservadora. El ciudadano solo rubrica la elección de los jerarcas políticos. De tal manera, el político de provincias prioriza la obediencia al jefe que la reivindicación popular. Pero la masa, adocenada, sigue votando como la oveja acude al redil tras pasar por el prao o abrevadero.
Colíjase de lo expresado que a Zamora, ciudad y resto de sus tierras, solo la redimiremos los zamoranos más inconformistas, jóvenes, adultos, maduros o mayores, si todavía guardan fuerzas y una miaja de rebeldía. Si los que colocaron a la Pasión de Zamora en la cumbre estética de las semanas santas zamoranas, merced a sus ideas, proyectos y, por que no escribirlo, vanidad y piques domésticos, trabajasen con el mismo ahínco, poderío y ganas por el desarrollo económico, social y cultural de nuestra tierra, ahora un servidor carecería de razones exigir a los poderes políticos que nos redimiesen del retraso, de este viaje en el tiempo hacia el pasado, de este vivir sin darse cuenta.
Los zamoranos, si el destino nos lo niega, tendremos que cargar con la cruz de nuestra propia redención para avanzar, para progresar, para quitarnos de encima la roña acumulada por tantas décadas de políticas reaccionarias, empobrecedoras y frustrantes. No encontraremos nunca a un Simón de Cirene político que nos ayude a cargar con la pena del olvido y de la felonía.
Eugenio-Jesús de Ávila
Etimología de la palabra redención: comprar de nuevo. De acuerdo. Se aplicaba al pago por dar la libertad a un esclavo o cautivo. También, en otro sentido, se traduce por liberación merced al dolor u otra adversidad. En el cristianismo, redime Cristo. “Redención”, para un servidor el grupo escultórico, junto al Cristo de las Injurias y Yacente, más portentoso, más poético, más profundo, de la Semana Santa de Zamora. Benlliure, un genio, supo sacar de la madera un soneto que redimiera a toda persona sensible que contemplase su obra.
Nuestra tierra nunca tuvo un redentor, un político que, aun a consta de perder su cargo, su puesto, su privilegio, que la condujese al progreso, al futuro, como otros hombres y mujeres de la res pública se inmolaron para llevar a sus ciudades y provincias al desarrollo económico y demográfico. Zamora, si se me permite la expresión, careció de un buen cacique, si exceptuamos Carlos Pinilla, que nos dejó un legado de obras públicas importantísimo, propio de la falange socializante. Después ya ningún otro zamorano con cercanía al poder, pongamos a Maíllo, por nombrar al último político con fuerza en La Moncloa de Rajoy, quiso trabajar por su tierra. Cuatro tonterías y para usted de contar.
Y existe una explicación para este olvido, tan cercano, si se quiere, a la felonía: a estos políticos, porque así lo decide la Ley Electoral, injustísima, no los elige el pueblo, sino una elite de cada partido, tanto PSOE, el que más ha gobernado España, el doble de años que el PP, como la formación conservadora. El ciudadano solo rubrica la elección de los jerarcas políticos. De tal manera, el político de provincias prioriza la obediencia al jefe que la reivindicación popular. Pero la masa, adocenada, sigue votando como la oveja acude al redil tras pasar por el prao o abrevadero.
Colíjase de lo expresado que a Zamora, ciudad y resto de sus tierras, solo la redimiremos los zamoranos más inconformistas, jóvenes, adultos, maduros o mayores, si todavía guardan fuerzas y una miaja de rebeldía. Si los que colocaron a la Pasión de Zamora en la cumbre estética de las semanas santas zamoranas, merced a sus ideas, proyectos y, por que no escribirlo, vanidad y piques domésticos, trabajasen con el mismo ahínco, poderío y ganas por el desarrollo económico, social y cultural de nuestra tierra, ahora un servidor carecería de razones exigir a los poderes políticos que nos redimiesen del retraso, de este viaje en el tiempo hacia el pasado, de este vivir sin darse cuenta.
Los zamoranos, si el destino nos lo niega, tendremos que cargar con la cruz de nuestra propia redención para avanzar, para progresar, para quitarnos de encima la roña acumulada por tantas décadas de políticas reaccionarias, empobrecedoras y frustrantes. No encontraremos nunca a un Simón de Cirene político que nos ayude a cargar con la pena del olvido y de la felonía.



















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