Miércoles, 22 de Octubre de 2025

Balbino Lozano Vicente
Viernes, 11 de Abril de 2025
NUESTRA HISTORIA

Las calderas de la plaza de Alemania

Una  conversación con el fallecido César Martínez Omaña me trajo el recuerdo de cuando se llevaron a  cabo las   voladuras controladas de las calderas del antiguo suministro de agua potable a la ciudad de Zamora. Aquellos depósitos elevados que sirvieron durante muchos años para el suministro de agua potable a los veci

 

nos de Zamora, después de casi cien años funcionando (1869),  quedaron obsoletos y sin servicio cuando los edificios en la zona urbana  alcanzaron mayores alturas de la que tenían las calderas.  Se construyeron nuevos depósitos en las inmediaciones de la Cruz del Rey don Sancho en la Carretera de la Hiniesta que cumplían las necesidades del suministro del agua potable a los ciudadanos y los antiguos depósitos tenían que desaparecer para ceder el espacio a nuevos edificios en la Plaza de Alemania y sus inmediaciones.


Han transcurrido casi cincuenta años desde aquella fecha, mes de febrero de 1976,  en que cada una de las cinco calderas  de la Plaza de Alemania fueron desapareciendo  en días sucesivos. La voladura controlada de aquellas grandes moles de hierro y hormigón  tenía que ser  llevada a cabo por especialistas  barreneros bajo la dirección de Ingenieros, entre los que se encontraba Juan Pantoja Salguero, Delegado Provincial del Ministerio de Industria y entre los técnicos  estaba  César Martínez Omaña, un constructor que había venido a Zamora desde León y tenía acreditada  su bien ganada fama en la especialidad del uso de la dinamita para fines de derribos y demás  actividades complementarias del ramo de la construcción.


Me recordaba César las  fechas  en que llevaron  a cabo las  voladuras de aquellas calderas,  porque fue preciso adoptar un buen número de medidas de seguridad para  actuar  de forma sincronizada  con la Policía Municipal, que yo mandaba  entonces,  y otras fuerzas de seguridad,  prevenir al vecindario, desviar el tráfico de vehículos y peatones, montar un retén de bomberos y  de Cruz Roja, entre otros servicios,  que garantizaran el buen resultado de la operación.


El momento en que fueron activados  los detonadores de los explosivos que se habían dispuesto en lugares estratégicos era esperado con verdadera expectación por todos.  El ruido de las explosiones fue menor del que se preveía y aquellas enormes moles iban cayendo  al suelo casi "suavemente" aunque levantando algunas nubes de polvo.  En unos minutos todo volvía a la normalidad y allí iban quedando montones  de escombros que serían retirados en días sucesivos para dejar un gran solar en que se construirían edificios  de viviendas y servicios que cambiarían notablemente la fisonomía urbana de la zona.


La primera de las voladuras se hizo el 31 de enero, la segunda el 6 de febrero, la tercera al día siguiente y así fueron desapareciendo las cinco calderas que habían servido para el suministro de agua potable a la ciudad durante cerca de cien años.


De las históricas voladuras  informaba puntualmente el periódico local “El Correo de Zamora “   a través de la pluma del periodista Luis Pablos  Flores.


 Balbino Lozano Vicente

 

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