
NUESTRA HISTORIA
Las calderas de la plaza de Alemania
Una conversación con el fallecido César Martínez Omaña me trajo el recuerdo de cuando se llevaron a cabo las voladuras controladas de las calderas del antiguo suministro de agua potable a la ciudad de Zamora. Aquellos depósitos elevados que sirvieron durante muchos años para el suministro de agua potable a los veci
nos de Zamora, después de casi cien años funcionando (1869), quedaron obsoletos y sin servicio cuando los edificios en la zona urbana alcanzaron mayores alturas de la que tenían las calderas. Se construyeron nuevos depósitos en las inmediaciones de la Cruz del Rey don Sancho en la Carretera de la Hiniesta que cumplían las necesidades del suministro del agua potable a los ciudadanos y los antiguos depósitos tenían que desaparecer para ceder el espacio a nuevos edificios en la Plaza de Alemania y sus inmediaciones.
Han transcurrido casi cincuenta años desde aquella fecha, mes de febrero de 1976, en que cada una de las cinco calderas de la Plaza de Alemania fueron desapareciendo en días sucesivos. La voladura controlada de aquellas grandes moles de hierro y hormigón tenía que ser llevada a cabo por especialistas barreneros bajo la dirección de Ingenieros, entre los que se encontraba Juan Pantoja Salguero, Delegado Provincial del Ministerio de Industria y entre los técnicos estaba César Martínez Omaña, un constructor que había venido a Zamora desde León y tenía acreditada su bien ganada fama en la especialidad del uso de la dinamita para fines de derribos y demás actividades complementarias del ramo de la construcción.
Me recordaba César las fechas en que llevaron a cabo las voladuras de aquellas calderas, porque fue preciso adoptar un buen número de medidas de seguridad para actuar de forma sincronizada con la Policía Municipal, que yo mandaba entonces, y otras fuerzas de seguridad, prevenir al vecindario, desviar el tráfico de vehículos y peatones, montar un retén de bomberos y de Cruz Roja, entre otros servicios, que garantizaran el buen resultado de la operación.
El momento en que fueron activados los detonadores de los explosivos que se habían dispuesto en lugares estratégicos era esperado con verdadera expectación por todos. El ruido de las explosiones fue menor del que se preveía y aquellas enormes moles iban cayendo al suelo casi "suavemente" aunque levantando algunas nubes de polvo. En unos minutos todo volvía a la normalidad y allí iban quedando montones de escombros que serían retirados en días sucesivos para dejar un gran solar en que se construirían edificios de viviendas y servicios que cambiarían notablemente la fisonomía urbana de la zona.
La primera de las voladuras se hizo el 31 de enero, la segunda el 6 de febrero, la tercera al día siguiente y así fueron desapareciendo las cinco calderas que habían servido para el suministro de agua potable a la ciudad durante cerca de cien años.
De las históricas voladuras informaba puntualmente el periódico local “El Correo de Zamora “ a través de la pluma del periodista Luis Pablos Flores.
Balbino Lozano Vicente
Una conversación con el fallecido César Martínez Omaña me trajo el recuerdo de cuando se llevaron a cabo las voladuras controladas de las calderas del antiguo suministro de agua potable a la ciudad de Zamora. Aquellos depósitos elevados que sirvieron durante muchos años para el suministro de agua potable a los veci
nos de Zamora, después de casi cien años funcionando (1869), quedaron obsoletos y sin servicio cuando los edificios en la zona urbana alcanzaron mayores alturas de la que tenían las calderas. Se construyeron nuevos depósitos en las inmediaciones de la Cruz del Rey don Sancho en la Carretera de la Hiniesta que cumplían las necesidades del suministro del agua potable a los ciudadanos y los antiguos depósitos tenían que desaparecer para ceder el espacio a nuevos edificios en la Plaza de Alemania y sus inmediaciones.
Han transcurrido casi cincuenta años desde aquella fecha, mes de febrero de 1976, en que cada una de las cinco calderas de la Plaza de Alemania fueron desapareciendo en días sucesivos. La voladura controlada de aquellas grandes moles de hierro y hormigón tenía que ser llevada a cabo por especialistas barreneros bajo la dirección de Ingenieros, entre los que se encontraba Juan Pantoja Salguero, Delegado Provincial del Ministerio de Industria y entre los técnicos estaba César Martínez Omaña, un constructor que había venido a Zamora desde León y tenía acreditada su bien ganada fama en la especialidad del uso de la dinamita para fines de derribos y demás actividades complementarias del ramo de la construcción.
Me recordaba César las fechas en que llevaron a cabo las voladuras de aquellas calderas, porque fue preciso adoptar un buen número de medidas de seguridad para actuar de forma sincronizada con la Policía Municipal, que yo mandaba entonces, y otras fuerzas de seguridad, prevenir al vecindario, desviar el tráfico de vehículos y peatones, montar un retén de bomberos y de Cruz Roja, entre otros servicios, que garantizaran el buen resultado de la operación.
El momento en que fueron activados los detonadores de los explosivos que se habían dispuesto en lugares estratégicos era esperado con verdadera expectación por todos. El ruido de las explosiones fue menor del que se preveía y aquellas enormes moles iban cayendo al suelo casi "suavemente" aunque levantando algunas nubes de polvo. En unos minutos todo volvía a la normalidad y allí iban quedando montones de escombros que serían retirados en días sucesivos para dejar un gran solar en que se construirían edificios de viviendas y servicios que cambiarían notablemente la fisonomía urbana de la zona.
La primera de las voladuras se hizo el 31 de enero, la segunda el 6 de febrero, la tercera al día siguiente y así fueron desapareciendo las cinco calderas que habían servido para el suministro de agua potable a la ciudad durante cerca de cien años.
De las históricas voladuras informaba puntualmente el periódico local “El Correo de Zamora “ a través de la pluma del periodista Luis Pablos Flores.
Balbino Lozano Vicente
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