Murió Pedro García, una personalidad excepcional de la cultura zamorana

Hay personas que nunca quisieron ser más que lo que la vida les dispuso. No quisieron destacar, ni ser envidiadas por su talento, ni admiradas por su inteligencia, ni tampoco ponderadas por su bonhomía. Estuvieron por aquí con ese misterio que distingue a los sencillos. Cuando se van, aquellos que los trataron asumen que se les fueron sin abrazarlos, sin confesarles su profunda estima y su cariño. Pues hete aquí que hoy se nos murió una de esas personas con las virtudes antes mencionadas: Pedro García Álvarez, un portento en su profesión, una personalidad importantísima en la Semana Santa de Zamora, avanzado a su tiempo, un hombre libérrimo que amaba más incluso la libertad de los demás, verbigracia la cofradía de las Damas de la Virgen de la Esperanza, de la que fue Hermano de Honor y con todo merecimiento.

Entablé amistad con Pedro durante mi etapa en la Diputación, años que prefiero olvidar, aunque mi memoria guarde recuerdos de magníficos funcionarios que allí desempeñaban su labor. Ha tiempo que no sabía de él, excepción del fallecimiento de su esposa, quizá la última pena que su alma no supo, ni pudo, metabolizar.

Hace muchísimos años, junto a otros zamoranos, intentamos crear una asociación cultural en nuestra ciudad que se convirtiese en una voz crítica, pero constructiva, que rehabilitase nuestro patrimonio monumental e histórico. La fotografía que ilustra este obituario testigo de aquel encuentro.  Después nada se hizo. En fin.

Ahora, en este 24 de abril de 2025, cuando todavía las rúas de Zamora guardan memoria de la Pasión, sé que Pedro se fue demasiado pronto, que no quiso cuidar su cuerpo, porque le resultó demasiado chico para su alma de dimensiones superiores. Seguro que ya andará buscando en los archivos de San Pedro.

Eugenio-Jesús de Ávila