DENUNCIAS
Carteles, se limpian donde se ven, se olvidan donde se vive
El Ayuntamiento maquilla las calles más transitadas para Semana Santa mientras deja que los barrios se hundan entre carteles envejecidos y suciedad.
Una vez más, el Ayuntamiento vuelve a demostrar que su concepto de ciudad se limita a unas pocas calles del centro. Con la llegada de la Semana Santa, se repite la puesta a punto, limpieza de cristales, retirada de carteles en locales cerrados, eliminación de pintadas y reposición de baldosas. Todo muy bonito… pero solo donde se ve. Este año han usado cuchilla e hidrolimpiadora para dejar relucientes los escaparates vacíos de las principales arterias comerciales. Como ejemplo, el antiguo edificio del Heraldo de Zamora en Santa Clara y el de la Caja de Ahorros en San Torcuato ya no muestran rastro de los carteles que llevaban años pegados. Una imagen renovada, pensada para que los visitantes crean que todo está en orden. Pero ¿y más allá del centro? Nada. La limpieza no cruza ni dos calles.
Los barrios, como siempre, quedan fuera del mapa. A pocas manzanas del centro, la escena es bien distinta, cristales tapados por carteles envejecidos, anuncios pegados con cola que llevan años ahí, fachadas que parecen auténticos murales de abandono. Nadie pasa, nadie limpia, nadie retira nada. La misma ciudad, dos mundos opuestos. Y esto no es por despiste, es una forma sistemática de actuar. Cuando la limpieza se limita a las zonas visibles y se olvida de las que no aparecen en las postales, no es dejadez, es desprecio. El Ayuntamiento actúa como si solo el escaparate de la ciudad importase, como si los vecinos de los barrios no merecieran el mismo trato. Pagan impuestos como todos, pero no reciben ni una mínima atención.
Además, la cartelería sigue siendo un problema sin gestionar. La normativa municipal prohíbe y sanciona la colocación de carteles en espacios no autorizados, sin embargo, su aplicación efectiva resulta inviable, ya que el consistorio no ha habilitado espacios públicos destinados a este fin. Resultado, se pega donde se puede… y se limpia solo donde molesta. ¿Quién decide qué calles se limpian y cuáles no? ¿Qué criterios se siguen? ¿O simplemente se sigue el criterio de siempre, lo que no se ve, no existe?. Zamora no puede seguir dividida entre lo que reluce y lo que se abandona. O somos todos ciudad, o esto no es más que otro decorado de cartón piedra para turistas.
Una vez más, el Ayuntamiento vuelve a demostrar que su concepto de ciudad se limita a unas pocas calles del centro. Con la llegada de la Semana Santa, se repite la puesta a punto, limpieza de cristales, retirada de carteles en locales cerrados, eliminación de pintadas y reposición de baldosas. Todo muy bonito… pero solo donde se ve. Este año han usado cuchilla e hidrolimpiadora para dejar relucientes los escaparates vacíos de las principales arterias comerciales. Como ejemplo, el antiguo edificio del Heraldo de Zamora en Santa Clara y el de la Caja de Ahorros en San Torcuato ya no muestran rastro de los carteles que llevaban años pegados. Una imagen renovada, pensada para que los visitantes crean que todo está en orden. Pero ¿y más allá del centro? Nada. La limpieza no cruza ni dos calles.
Los barrios, como siempre, quedan fuera del mapa. A pocas manzanas del centro, la escena es bien distinta, cristales tapados por carteles envejecidos, anuncios pegados con cola que llevan años ahí, fachadas que parecen auténticos murales de abandono. Nadie pasa, nadie limpia, nadie retira nada. La misma ciudad, dos mundos opuestos. Y esto no es por despiste, es una forma sistemática de actuar. Cuando la limpieza se limita a las zonas visibles y se olvida de las que no aparecen en las postales, no es dejadez, es desprecio. El Ayuntamiento actúa como si solo el escaparate de la ciudad importase, como si los vecinos de los barrios no merecieran el mismo trato. Pagan impuestos como todos, pero no reciben ni una mínima atención.
Además, la cartelería sigue siendo un problema sin gestionar. La normativa municipal prohíbe y sanciona la colocación de carteles en espacios no autorizados, sin embargo, su aplicación efectiva resulta inviable, ya que el consistorio no ha habilitado espacios públicos destinados a este fin. Resultado, se pega donde se puede… y se limpia solo donde molesta. ¿Quién decide qué calles se limpian y cuáles no? ¿Qué criterios se siguen? ¿O simplemente se sigue el criterio de siempre, lo que no se ve, no existe?. Zamora no puede seguir dividida entre lo que reluce y lo que se abandona. O somos todos ciudad, o esto no es más que otro decorado de cartón piedra para turistas.




















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