NOTAS DEL PENSAMIENTO
Guerras, comparaciones y comedias
José Antonio Ávila López
![[Img #98394]](https://eldiadezamora.es/upload/images/04_2025/2765_5527_9183_8528_239_8209_6877_3755_9091_1998_4810_7036_9924_1363_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
Hace un tiempo, Oriol Junqueras comparó la invasión de Ucrania con la opresión que, según él, se vive en Cataluña, mientras miles de civiles ucranianos morían aplastados bajo los implacables bombardeos rusos. Aunque por mucho que forzara ese símil el político independentista, todos nos damos cuenta de la diferencia entre la política y la comedia. También varios cómicos de esta putrefacta televisión de hoy han convertido el conflicto de Ucrania en algo que no hace ni pizca de gracia, y además podemos recordar con bochorno a un político transmutado en cómico (Puigdemont) huyendo a Bélgica en el maletero de un coche ante la amenaza de Rajoy. Cuando Puigdemont huyó despavorido ante la dubitativa actuación del Gobierno español frente a su referéndum de opereta, el que fuera cómico de su país, Zelenski, tampoco ha ofrecido al mundo lecciones de nada, ya que recuerdo el ridículo espantoso que hizo por videoconferencia ante el Congreso de los Diputados comparando su guerra con la Guerra Civil española, fue de pena. Sigamos : cuando ucranianos de todo el mundo abandonaban sus confortables vidas y retornaban para alistarse y morir defendiendo a su patria, la burguesía catalana compró oleadas de pisos en el barrio de Salamanca de Madrid para huir del “procés” y pagar menos impuestos, empadronándose en el imperio de Isabel Díaz Ayuso. Por eso, las comparaciones interesadas como las que hizo en su día Oriol Junqueras, resultan hoy completamente patéticas. Es bueno recordar que la Unión Europea nació, tras la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo principal de unir a los países europeos para evitar más guerras causadas por los nacionalismos y el comunismo, cosa que, en muchos países del continente, inflados de perversidad e hipocresía moderna, parece privarnos de toda consciencia.
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Hace un tiempo, Oriol Junqueras comparó la invasión de Ucrania con la opresión que, según él, se vive en Cataluña, mientras miles de civiles ucranianos morían aplastados bajo los implacables bombardeos rusos. Aunque por mucho que forzara ese símil el político independentista, todos nos damos cuenta de la diferencia entre la política y la comedia. También varios cómicos de esta putrefacta televisión de hoy han convertido el conflicto de Ucrania en algo que no hace ni pizca de gracia, y además podemos recordar con bochorno a un político transmutado en cómico (Puigdemont) huyendo a Bélgica en el maletero de un coche ante la amenaza de Rajoy. Cuando Puigdemont huyó despavorido ante la dubitativa actuación del Gobierno español frente a su referéndum de opereta, el que fuera cómico de su país, Zelenski, tampoco ha ofrecido al mundo lecciones de nada, ya que recuerdo el ridículo espantoso que hizo por videoconferencia ante el Congreso de los Diputados comparando su guerra con la Guerra Civil española, fue de pena. Sigamos : cuando ucranianos de todo el mundo abandonaban sus confortables vidas y retornaban para alistarse y morir defendiendo a su patria, la burguesía catalana compró oleadas de pisos en el barrio de Salamanca de Madrid para huir del “procés” y pagar menos impuestos, empadronándose en el imperio de Isabel Díaz Ayuso. Por eso, las comparaciones interesadas como las que hizo en su día Oriol Junqueras, resultan hoy completamente patéticas. Es bueno recordar que la Unión Europea nació, tras la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo principal de unir a los países europeos para evitar más guerras causadas por los nacionalismos y el comunismo, cosa que, en muchos países del continente, inflados de perversidad e hipocresía moderna, parece privarnos de toda consciencia.




















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