ZAMORANA
Apariencias
Arriesgarse, tomar decisiones difíciles, significarse ante los demás aun a sabiendas de que habrá críticas mordaces, no manifestar siquiera un leve signo de contrariedad cuando nos atacan para que el enemigo, al notar que sus acometidas no surten efecto, se encolerice aún más. Pretender incluso una arrogancia que es solo pose, nada que ver con un estado de ánimo incómodo, con el temblor de las piernas que apenas sostienen el cuerpo; nada que ver con el balbuceo que saldría de los labios si no fuera porque se han acostumbrado a fuerza de repetir el mismo mantra: “nada va a afectarme hasta el punto que me hunda”. Y luego, cuando ha pasado la tormenta, sea cual sea el resultado, el cuerpo está agotado, las manos no dejan de sudar, una neblina persistente cubre la vista, el agotamiento es tan extremo que un banco o una simple piedra son bienvenidos para dar reposo al organismo y a una mente extenuados.
Ellos continúan su camino, lanzaron sus dardos y se creían con derecho a ganar, pero toparon con una inusual actitud valiente, beligerante, con más desdén que argumentos reprobatorios que a nada conducen, y era eso justo lo que no esperaban. Se sienten ofendidos porque perdieron los papeles y encontraron un silencio más hiriente que cualquier respuesta. ¡No saben que solo era apariencia!
Mª Soledad Martín Turiño
Arriesgarse, tomar decisiones difíciles, significarse ante los demás aun a sabiendas de que habrá críticas mordaces, no manifestar siquiera un leve signo de contrariedad cuando nos atacan para que el enemigo, al notar que sus acometidas no surten efecto, se encolerice aún más. Pretender incluso una arrogancia que es solo pose, nada que ver con un estado de ánimo incómodo, con el temblor de las piernas que apenas sostienen el cuerpo; nada que ver con el balbuceo que saldría de los labios si no fuera porque se han acostumbrado a fuerza de repetir el mismo mantra: “nada va a afectarme hasta el punto que me hunda”. Y luego, cuando ha pasado la tormenta, sea cual sea el resultado, el cuerpo está agotado, las manos no dejan de sudar, una neblina persistente cubre la vista, el agotamiento es tan extremo que un banco o una simple piedra son bienvenidos para dar reposo al organismo y a una mente extenuados.
Ellos continúan su camino, lanzaron sus dardos y se creían con derecho a ganar, pero toparon con una inusual actitud valiente, beligerante, con más desdén que argumentos reprobatorios que a nada conducen, y era eso justo lo que no esperaban. Se sienten ofendidos porque perdieron los papeles y encontraron un silencio más hiriente que cualquier respuesta. ¡No saben que solo era apariencia!
Mª Soledad Martín Turiño




















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