El Zamora CF se despertó, quizá, de su sueño en el minuto 86: (1-1)

De vez en cuando, la justicia se aparece, como el Espíritu Santo, sobre un campo de fútbol. No suele ser lo habitual. Sucede como un milagro. Esta tarde reparto justo de puntos entre dos grandes equipos: Zamora CF y Celta Fortuna. A un servidor le duele ese empate en su alma rojiblanca, máxime cuando el empate aconteció en el tramo final, fruto de un contragolpe vigués tras la ejecución de un córner al que había subido un hombre como Bolo que no llegó a defender el centro que ocasionó el tanto visitante. Afirmo, además, que el Celta Fortuna fue el mejor equipo que pasó por el Ruta de la Plata esta temporada.

El encuentro, durante muchos minutos, más la primera mitad, fue protagonizado por el Celta. Los rojiblancos, cuando se hacían con el balón, lo perdían, no se quedaban con él, como si les quemase los borceguíes. No obstante, Tresaco, en el minuto 12 pudo marcar, pero su disparo, escorado, pero dentro del área, cerca el marco céltico, se fue desviado. A partir de ese momento, el filial se hizo con el mando del choque. El central zurdo, un jugador de gran calidad, se permitía el lujo de superar las líneas rojiblancas para pasar la pelota a la banda o en profundidad, dando lugar a momentos complicados para la defensa zamorana y su portero, Fermín, siempre seguro. Incluso hubo un tiro al larguero de los celestes cuando la primera mitad se terminaba.

La segunda entrega comenzó como acabó la primera, con una gran acción de ataque céltica, a la que el cancerbero rojiblanco puso su rúbrica con una excelente intervención.

A los diez minutos de iniciada la segunda mitad, Sabas introducía en el campo a Roni y sacaba a Pito, que combatió en soledad a la zaga viguesa mientras estuvo sobre el césped. El Zamora, poco a poco, fue mejorando. El mando gallego se fue diluyendo. De hecho, el entrenador visitante realizó sus primeros cambios en el minuto 59: Manu Fernández y Antañón entraban por Joel López, que había sido el alma de su equipo en la primera mitad, y Hubo Burcio.

Poco después, hizo lo propio Sabas, al relevar a Clavería y Campabadal y Joel Priego. Rufo pasaría a ejercer de lateral derecho y el catalán al exterior diestro, donde su velocidad descompuso a la defensa viguesa.

A partir del minuto 70, tras una jugada primorosa de Tresaco con disparo al larguero, el Zamora se hacía con el timón del partido.  De hecho, un minuto después, marcaba José Carlos, que había subido al ataque a buscar la batalla aérea y recogió el rechace de un testarazo de Bolo que se fue al palo. Los dos centrales, protagonistas del tanto rojiblanco.

¿Había que aguantar el resultado o ampliarlo? El Zamora quiso más y su ambición le perdió, porque el empate llegó tras el lanzamiento de un córner, con contragolpe que pillo a la zaga rojiblanca sin estructurarse, si estar preparada para destruir el ataque celeste. Minuto 86.

Lo intentó Sabas en ese tramo final, dando entrada a Álvaro Romero que, dentro del área no supo qué hacer con el cuero, y a Frimpong.   Abandonaron el campo un Tresaco, inmenso, ya muy agotado, y Kike Márquez, que se había dejado unos cuantos kilos sobre el césped en una tarde de auténtica primavera y un sol dañino.

Hubiera sido muy hermosa la victoria, porque habría dejado a los rojiblancos a tres puntos de la fase de ascenso. Ahora les separan cinco de Andorra. Habrá que ganar el sábado al Arenteiro y seguir esperando resultados favorables. Sabas sigue teniendo fe, porque es un entrenador que ama la esperanza.

E.Navascués de Zubiria

Fotografía: Esteban Pedrosa