ZAMORANA
Día de mercadillo
Mº Soledad Martín Turiño
![[Img #98606]](https://eldiadezamora.es/upload/images/04_2025/2418_marisol-web.jpg)
Son las doce y veinte de la mañana y ya hay que encender la luz porque el cielo se ha oscurecido para dar paso a una lluvia persistente que lo ha nublado todo. La gente evita salir a la calle para no ser presa del aguacero, y eso que hoy hay mercadillo en las afueras y los puestos estarán ya colocados. Es una faena para estos comerciantes que, desde primera hora montan sus tenderetes y exponen la mercancía a un público que hoy no llegará.
Reconozco que los días de mercadillo me gusta pasear entre los puestos; no tanto por comprar algo en concreto, sino por curiosear, porque se pueden encontrar verdaderas joyas: desde juguetes antiguos, hasta objetos que usaban nuestros padres y ahora se ven con extrañeza: una lámpara de aceite, utensilios de campo o matanza, planchas de hierro… todo eso junto a otro puesto de ropa interior que se exhibe impúdicamente colgada en perchas movidas por el viento, bisutería o prendas que son una tentación por tener buen precio y porque podrían venderse en cualquier estilosa tienda de la ciudad.
Me imagino a los vendedores recogiendo los quioscos a toda prisa para que no se mojen. Hoy no ha sido su día de suerte, pero son vendedores ambulantes y deberán cargar con su equipo para montar su zoco en el siguiente pueblo, si las condiciones climatológicas lo permiten; siempre con la casa a cuestas. Además, su forma de vida es un atractivo turístico para muchos pueblos que incluyen en sus programas de ocio la visita al mercadillo de turno.
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Son las doce y veinte de la mañana y ya hay que encender la luz porque el cielo se ha oscurecido para dar paso a una lluvia persistente que lo ha nublado todo. La gente evita salir a la calle para no ser presa del aguacero, y eso que hoy hay mercadillo en las afueras y los puestos estarán ya colocados. Es una faena para estos comerciantes que, desde primera hora montan sus tenderetes y exponen la mercancía a un público que hoy no llegará.
Reconozco que los días de mercadillo me gusta pasear entre los puestos; no tanto por comprar algo en concreto, sino por curiosear, porque se pueden encontrar verdaderas joyas: desde juguetes antiguos, hasta objetos que usaban nuestros padres y ahora se ven con extrañeza: una lámpara de aceite, utensilios de campo o matanza, planchas de hierro… todo eso junto a otro puesto de ropa interior que se exhibe impúdicamente colgada en perchas movidas por el viento, bisutería o prendas que son una tentación por tener buen precio y porque podrían venderse en cualquier estilosa tienda de la ciudad.
Me imagino a los vendedores recogiendo los quioscos a toda prisa para que no se mojen. Hoy no ha sido su día de suerte, pero son vendedores ambulantes y deberán cargar con su equipo para montar su zoco en el siguiente pueblo, si las condiciones climatológicas lo permiten; siempre con la casa a cuestas. Además, su forma de vida es un atractivo turístico para muchos pueblos que incluyen en sus programas de ocio la visita al mercadillo de turno.


















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