Manuel Herrero Alonso
Miércoles, 30 de Abril de 2025
DENUNCIA

Tenemos la Semana Santa que deseamos, pero ¿es el turismo que queremos?

Conviene abrir el debate: ¿Es deseable llenar la ciudad durante unos pocos días al año o sería más beneficioso atraer un turismo menos masivo pero con estancias más largas y repartidas en el tiempo?

Acabamos de vivir otra Semana Santa, y como era de esperar, pese a que el tiempo no acompañó del todo, Zamora se llenó. En algunos días se triplicó la población habitual. Es entonces cuando debemos preguntarnos si este es el modelo turístico que realmente queremos para la ciudad. Muchos de los que llegan son familiares de zamoranos, que aprovechan estas fechas como otros lo hacen en Navidad, vuelven a casa. Siempre es agradable reencontrarse con quienes viven fuera y siguen llevando a Zamora en el corazón. Pero también hay turistas que acuden atraídos por el Miserere, la salida del Cinco de Copas, y tantas otras singularidades imposibles de listar.

 

Unos se alojan en hoteles o pisos turísticos. Otros, ante los precios disparados del alojamiento esos días, optan por pernoctar en localidades cercanas y desplazarse. En cualquier caso, durante esa semana se nota la afluencia, en el comercio, en la hostelería, en el ambiente.

 

Sin embargo, no todo son luces. Desde el Ayuntamiento se permite la instalación masiva de puestos ambulantes en zonas céntricas, lo que perjudica a quienes sostienen el comercio local durante todo el año. En hostelería, aunque se agradece el negocio, la demanda desborda los locales, impidiendo atender como se quisiera. Y mientras los bares del centro no dan abasto, los de los barrios quedan vacíos, salvo en momentos muy concretos como el tradicional Dos y Pingada. A esto hay que sumar los costes, más operarios de limpieza, más refuerzo diario y servicios especiales tras las procesiones. Aun así, algunas calles como Balborraz tras el paso de la Esperanza, o La Plata y Zapatería tras la Buena Muerte, no se limpiaron hasta la mañana siguiente.

 

También está la incomodidad: aparcar se vuelve una odisea, muchas plazas se ocupan incluso en jardines o aceras, sin que intervenga la grúa como lo haría en otra época del año. Hacer la compra o simplemente salir a tomar un pincho se complica. Son los inconvenientes de un turismo masivo en tan poco tiempo. Y así seguirá. Porque nadie quiere perder la gallina de los huevos de oro. La Semana Santa deja dinero, genera empleo, aunque sea por pocos días, y proyecta a Zamora. Pero se hace evidente que urge repensar el modelo y explorar cómo alargar su efecto. El intento municipal de organizar un concierto el Domingo de Resurrección es algo, pero claramente insuficiente.

 

Manuel Herrero Alonso

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