Una entrañable historia

Sucedía en aquel año,  uno de los acontecimientos que más ha marcado mi vida.  En los últimos días del mes de abril iba a ser padre por vez primera.

Mi esposa (QEPD) estaba a punto de dar a luz después de más de dos años de matrimonio.  El alumbramiento se produciría en el propio domicilio, por varios motivos:  el primero, porque en aquellos tiempos no pertenecíamos al Régimen General de la Seguridad Social,  puesto que mi profesión nos agrupaba en la MUNPAL (Mutualidad Nacional de Previsión de la Administración Local) y también porque era costumbre tradicional dar a luz en casa, salvo complicaciones.  La comadrona acudía al domicilio de la parturienta y allí la atendía convenientemente.  En caso de necesidad hubiera ordenado el traslado al Hospital provincial dependiente de la Diputación.

Rosario sintió los primeros síntomas del parto, como dije, en los últimos días del mes de abril, concretamente el día 26.  Avisamos a la Comadrona, doña María Losada que acudió prestamente y le realizó la revisión oportuna.  Dijo que, como era primeriza, tardaría más de un día en dar a luz, pero que todo parecía discurrir con normalidad.
Al día siguiente y al otro , iba y volvía la Comadrona, sin que el parto culminase.  El último día de aquel mes de abril ya empezaba a preocupar el retraso,  llegando a comentar si sería conveniente hacer el traslado al centro hospitalario.

En los meses de transcurso del embarazo se le habían hecho los oportunos reconocimientos periódicos por el Ginecólogo; en aquellos tiempos no acostumbraban a predecir el sexo del feto, así que este no se conocería hasta el momento de nacer.

Por fin, cuando comenzaba mayo, en las dos primeras horas del  día primero de aquel florido mes, nacía una hermosa niña que haría las delicias de toda la familia.

Hoy, Marisol que ya es abuela y yo soy bisabuelo, cumple años deseándole que tenga un venturoso día y que siga siendo muy feliz muchos años más.

Balbino Lozano