Gonzalo Julián
Jueves, 01 de Mayo de 2025
CRÍTICAS

Iberdrola, prepotente e injusta con Ricobayo, con Zamora una vez más

En la imagen que presentamos, observamos varios detalles que ahora comentaremos. Antes decir que nos acerca a la memoria varios recuerdos cincuentenarios de infancias en las que se aunaban el primer utilitario, sobrecargado por tu padre con los abuelos, la mesa, la manta de campo, la tortilla, los flotadores... camino de “Ricobayo para bañarnos”. 

Posteriormente, cuando tu padre confiaba en ti dejándote el coche, “las excursiones de la pandilla” a pasar las primeras tardes fuera de la capital... hasta que pudiera llegar el primer viaje al Mediterráneo. Aquellos, o estos, tal vez con tu primera novia. 

Inolvidables todos, al igual que la parada obligatoria en la propia PRESA DE RICOBAYO para ver aquella masa y magnitud de agua que, salvo en el Lago de Sanabria, ninguno aún habíamos podido conocer. Después empezaron a llamarlos “EL MAR DE CASTILLA”. Nuestro mar a 25 kilómetros y aparcados encima de él. 

 

Pues todo ello, que nos lo entregó IBERDROLA sin ser consciente, puesto que nada les costaba, ya que hasta la N-122 la hicieron pasar por esa cresta sinuosa, pero para nosotros evocadora de lo que aún no conocíamos, pero que nos permitió asimilar esas realidades que he citado ahora tras volver a mi mente, tras visitar, constatar y fotografiar como se vilipendia esa historia llena de esos pocos recuerdos añorados. Ahora cuando la IBERDROLA más prepotente considera que es peligroso lo que esta ciudad ha hecho durante 70 años circulando por esta carretera, y parando su gente allí cuando quería sentirse orgullosa de que en sus tierras se hubiese construido la presa más grande de Europa y durante otros muchos, la más productiva de España... pues ahora –digo–  NOS LA  CECAN CON PIVOTES POR UNO DE SUS ARCENES EN LA N-122 Y CON MALLA METÁLICA POR EL OTRO, como podemos apreciar. 

 

Llegan noticias de que lo van a subsanar. Los negocios de Turismo Rural agradecerán poder volver a ofrecer a sus huéspedes y clientes, entre los muy diversos encantos y destinos de la zona, aún y como siempre  tan depauperada, el poder divisar algo que sigue transmitiendo tranquilidad, sosiego, belleza. Pero, señores “iberdroleños”: a un nostálgico le han mancillado sus recuerdos. Sí, recuerdos de los que ustedes y sus predecesores nunca pudieron tener ni disfrutar. Ni cuando llegaron a estas tierras con la intención de colonizarlas, delimitarlas y hacerlas de su propiedad, poniéndole los límites hasta donde pudiese llegar el agua, ni cuando se fueron con el trabajo hecho y las turbinas a pleno funcionamiento. Sólo les faltaban estos pocos cientos de metros... y ustedes nos han hecho saber que también son de su propiedad.  

 

Gonzalo Julián

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