NOTAS DEL PENSAMIENTO
Rasgos de los españoles en el futuro 2050
José Antonio Ávila López
![[Img #98778]](https://eldiadezamora.es/upload/images/05_2025/5877_8071_8771_2765_5527_9183_8528_239_8209_6877_3755_9091_1998_4810_7036_9924_1363_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
¿Cómo seremos los españoles en el 2050? ¿Qué características personales, sociales, morales y políticas tendremos? Son preguntas bastante complejas, aunque viendo los cauces por los que discurre nuestra sociedad, podemos adivinar algunos rasgos que nos conducirán a una situación parecida a la siguiente : el españolito del 2050 nacerá muy probablemente fuera de una familia convencional, ya que el auge de familias monoparentales o integradas por parejas homo o bisexuales, o incluso por mayor número de miembros, hará que disminuya el número de chavales que tengan los típicos papá y mamá. El ambiente familiar en el que se críen será también diferente, alejándose de los viejos principios de autoridad, obediencia y respeto que a muchos nos inculcaron hacia nuestros mayores. La familia constituirá antes un orden abierto y participativo que una comunidad jerarquizada basada en la primacía de la voluntad de los adultos. Los niños tratarán a sus progenitores de igual a igual, o incluso con exceso de mando, desprecio o superioridad. La educación del españolito medio será también muy distinta de la que conocimos, ya que el eje del sistema educativo estará centrado en fomentar las emociones, los anhelos, los deseos y los sentimientos, descartando el esfuerzo, el mérito, la competencia y la memoria. Para los modernos pedagogos, acumular información no sirve de nada porque todo puede consultarse en internet, aunque el día en que vivamos rodeados de concursantes televisivos, influencers o cantantes dedicados al perreo, y nos apercibamos de que necesitamos cirujanos, arquitectos, abogados o ingenieros, tal vez queramos volver al punto de partida. Hasta entonces, no habrá calificaciones traumatizantes, suspensos ni repeticiones de curso. La vida profesional del español del futuro será bastante menos extenuante, porque no existirán corbatas, horarios, oficinas cerradas ni jornadas laborales agotadoras, y tampoco teletrabajo a destajo sin límites y sin fin. El Estado pagará sueldos por sentir, emocionarse, conversar, disfrutar el ocio, imaginar, interrelacionarse, respetar el medio ambiente y vivir de forma sostenible. Las empresas funcionarán sin jefes, sin órdenes, sin esfuerzos y con mucho amor. El dinero con el que va a pagarse todo eso es todavía una incógnita, y seguramente habrá que sacárselo a “los ricos”, aunque la duda es si todavía nos quedará alguno a quien desplumar.
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¿Cómo seremos los españoles en el 2050? ¿Qué características personales, sociales, morales y políticas tendremos? Son preguntas bastante complejas, aunque viendo los cauces por los que discurre nuestra sociedad, podemos adivinar algunos rasgos que nos conducirán a una situación parecida a la siguiente : el españolito del 2050 nacerá muy probablemente fuera de una familia convencional, ya que el auge de familias monoparentales o integradas por parejas homo o bisexuales, o incluso por mayor número de miembros, hará que disminuya el número de chavales que tengan los típicos papá y mamá. El ambiente familiar en el que se críen será también diferente, alejándose de los viejos principios de autoridad, obediencia y respeto que a muchos nos inculcaron hacia nuestros mayores. La familia constituirá antes un orden abierto y participativo que una comunidad jerarquizada basada en la primacía de la voluntad de los adultos. Los niños tratarán a sus progenitores de igual a igual, o incluso con exceso de mando, desprecio o superioridad. La educación del españolito medio será también muy distinta de la que conocimos, ya que el eje del sistema educativo estará centrado en fomentar las emociones, los anhelos, los deseos y los sentimientos, descartando el esfuerzo, el mérito, la competencia y la memoria. Para los modernos pedagogos, acumular información no sirve de nada porque todo puede consultarse en internet, aunque el día en que vivamos rodeados de concursantes televisivos, influencers o cantantes dedicados al perreo, y nos apercibamos de que necesitamos cirujanos, arquitectos, abogados o ingenieros, tal vez queramos volver al punto de partida. Hasta entonces, no habrá calificaciones traumatizantes, suspensos ni repeticiones de curso. La vida profesional del español del futuro será bastante menos extenuante, porque no existirán corbatas, horarios, oficinas cerradas ni jornadas laborales agotadoras, y tampoco teletrabajo a destajo sin límites y sin fin. El Estado pagará sueldos por sentir, emocionarse, conversar, disfrutar el ocio, imaginar, interrelacionarse, respetar el medio ambiente y vivir de forma sostenible. Las empresas funcionarán sin jefes, sin órdenes, sin esfuerzos y con mucho amor. El dinero con el que va a pagarse todo eso es todavía una incógnita, y seguramente habrá que sacárselo a “los ricos”, aunque la duda es si todavía nos quedará alguno a quien desplumar.


















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