
ZAMORA
Carta abierta de un policía municipal
Al Sr. Concejal D. Pablo Novo y a todo el Grupo Municipal de Izquierda Unida del Excmo. Ayuntamiento de Zamora.
En primer lugar, permítanme presentarme: soy un agente de la Policía Municipal de Zamora, con número de identificación profesional 9083.
Como nunca me he escondido debajo de mi placa policial, diré que me llamo Raimundo Martín, y que sirvo a mi comunidad desde 1995.
Me dirijo a usted, y por extensión a todo el Grupo Municipal de Izquierda Unida por una razón de justicia moral. No me mueve en este acto ningún otro tipo de interés de naturaleza política o ideológica; y por supuesto, tampoco hay nada espurio o mezquino en mi intención.
Desde hace ya varios meses, un profundo desencuentro preside las relaciones entre el Instituto armado al que pertenezco, y ese grupo municipal. Por supuesto, tengo muy presente, que como ocurre en todo conflicto, ambas partes creen estar en posesión de la verdad, y entienden legítimas sus pretensiones, no en vano, llevo dedicándome algo más de treinta años ya a mediar en controversias entre mis vecinos, tratando siempre de ayudarlos a evitar males mayores llegando a un consenso.
Sin embargo, y con la perspectiva que a uno le otorgan estas tres décadas de servicio, he decir, no sin profunda tristeza, que jamás he sentido tanto desprecio, tanta falta de consideración y tanto rechazo de una formación política por la mera condición de pertenecer a un cuerpo policial.
Puedo comprender, haciendo un ejercicio de empatía, que no será fácil para un partido político, cuya ideología gravita en torno al bienestar y la protección de derechos de la clase trabajadora, que un sector de ésta se movilice precisamente por una vulneración de derechos tan evidentes como el descanso, el disfrute de la familia y la consideración laboral misma.
Sin embargo, lo que no llego a comprender es cómo los mismos representantes de la población a la que servimos, y en el nombre de la cual actuamos garantizando el ejercicio de derechos y libertades; ataquen, difamen, desprestigien y desprecien de un modo tan sorprendente a quienes paradójicamente califican de ser un servicio esencial.
Leyendo al Sr. Novo en sus escritos públicos, tengo la sensación de que para él soy una especie de eremita solitario y apartado de la sociedad a la que sirvo; una especie de asceta que vive en comunidad aislada junto al resto de los de mi condición, de donde solo salimos para ir a realizar nuestra función.
Sr. Novo:
Aparte de ser policía, soy un vecino más de esta ciudad, inserto en su tejido social. Llevo a mis hijos a la misma escuela que los pequeños de mis vecinos, comparto con ellos horas en los parques, en los que además mantenemos agradables y animadas tertulias, llevo a cabo actividades en diferentes organizaciones y asociaciones junto con mis conciudadanos; y por lo tanto, soy muy consciente de la trascendencia de mis actos, de mis reivindicaciones, y cómo puede ello afectar a mi gente.
Jamás, Sr. Novo, jamás han perjudicado a la comunidad, las reivindicaciones laborales de este Cuerpo de Policía; dejándolas siempre a un lado, cuando se presentaban las necesidades y los intereses de nuestros vecinos (también incluyo a las vecinas, señoras y señores concejales de Izquierda Unida, aunque no use ese lenguaje tan reivindicativo de una igualdad en derechos entre hombres y mujeres, que no solo no me planteo, sino que además defiendo, llegando a poner en peligro mi propia integridad física como agente de Policía).
Por lo tanto, jamás se nos ocurriría perturbar o provocar una disfunción en la Semana Santa, tal y como usted afirma en su última carta de opinión, amparados en la legitimidad de nuestras reclamaciones.
No somos nosotros, los que nos apartamos de estar allí donde nuestros vecinos consideran que debemos estar, o donde al menos les gustaría que estuviésemos; en el caso de la Semana Santa: en cada cruce, en cada esquina, acompañando a las imágenes de devoción popular, representando la Autoridad de nuestros vecinos en el afecto que se le profesa a determinadas iconografías, seamos creyentes o no, aunque pertenezcamos a una institución civil, Sr. Alcalde.
Creo firmemente que siendo servidores públicos, servimos a la gente, a toda la gente; cristiana, musulmana, atea, agnóstica, a los nostálgicos de uno u otro lado, a los que piensan de uno u otro modo, o que simplemente no muestran preferencias… y hemos estado, estamos y estaremos donde el Pueblo de Zamora diga que tenemos o tendríamos que estar, con el respeto y la consideración debidos, sin enmascararlos con ausencias por cuestiones ideológicas. Mi trabajo, Sr. Novo, va más allá de denunciar a mis vecinos por tener sus coches mal aparcados en el casco antiguo o en los barrios; consiste en conjunto, en hacer que todo el mundo vuelva a su casa igual que salió.
Sr. Novo, esta Semana Santa, la Policía Municipal ha vuelto a estar con toda la gente en la calle, un año más, y con la frente alta, tal y como nos piden nuestros vecinos que estemos.
Me gusta comentar siempre con mis conciudadanos, que lo mínimo que les debo como servidor suyo que soy, es honestidad: ¿pueden ustedes decir lo mismo, Sr. Novo, Sra. Rivera…?
Su campaña de desprestigio hacia no solo la Policía Municipal, sino también hacia los integrantes del Servicio de Extinción de Incendios, nuestros hermanos bomberos; no les está reportando los resultados esperados, de ahí su nerviosismo y sus tergiversaciones, que incluso llegan a afectar a las interpretaciones de las resoluciones judiciales:
¿Por qué no informan correcta y verazmente a los zamoranos sobre el contenido del auto de Su Señoría en el que desestima las medidas cautelares de propuestas por los servicios jurídicos sindicales, basándolo en la necesidad de entrar a valorar el fondo de la cuestión?
Señoras y señores concejales del Grupo Municipal de Izquierda Unida:
La Policía Municipal de Zamora, hundiendo sus orígenes en los albores del Mundo Contemporáneo, siempre ha velado, vela y velará por la seguridad y el bienestar de todos los zamoranos; defenderemos a la población contra cualquier calamidad e injusticia y /o abuso, vengan de donde vengan. Hará falta mucho más que una campaña de desprestigio ante la ciudadanía para doblegar nuestro código deontológico o desvirtuar nuestras legítimas aspiraciones laborales.
Recuerde Sr. Novo que la primera de mis obligaciones es proteger a la gente. Es verdad que en el ejercicio mismo de esa protección, unos pocos se verán perjudicados y no entenderán mi función, pero en todo caso, D. Pablo, me debo a los ciudadanos, exactamente igual que usted, aunque la diferencia entre ambos es que yo no obedezco a intereses partidistas o ideológicos, estando sujeto exclusivamente al Imperio de la Ley.
Hace ya muchos años, un hombre llamado Thomas Jefferson dijo:
“La vieja práctica de los tiranos es usar una parte del pueblo para tener sometida la otra parte”
No seré yo, D. Pablo, quien me presente aquí como el paradigma del correcto proceder, pero como servidor público, creo que ese viejo refrán español que dice:
“la mujer del César, además de casta ha de parecerlo”, nos es de total y absoluta aplicación, a ustedes y a nosotros, como personas que trabajamos para la comunidad. (Vuelvo a aclarar que cito este pasaje de sabiduría popular sin ánimo de caer en el machismo del que en algunas ocasiones nos han acusado en el transcurso de nuestros actos reivindicativos).
Examine su conciencia, Sr. Concejal, en busca de posibles pecados políticos, porque cada vez estoy más convencido de que deberían darse por aludidos respecto a aquella vez que Karl Marx dijo:
“El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”
¿Ostentan ustedes el poder consecuentemente, respecto del código ideológico que dicen profesar?
Pueden ustedes tacharme de exagerado o considerar mis palabras fruto del resentimiento. Con el corazón en la mano puedo decirles que comparto gran parte de los principios ideológicos que dicen ustedes practicar, sin embargo les invito, a la luz de los últimos acontecimientos de su práctica política, a buscar la parte de responsabilidad que les corresponde en el malestar de algunos trabajadores públicos. Decía, una vez más, el Sr. Jefferson:
“un amigo ofendido puede convertirse en el más encarnizado enemigo”.
Aprendan ustedes algo de Historia, señoras y señores concejales de Izquierda Unida, o resígnense a repetir los dolorosos errores del pasado por ignorarla. Desde luego, jamás pensé que yo, un humilde agente de la Policía Municipal, tuviera que recordarles que el mismo Marx, consideraba la lucha de clases como el motor de la Historia.
No me tomen a mal esta expresión, consciente como soy de su marcado laicismo, pero les invito a hacer acto de contrición para convencerse ustedes mismos y poder así explicarle a quiénes le otorgaron en las urnas el mandato de dirigir los destinos de la cosa pública, si es lo mismo un caso de emergencia o calamidad pública, una catástrofe o grave desastre; que un evento cultural de fin de semana a la hora de gestionar recursos públicos, que ustedes llaman esenciales y yo, sin embargo, prefiero denominar necesarios.
Señoras y señores concejales de Izquierda Unida, los recursos públicos han de gestionarse con sabiduría, pero sobre todo con racionalidad y responsabilidad, conscientes del esfuerzo que supone su mantenimiento por quienes mediante nuestras cargas fiscales contribuimos a su sostenimiento.
Para terminar, con independencia de lo justas que puedan ser o no nuestras reivindicaciones laborales como bomberos y policías de Zamora; me gustaría hacer público el hecho de renovar ante mi gente el compromiso que libremente adquirí bajo juramento siendo un chaval de veintiún años:
Defender siempre a mis vecinos, cueste lo que cueste, con lealtad a las instituciones, al pueblo español y a las leyes de que éste se dota; y para ello estaremos mis compañeros y yo donde haga falta: desde sacando la sonrisa de un crío confinado en pandemia el día de su cumpleaños, hasta la protección de quién lo necesite, pasando por hacer cumplir las normas por el bien de todos, así como escoltando un paso de Semana Santa, o reconfortando a quién tan solo desee escuchar una palabra humana y amable de un agente conocido de su Policía Municipal.
Raimundo Martín.
Agente de la Policía Municipal de Zamora
En primer lugar, permítanme presentarme: soy un agente de la Policía Municipal de Zamora, con número de identificación profesional 9083.
Como nunca me he escondido debajo de mi placa policial, diré que me llamo Raimundo Martín, y que sirvo a mi comunidad desde 1995.
Me dirijo a usted, y por extensión a todo el Grupo Municipal de Izquierda Unida por una razón de justicia moral. No me mueve en este acto ningún otro tipo de interés de naturaleza política o ideológica; y por supuesto, tampoco hay nada espurio o mezquino en mi intención.
Desde hace ya varios meses, un profundo desencuentro preside las relaciones entre el Instituto armado al que pertenezco, y ese grupo municipal. Por supuesto, tengo muy presente, que como ocurre en todo conflicto, ambas partes creen estar en posesión de la verdad, y entienden legítimas sus pretensiones, no en vano, llevo dedicándome algo más de treinta años ya a mediar en controversias entre mis vecinos, tratando siempre de ayudarlos a evitar males mayores llegando a un consenso.
Sin embargo, y con la perspectiva que a uno le otorgan estas tres décadas de servicio, he decir, no sin profunda tristeza, que jamás he sentido tanto desprecio, tanta falta de consideración y tanto rechazo de una formación política por la mera condición de pertenecer a un cuerpo policial.
Puedo comprender, haciendo un ejercicio de empatía, que no será fácil para un partido político, cuya ideología gravita en torno al bienestar y la protección de derechos de la clase trabajadora, que un sector de ésta se movilice precisamente por una vulneración de derechos tan evidentes como el descanso, el disfrute de la familia y la consideración laboral misma.
Sin embargo, lo que no llego a comprender es cómo los mismos representantes de la población a la que servimos, y en el nombre de la cual actuamos garantizando el ejercicio de derechos y libertades; ataquen, difamen, desprestigien y desprecien de un modo tan sorprendente a quienes paradójicamente califican de ser un servicio esencial.
Leyendo al Sr. Novo en sus escritos públicos, tengo la sensación de que para él soy una especie de eremita solitario y apartado de la sociedad a la que sirvo; una especie de asceta que vive en comunidad aislada junto al resto de los de mi condición, de donde solo salimos para ir a realizar nuestra función.
Sr. Novo:
Aparte de ser policía, soy un vecino más de esta ciudad, inserto en su tejido social. Llevo a mis hijos a la misma escuela que los pequeños de mis vecinos, comparto con ellos horas en los parques, en los que además mantenemos agradables y animadas tertulias, llevo a cabo actividades en diferentes organizaciones y asociaciones junto con mis conciudadanos; y por lo tanto, soy muy consciente de la trascendencia de mis actos, de mis reivindicaciones, y cómo puede ello afectar a mi gente.
Jamás, Sr. Novo, jamás han perjudicado a la comunidad, las reivindicaciones laborales de este Cuerpo de Policía; dejándolas siempre a un lado, cuando se presentaban las necesidades y los intereses de nuestros vecinos (también incluyo a las vecinas, señoras y señores concejales de Izquierda Unida, aunque no use ese lenguaje tan reivindicativo de una igualdad en derechos entre hombres y mujeres, que no solo no me planteo, sino que además defiendo, llegando a poner en peligro mi propia integridad física como agente de Policía).
Por lo tanto, jamás se nos ocurriría perturbar o provocar una disfunción en la Semana Santa, tal y como usted afirma en su última carta de opinión, amparados en la legitimidad de nuestras reclamaciones.
No somos nosotros, los que nos apartamos de estar allí donde nuestros vecinos consideran que debemos estar, o donde al menos les gustaría que estuviésemos; en el caso de la Semana Santa: en cada cruce, en cada esquina, acompañando a las imágenes de devoción popular, representando la Autoridad de nuestros vecinos en el afecto que se le profesa a determinadas iconografías, seamos creyentes o no, aunque pertenezcamos a una institución civil, Sr. Alcalde.
Creo firmemente que siendo servidores públicos, servimos a la gente, a toda la gente; cristiana, musulmana, atea, agnóstica, a los nostálgicos de uno u otro lado, a los que piensan de uno u otro modo, o que simplemente no muestran preferencias… y hemos estado, estamos y estaremos donde el Pueblo de Zamora diga que tenemos o tendríamos que estar, con el respeto y la consideración debidos, sin enmascararlos con ausencias por cuestiones ideológicas. Mi trabajo, Sr. Novo, va más allá de denunciar a mis vecinos por tener sus coches mal aparcados en el casco antiguo o en los barrios; consiste en conjunto, en hacer que todo el mundo vuelva a su casa igual que salió.
Sr. Novo, esta Semana Santa, la Policía Municipal ha vuelto a estar con toda la gente en la calle, un año más, y con la frente alta, tal y como nos piden nuestros vecinos que estemos.
Me gusta comentar siempre con mis conciudadanos, que lo mínimo que les debo como servidor suyo que soy, es honestidad: ¿pueden ustedes decir lo mismo, Sr. Novo, Sra. Rivera…?
Su campaña de desprestigio hacia no solo la Policía Municipal, sino también hacia los integrantes del Servicio de Extinción de Incendios, nuestros hermanos bomberos; no les está reportando los resultados esperados, de ahí su nerviosismo y sus tergiversaciones, que incluso llegan a afectar a las interpretaciones de las resoluciones judiciales:
¿Por qué no informan correcta y verazmente a los zamoranos sobre el contenido del auto de Su Señoría en el que desestima las medidas cautelares de propuestas por los servicios jurídicos sindicales, basándolo en la necesidad de entrar a valorar el fondo de la cuestión?
Señoras y señores concejales del Grupo Municipal de Izquierda Unida:
La Policía Municipal de Zamora, hundiendo sus orígenes en los albores del Mundo Contemporáneo, siempre ha velado, vela y velará por la seguridad y el bienestar de todos los zamoranos; defenderemos a la población contra cualquier calamidad e injusticia y /o abuso, vengan de donde vengan. Hará falta mucho más que una campaña de desprestigio ante la ciudadanía para doblegar nuestro código deontológico o desvirtuar nuestras legítimas aspiraciones laborales.
Recuerde Sr. Novo que la primera de mis obligaciones es proteger a la gente. Es verdad que en el ejercicio mismo de esa protección, unos pocos se verán perjudicados y no entenderán mi función, pero en todo caso, D. Pablo, me debo a los ciudadanos, exactamente igual que usted, aunque la diferencia entre ambos es que yo no obedezco a intereses partidistas o ideológicos, estando sujeto exclusivamente al Imperio de la Ley.
Hace ya muchos años, un hombre llamado Thomas Jefferson dijo:
“La vieja práctica de los tiranos es usar una parte del pueblo para tener sometida la otra parte”
No seré yo, D. Pablo, quien me presente aquí como el paradigma del correcto proceder, pero como servidor público, creo que ese viejo refrán español que dice:
“la mujer del César, además de casta ha de parecerlo”, nos es de total y absoluta aplicación, a ustedes y a nosotros, como personas que trabajamos para la comunidad. (Vuelvo a aclarar que cito este pasaje de sabiduría popular sin ánimo de caer en el machismo del que en algunas ocasiones nos han acusado en el transcurso de nuestros actos reivindicativos).
Examine su conciencia, Sr. Concejal, en busca de posibles pecados políticos, porque cada vez estoy más convencido de que deberían darse por aludidos respecto a aquella vez que Karl Marx dijo:
“El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”
¿Ostentan ustedes el poder consecuentemente, respecto del código ideológico que dicen profesar?
Pueden ustedes tacharme de exagerado o considerar mis palabras fruto del resentimiento. Con el corazón en la mano puedo decirles que comparto gran parte de los principios ideológicos que dicen ustedes practicar, sin embargo les invito, a la luz de los últimos acontecimientos de su práctica política, a buscar la parte de responsabilidad que les corresponde en el malestar de algunos trabajadores públicos. Decía, una vez más, el Sr. Jefferson:
“un amigo ofendido puede convertirse en el más encarnizado enemigo”.
Aprendan ustedes algo de Historia, señoras y señores concejales de Izquierda Unida, o resígnense a repetir los dolorosos errores del pasado por ignorarla. Desde luego, jamás pensé que yo, un humilde agente de la Policía Municipal, tuviera que recordarles que el mismo Marx, consideraba la lucha de clases como el motor de la Historia.
No me tomen a mal esta expresión, consciente como soy de su marcado laicismo, pero les invito a hacer acto de contrición para convencerse ustedes mismos y poder así explicarle a quiénes le otorgaron en las urnas el mandato de dirigir los destinos de la cosa pública, si es lo mismo un caso de emergencia o calamidad pública, una catástrofe o grave desastre; que un evento cultural de fin de semana a la hora de gestionar recursos públicos, que ustedes llaman esenciales y yo, sin embargo, prefiero denominar necesarios.
Señoras y señores concejales de Izquierda Unida, los recursos públicos han de gestionarse con sabiduría, pero sobre todo con racionalidad y responsabilidad, conscientes del esfuerzo que supone su mantenimiento por quienes mediante nuestras cargas fiscales contribuimos a su sostenimiento.
Para terminar, con independencia de lo justas que puedan ser o no nuestras reivindicaciones laborales como bomberos y policías de Zamora; me gustaría hacer público el hecho de renovar ante mi gente el compromiso que libremente adquirí bajo juramento siendo un chaval de veintiún años:
Defender siempre a mis vecinos, cueste lo que cueste, con lealtad a las instituciones, al pueblo español y a las leyes de que éste se dota; y para ello estaremos mis compañeros y yo donde haga falta: desde sacando la sonrisa de un crío confinado en pandemia el día de su cumpleaños, hasta la protección de quién lo necesite, pasando por hacer cumplir las normas por el bien de todos, así como escoltando un paso de Semana Santa, o reconfortando a quién tan solo desee escuchar una palabra humana y amable de un agente conocido de su Policía Municipal.
Raimundo Martín.
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