
DIÓCESIS DE ZAMORA
El obispo de Zamora lamenta el fallecimiento de Javier Prieto: "Tu muerte nos ha partido el alma"
Fernando Valera le dedica una carta abierta a la familia y a la comunidad cristiana zamorana, tras la muerte inesperada del joven sacerdote.
El obispo de Zamora, Fernando Valera, ha hecho público el profundo dolor que ha provocado en la diócesis de Zamora la noticia del fallecimiento de Javier Prieto, joven sacerdote ordenado hace poco más de dos meses, para lo que ha publicado una carta abierta a su familia y a todos los zamoranos de corazón cristiano.
Su fallecimiento, explica en su misiva, ha conmocionado no solo a sus familiares y compañeros, sino también a la comunidad cristiana de Toro, donde ejercía su ministerio desde febrero.
En la emotiva carta pastoral, el obispo de Zamora expresa el desconcierto que provoca la pérdida de una vida tan joven, entregada con entusiasmo a la vocación sacerdotal. "Los planes de Dios no son nuestros planes", escribió el prelado. "Hoy todo son preguntas. Hoy todo es misterio. Hoy todo es silencio".
La carta recoge palabras de consuelo, dirigidas especialmente a la familia del joven presbítero, especialmente para sus padres, Ángela y Ángel, su hermano Francisco, su abuela, tíos y primos, y para toda la comunidad, que había arropado con cariño a Javier desde su entrada al seminario. "Tenéis que repetíroslo muchas veces: fue absolutamente feliz. Dios le hizo feliz. Y así lo vivió él", afirmó Valera.
El mensaje destacó la intensidad con la que el joven sacerdote vivió su vocación, recordando que su versículo preferido era una pregunta del apóstol san Pablo en la carta a los Romanos: “¿Quién nos separará del amor de Dios?” Una frase que, según el obispo, resume el espíritu de entrega que caracterizó a Javier hasta el final.
En su corta trayectoria pastoral, Javier se había ganado el cariño de las gentes de Toro, en especial del colegio Amor de Dios, los jóvenes, los niños y las cofradías de la ciudad. Por deseo expreso de su familia y con el apoyo de las Hermanas del Amor de Dios, su cuerpo será enterrado en el cementerio de Toro, en la sepultura de las religiosas.
"Este presbiterio se queda hoy sin el más pequeño, sin el benjamín de sus sacerdotes", lamentó Valera. "Su muerte nos ha partido el alma. Solo la vida que no acaba es ahora, más que nunca, hontanar de nuestra esperanza".
El obispo de Zamora, Fernando Valera, ha hecho público el profundo dolor que ha provocado en la diócesis de Zamora la noticia del fallecimiento de Javier Prieto, joven sacerdote ordenado hace poco más de dos meses, para lo que ha publicado una carta abierta a su familia y a todos los zamoranos de corazón cristiano.
Su fallecimiento, explica en su misiva, ha conmocionado no solo a sus familiares y compañeros, sino también a la comunidad cristiana de Toro, donde ejercía su ministerio desde febrero.
En la emotiva carta pastoral, el obispo de Zamora expresa el desconcierto que provoca la pérdida de una vida tan joven, entregada con entusiasmo a la vocación sacerdotal. "Los planes de Dios no son nuestros planes", escribió el prelado. "Hoy todo son preguntas. Hoy todo es misterio. Hoy todo es silencio".
La carta recoge palabras de consuelo, dirigidas especialmente a la familia del joven presbítero, especialmente para sus padres, Ángela y Ángel, su hermano Francisco, su abuela, tíos y primos, y para toda la comunidad, que había arropado con cariño a Javier desde su entrada al seminario. "Tenéis que repetíroslo muchas veces: fue absolutamente feliz. Dios le hizo feliz. Y así lo vivió él", afirmó Valera.
El mensaje destacó la intensidad con la que el joven sacerdote vivió su vocación, recordando que su versículo preferido era una pregunta del apóstol san Pablo en la carta a los Romanos: “¿Quién nos separará del amor de Dios?” Una frase que, según el obispo, resume el espíritu de entrega que caracterizó a Javier hasta el final.
En su corta trayectoria pastoral, Javier se había ganado el cariño de las gentes de Toro, en especial del colegio Amor de Dios, los jóvenes, los niños y las cofradías de la ciudad. Por deseo expreso de su familia y con el apoyo de las Hermanas del Amor de Dios, su cuerpo será enterrado en el cementerio de Toro, en la sepultura de las religiosas.
"Este presbiterio se queda hoy sin el más pequeño, sin el benjamín de sus sacerdotes", lamentó Valera. "Su muerte nos ha partido el alma. Solo la vida que no acaba es ahora, más que nunca, hontanar de nuestra esperanza".
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