Apagón: fumata rosa

Con llave mantuvieron cerrados los informes del apagón de España, patética, ridícula realidad, donde un entero país se colapsa. En los puestos principales de varias eléctricas, las puertas giratorias que conducen de la política a los negocios colocaron a los premiados en su cúspide para enriquecerse, sobre todo a miembros del partido socialista, que eso de la distribución de la riqueza siempre es bueno señalando a los demás. Comunistas y socialistas enriquecidos no saben mirarse en el espejo moral y justifican su vida acomodada cuando antes criticaban ese tipo de vida, si eran otros los acaudalados.

El resultado no es el bien común, sino el propio, el de la mafia infame del partido que se reparte los puestos clave de la sociedad y llena ministerios o empresas feudatarias con ineptos, puestos ahí solo para cobrar sabrosos sueldos. Estafa democrática que sirve para relajar a quienes todavía creen que son dueños de nuestro país (el pueblo), mientras pocos lo manejan, con hilos ocultos, oscuros y sucios, mafiosos: el partido que gobierna -poco importan los colores, pues luego se destiñen-.

            Al menos en El Vaticano no hay estas simulaciones. El sistema de gobierno vivo más antiguo del mundo, en pie después de dos mil años, sigue funcionando. Chesterton y no pocos creyentes, cuando observan la historia del papado y del clero, más que escandalizarse, dan gracias a Dios por el milagro. Con algunos ejemplos sumamente infames, sin embargo, subsistió todo: la Esposa de Cristo, la Iglesia, seguirá hasta el fin de los tiempos, pues la nave de San Pedro tiene celestes apoyos.

            Los cónclaves muestran formalmente una institución aristocrática que elige a su monarca, con célebre liberalidad entre los "príncipes electores". En las últimas décadas parecen haber elegido a los mejores. Algún santo, algún buen teólogo, para manejar una nave con no pocos agujeros, como los escandalosos casos de pederastia clerical, abominables. Pero no se hunde, sigue navegando, pues detrás sopla el aire fascinante del Espíritu Santo.

            Hay quienes hubieran querido un papa homosexual o algo similar, como también otros quieren una democracia más real, y eso exige mayor transparencia en la gestión de un conjunto que pertenece a todos. Mientras los mandos sean los amigotes del partido y no los mejores, con o sin inspiración divina, será difícil que España pueda prosperar. Platón bien pensó que los más sabios y, por tanto, virtuosos, eran quienes debían gobernar; nuestra práctica es la contraria, muy a menudo son los peores: una kakocracia. Usurpan el poder y desastrosamente lo ejercen. Son nuestros traidores y, así, una vez más, se demuestra que en nuestra democracia oficial quienes gobiernan constituyen un poder ilegítimo, porque no se usa para el bien común, porque no son realmente nuestros representantes, sino que usan caretas democráticas camuflando sus impulsos egoístas. Nosotros, el pueblo, solo formamos un símbolo.

Ilia Galán

Catedrático de Estética y Teoría de las Artes
Humanidades: Geografía, Historia y Arte
Universidad Carlos III de Madrid /Full Professor in Aesthetics and Theory of Art
Humanities Department: History, Geography and Art
Universidad Carlos III de Madrid