NUESTRA HISTORIA
Personajes de antaño: charlatanes
Allá por los años cuarenta, era frecuente ver por las inmediaciones de los mercados y ferias corrillos más o menos numerosos de gentes congregadas alrededor, de un personaje, a veces solo, a veces acompañado de su partenaire, que tenia embaucados a los espectadores con su verborrea destinada a convencer al auditorio para venderle cualquier cosa que hacía creer era algo único, barato y hasta que era un producto milagroso.
Estos CHARLATANES utilizaban como principal "herramienta" de trabajo su palabrería apoyada en una retahíla de argumentos, frases hechas, que intentaban convencer al respetable para que comprase un reloj, una pluma estilográfica, agua milagrosa para curar toda clase de dolencias, cuchillas de afeitar o mil zarandajas que guardaban en su tenderete. Prometían regalos a quienes le enseñaran un billete de determinado valor facial. Señalaban unos precios que parecían normales y que enseguida iban rebajando hasta ofrecer la "ganga". "No se apresuren, hay para todos", era su argumento preferido.
Hubo CHARLATANES que se hicieron famosos hasta en ámbitos internacionales. Sabemos de un tal León Salvador que, desde su residencia habitual en Zaragoza, recorría toda España convenciendo a las gentes para que le compraran, ofreciera lo que ofreciera.
Pero, ciñámonos al ámbito de nuestra ciudad: Recuerdo a un individuo apodado "El Mocho" que recorría las ferias de ganados haciendo alarde de sus polifacéticos conocimientos. Lo mismo esquilaba una caballería, que actuaba como sacamuelas en plena calle, o vendía extraordinarios crece-pelos y otros mejunjes maravillosos.
Yo lo vi extraer una muela a un ganadero con unos alicates oxidados y sin la más mínima asepsia (se enjuagó la boca con agua del abrevadero). Tengo que decir a favor de este CHARLATÁN que vendía cepillos para la ropa o para el calzado fabricados por él mismo con las crines de las caballerías que esquilaba. En casa de mis padres hubo muchos años unos cepillos de innegable calidad comprados a "El Mocho".
De sus dotes de CHARLATÁN no ofrecía la menor duda, puesto que era frase muy utilizada en la época: "Parlas más que El Mocho" cuando alguien se pasaba con su palabrería.
Estaba claro, el objetivo de aquellos CHARLATANES era vender su mercancía, aunque tuvieran que engañar o utilizar mil artimañas para sacarle las perras a la concurrencia. Reconozcamos que tenían su gracejo y su picardía y que no valía cualquiera para mantener atento al auditorio con el fin de convertirlo en clientela.
Balbino Lozano
Allá por los años cuarenta, era frecuente ver por las inmediaciones de los mercados y ferias corrillos más o menos numerosos de gentes congregadas alrededor, de un personaje, a veces solo, a veces acompañado de su partenaire, que tenia embaucados a los espectadores con su verborrea destinada a convencer al auditorio para venderle cualquier cosa que hacía creer era algo único, barato y hasta que era un producto milagroso.
Estos CHARLATANES utilizaban como principal "herramienta" de trabajo su palabrería apoyada en una retahíla de argumentos, frases hechas, que intentaban convencer al respetable para que comprase un reloj, una pluma estilográfica, agua milagrosa para curar toda clase de dolencias, cuchillas de afeitar o mil zarandajas que guardaban en su tenderete. Prometían regalos a quienes le enseñaran un billete de determinado valor facial. Señalaban unos precios que parecían normales y que enseguida iban rebajando hasta ofrecer la "ganga". "No se apresuren, hay para todos", era su argumento preferido.
Hubo CHARLATANES que se hicieron famosos hasta en ámbitos internacionales. Sabemos de un tal León Salvador que, desde su residencia habitual en Zaragoza, recorría toda España convenciendo a las gentes para que le compraran, ofreciera lo que ofreciera.
Pero, ciñámonos al ámbito de nuestra ciudad: Recuerdo a un individuo apodado "El Mocho" que recorría las ferias de ganados haciendo alarde de sus polifacéticos conocimientos. Lo mismo esquilaba una caballería, que actuaba como sacamuelas en plena calle, o vendía extraordinarios crece-pelos y otros mejunjes maravillosos.
Yo lo vi extraer una muela a un ganadero con unos alicates oxidados y sin la más mínima asepsia (se enjuagó la boca con agua del abrevadero). Tengo que decir a favor de este CHARLATÁN que vendía cepillos para la ropa o para el calzado fabricados por él mismo con las crines de las caballerías que esquilaba. En casa de mis padres hubo muchos años unos cepillos de innegable calidad comprados a "El Mocho".
De sus dotes de CHARLATÁN no ofrecía la menor duda, puesto que era frase muy utilizada en la época: "Parlas más que El Mocho" cuando alguien se pasaba con su palabrería.
Estaba claro, el objetivo de aquellos CHARLATANES era vender su mercancía, aunque tuvieran que engañar o utilizar mil artimañas para sacarle las perras a la concurrencia. Reconozcamos que tenían su gracejo y su picardía y que no valía cualquiera para mantener atento al auditorio con el fin de convertirlo en clientela.
Balbino Lozano




















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