NUESTRA HISTORIA
La calle de la Cárcaba
Recibía este nombre una muy céntrica calle zamorana que se llamaba así de muy antiguo. Esa calle, que luego fue denominada Calle de Fabriciano Cid y actualmente todos la conocemos como la Costanilla, tuvo su época de auge comercial pues en ella se ubicaban muchos establecimientos que eran visitados por los zamoranos y forasteros que acudían a la ciudad a hacer sus compras.
El nombre de "Cárcaba", que podía ser una deformación de corcova o joroba, puede que también procediera del fuerte declive que configura esa vía pública.
Se inicia la calle en la Plaza Mayor y termina en la Calle Riego. La Cárcaba, o Costanilla concentró un importante número de establecimientos de la más variada naturaleza, muchos de ellos ya desaparecidos y los que quedan apenas tienen ya el éxito de que gozaron antaño.
Había muy próximo al Ayuntamiento un importante almacén de materiales de construcción de la firma Esperato Robledo. En los tiempos de las faenas del campo las gentes acudían a proveerse de toda clase de arreos para los animales que utilizaban en el medio rural: colleras, sillas de montar, cinchas, cabezales, albardas, bozales, cebaderas, ramales, alforjas y una larga lista de aperos que adquirían en la Cordelería de Redoli, en la Guarnicionería de Castellanos, en la del Sayagués o en el taller de pieles del señor Matilla. También se podía encontrar en la misma calle calzados en establecimientos De la Rosa, Petra, Santiago Sánchez.
Otro gremio que merece especial atención era el Hotel Europa que tuvo don Ángel Martín Herrera un indiano que a su regreso de Cuba invirtió sus ahorros en este establecimiento que alojaba a muchos viajeros que llegaban a la capital. Había también afamadas casas de comidas, como el Figón del señor Bragado, la Viuda de Esteban o Casa Cacarito, donde se decía que podía comerse bacalao a la zamorana por trece perras.
Hay una larga lista de establecimientos ya desaparecidos, entre los que recordamos la pastelería y también Funeraria de Sever, la Farmacia de don Francisco Ferreras de Baños (luego de don Osorio Pinilla), tejidos y confecciones Primo, Ferretería Aguiar, almacén de coloniales Hijas de José Martín, ultramarinos Elías Luis, almacén de conservas Gato, taller de Radio Vigil, confecciones Manila, almacén de piensos de Eugenio Pichel y la barbería de Jerónimo Rodríguez.
No hace muchos años estaba la Sastrería de Tomás Vicente, que regentó su hijo Luis, y que anteriormente había sido una casa en la que se alquilaban trajes para disfraces de Carnaval y para representaciones teatrales, que era propiedad de doña Teresa "La Trabajos", y otra que se dedicaba a la misma actividad dirigida por doña Cesárea que exhibía en los balcones las prendas que alquilaban.
La popular COSTANILLA, aunque conserva todavía algunos establecimientos, no tiene ya el movimiento comercial de antaño ni es tan frecuentada por ,los zamoranos como en tiempos pasados.
Balbino Lozano
Recibía este nombre una muy céntrica calle zamorana que se llamaba así de muy antiguo. Esa calle, que luego fue denominada Calle de Fabriciano Cid y actualmente todos la conocemos como la Costanilla, tuvo su época de auge comercial pues en ella se ubicaban muchos establecimientos que eran visitados por los zamoranos y forasteros que acudían a la ciudad a hacer sus compras.
El nombre de "Cárcaba", que podía ser una deformación de corcova o joroba, puede que también procediera del fuerte declive que configura esa vía pública.
Se inicia la calle en la Plaza Mayor y termina en la Calle Riego. La Cárcaba, o Costanilla concentró un importante número de establecimientos de la más variada naturaleza, muchos de ellos ya desaparecidos y los que quedan apenas tienen ya el éxito de que gozaron antaño.
Había muy próximo al Ayuntamiento un importante almacén de materiales de construcción de la firma Esperato Robledo. En los tiempos de las faenas del campo las gentes acudían a proveerse de toda clase de arreos para los animales que utilizaban en el medio rural: colleras, sillas de montar, cinchas, cabezales, albardas, bozales, cebaderas, ramales, alforjas y una larga lista de aperos que adquirían en la Cordelería de Redoli, en la Guarnicionería de Castellanos, en la del Sayagués o en el taller de pieles del señor Matilla. También se podía encontrar en la misma calle calzados en establecimientos De la Rosa, Petra, Santiago Sánchez.
Otro gremio que merece especial atención era el Hotel Europa que tuvo don Ángel Martín Herrera un indiano que a su regreso de Cuba invirtió sus ahorros en este establecimiento que alojaba a muchos viajeros que llegaban a la capital. Había también afamadas casas de comidas, como el Figón del señor Bragado, la Viuda de Esteban o Casa Cacarito, donde se decía que podía comerse bacalao a la zamorana por trece perras.
Hay una larga lista de establecimientos ya desaparecidos, entre los que recordamos la pastelería y también Funeraria de Sever, la Farmacia de don Francisco Ferreras de Baños (luego de don Osorio Pinilla), tejidos y confecciones Primo, Ferretería Aguiar, almacén de coloniales Hijas de José Martín, ultramarinos Elías Luis, almacén de conservas Gato, taller de Radio Vigil, confecciones Manila, almacén de piensos de Eugenio Pichel y la barbería de Jerónimo Rodríguez.
No hace muchos años estaba la Sastrería de Tomás Vicente, que regentó su hijo Luis, y que anteriormente había sido una casa en la que se alquilaban trajes para disfraces de Carnaval y para representaciones teatrales, que era propiedad de doña Teresa "La Trabajos", y otra que se dedicaba a la misma actividad dirigida por doña Cesárea que exhibía en los balcones las prendas que alquilaban.
La popular COSTANILLA, aunque conserva todavía algunos establecimientos, no tiene ya el movimiento comercial de antaño ni es tan frecuentada por ,los zamoranos como en tiempos pasados.
Balbino Lozano




















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