HARTOS
La Zamora vacilada no necesita solidaridad política
Eugenio-Jesús de Ávila
La Zamora vacilada, olvidada, menguada, pero nunca humillada, no necesita la solidaridad y el lamento del poder; desprecia palabras huecas, palabras sin secas, verbos vacíos, sin conjugar. Los zamoranos no queremos por ver en nuestra tierra enlutada ni a presidentes del Gobierno, ni de la Junta, ni a ministros ni a consejeros.
Los zamoranos bien nacidos exigimos inversiones que creen puestos de trabajo de forma inmediata, que los trámites burocráticos de la anquilosada máquina del Estado se dinamicen. Menos fotos y más hechos.
Aquí y somos como el apóstol Tomás: ver para creer. Ya no sabemos todos los cuentos políticos, sus miserias, sus mentiras, sus verdades a medias. Hartos de que se nos mire con compasión, como si fuéramos ciudadanos como los intocables de La India, habitantes de una provincia sin importancia, a extinguir, la reserva espiritual de España, la de la apatía antropológica, un museo de la ucronía, de lo que pudo haber sido y no fue.
Nuestros árboles mueren de pie. Nuestras abejas no abandonan a su reina. Nuestra fauna volverá a sus montes tras las exequias de sus almas de queratina. Y nosotros, dignos y orgullosos, valientes y decididos, escribiremos nuestra historia sin escribanos políticos y asiremos el futuro con nuestra laboriosidad e inteligencia natural.
Ya sabemos que los políticos son los verdaderos enemigos del pueblo. Solo queremos que nos devuelvan el dinero que nos roban con impuestos. Punto.
Eugenio-Jesús de Ávila
La Zamora vacilada, olvidada, menguada, pero nunca humillada, no necesita la solidaridad y el lamento del poder; desprecia palabras huecas, palabras sin secas, verbos vacíos, sin conjugar. Los zamoranos no queremos por ver en nuestra tierra enlutada ni a presidentes del Gobierno, ni de la Junta, ni a ministros ni a consejeros.
Los zamoranos bien nacidos exigimos inversiones que creen puestos de trabajo de forma inmediata, que los trámites burocráticos de la anquilosada máquina del Estado se dinamicen. Menos fotos y más hechos.
Aquí y somos como el apóstol Tomás: ver para creer. Ya no sabemos todos los cuentos políticos, sus miserias, sus mentiras, sus verdades a medias. Hartos de que se nos mire con compasión, como si fuéramos ciudadanos como los intocables de La India, habitantes de una provincia sin importancia, a extinguir, la reserva espiritual de España, la de la apatía antropológica, un museo de la ucronía, de lo que pudo haber sido y no fue.
Nuestros árboles mueren de pie. Nuestras abejas no abandonan a su reina. Nuestra fauna volverá a sus montes tras las exequias de sus almas de queratina. Y nosotros, dignos y orgullosos, valientes y decididos, escribiremos nuestra historia sin escribanos políticos y asiremos el futuro con nuestra laboriosidad e inteligencia natural.
Ya sabemos que los políticos son los verdaderos enemigos del pueblo. Solo queremos que nos devuelvan el dinero que nos roban con impuestos. Punto.




















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