
ESTÉTICA Y ÉTICA
Embellecer Zamora
Eugenio-Jesús de Ávila
Todos mis artículos sobre Zamora poseen un objetivo: embellecerla. Sospecho que no existe un solo periodista en la ciudad del alma que aporte ideas, que las escriba negro sobre blanco, que las dé al pueblo para que las haga suyas, las matice, las critique. Los medios de comunicación locales solo se dedican a la rueda de prensa o a servir de voceros del poder público, con cuyo dinero, el de todos, se mantienen en un estado de absoluta languidez, tristón, de esquela, de indolencia. Las voces de sus amos.
Francisco Guarido fue siempre un ciudadano, más que un político, con querencia por embellecer Zamora, por sacarle el néctar de su historia, esencial para entender el medioevo de la región que construyó España. Ahí sigue con su empeño de dejar exentos todos los lienzos de muralla en la avenida de la Feria, que, en no mucho tiempo, pongamos un lustro, se convertirá en la zona residencial más hermosa de nuestra ciudad. Levantarse y asomarse al balcón o ventana y contemplar el recinto amurallado, la Torre y la Cúpula de la Catedral, llegar en cinco minutos Valorio o las riberas del Duero no deja de ser un lujo.
Alguna idea del actual regidor, como la del gran mirador al Duero, no se plasmó en la realidad, porque hubo una sentencia judicial, cuando administraba la Casa de las Panaderas, que dio la razón a las monjitas que ocupan una parte golosa en esa potencial atalaya, en ese pasillo de varios centros de metros, que concluía cerca de la Cuesta de los Pepinos.
Ahora bien, desde la reforma del casco antiguo de la ciudad, durante el primer mandato de Antonio Vázquez, cuando llegaron a Zamora millones de euros desde la Unión Europea, no se ha ejecutado reforma alguna al respecto. Urge un estudio del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento sobre el estado de inmuebles, abandonados, y solares con más de dos décadas tal cual, como el que hallamos en la Rúa de los Notarios, a la izquierda, según se va a la Seo. Por cierto, el muro que lo circunda, que ya desprendió materiales no ha mucho tiempo, ofrece cierta inclinación sobre el suelo en su parte superior. Ojalá no se venga abajo durante las el otoño e invierno de 2025 con las lluvias, vientos y heladas que lo seguirán horadando. Hay fachadas, además, que manchan el buen nombre de nuestra historia, también en ese entorno de la parte noble de la ciudad. No sé por qué se mantienen en pie.
Por otra parte, transitar desde la Plaza Mayor hasta la Catedral por la calzada empedrada resulta una auténtica tortura para los pies de los transeúntes. En su día, en vez de recurrir al granito de Sayago, con losetas de 8 de centímetros, se prefirió el chino, de seis, y al canto. Así se ahorró dinero, pero se apostó por la chapuza. La plaza de Viriato también merecería retirar ese pavimento y colocar alguno más transitable para el peatón.
Concluyo este artículo sobre embellecer Zamora, que tendrá continuidad, si el tiempo y la censura me lo permiten, rogando se estudie la construcción de una fuente o sistema de fontanas en el parque del Castillo. Imitemos las de La Alhambra. Sencillo.
Y no me olvido de otra plaza esencial en la arquitectura de la ciudad del Romancero, la de Sagasta. Los tres árboles, muy bien ajardinados, por cierto, deberían embellecerse con una fuente coqueta y una estatua que lo presidiera, a ser posible de Baltasar Lobo.
Fotografía: Ana Pedrero
Eugenio-Jesús de Ávila
Todos mis artículos sobre Zamora poseen un objetivo: embellecerla. Sospecho que no existe un solo periodista en la ciudad del alma que aporte ideas, que las escriba negro sobre blanco, que las dé al pueblo para que las haga suyas, las matice, las critique. Los medios de comunicación locales solo se dedican a la rueda de prensa o a servir de voceros del poder público, con cuyo dinero, el de todos, se mantienen en un estado de absoluta languidez, tristón, de esquela, de indolencia. Las voces de sus amos.
Francisco Guarido fue siempre un ciudadano, más que un político, con querencia por embellecer Zamora, por sacarle el néctar de su historia, esencial para entender el medioevo de la región que construyó España. Ahí sigue con su empeño de dejar exentos todos los lienzos de muralla en la avenida de la Feria, que, en no mucho tiempo, pongamos un lustro, se convertirá en la zona residencial más hermosa de nuestra ciudad. Levantarse y asomarse al balcón o ventana y contemplar el recinto amurallado, la Torre y la Cúpula de la Catedral, llegar en cinco minutos Valorio o las riberas del Duero no deja de ser un lujo.
Alguna idea del actual regidor, como la del gran mirador al Duero, no se plasmó en la realidad, porque hubo una sentencia judicial, cuando administraba la Casa de las Panaderas, que dio la razón a las monjitas que ocupan una parte golosa en esa potencial atalaya, en ese pasillo de varios centros de metros, que concluía cerca de la Cuesta de los Pepinos.
Ahora bien, desde la reforma del casco antiguo de la ciudad, durante el primer mandato de Antonio Vázquez, cuando llegaron a Zamora millones de euros desde la Unión Europea, no se ha ejecutado reforma alguna al respecto. Urge un estudio del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento sobre el estado de inmuebles, abandonados, y solares con más de dos décadas tal cual, como el que hallamos en la Rúa de los Notarios, a la izquierda, según se va a la Seo. Por cierto, el muro que lo circunda, que ya desprendió materiales no ha mucho tiempo, ofrece cierta inclinación sobre el suelo en su parte superior. Ojalá no se venga abajo durante las el otoño e invierno de 2025 con las lluvias, vientos y heladas que lo seguirán horadando. Hay fachadas, además, que manchan el buen nombre de nuestra historia, también en ese entorno de la parte noble de la ciudad. No sé por qué se mantienen en pie.
Por otra parte, transitar desde la Plaza Mayor hasta la Catedral por la calzada empedrada resulta una auténtica tortura para los pies de los transeúntes. En su día, en vez de recurrir al granito de Sayago, con losetas de 8 de centímetros, se prefirió el chino, de seis, y al canto. Así se ahorró dinero, pero se apostó por la chapuza. La plaza de Viriato también merecería retirar ese pavimento y colocar alguno más transitable para el peatón.
Concluyo este artículo sobre embellecer Zamora, que tendrá continuidad, si el tiempo y la censura me lo permiten, rogando se estudie la construcción de una fuente o sistema de fontanas en el parque del Castillo. Imitemos las de La Alhambra. Sencillo.
Y no me olvido de otra plaza esencial en la arquitectura de la ciudad del Romancero, la de Sagasta. Los tres árboles, muy bien ajardinados, por cierto, deberían embellecerse con una fuente coqueta y una estatua que lo presidiera, a ser posible de Baltasar Lobo.
Fotografía: Ana Pedrero
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