DEPORTES
Dani Hernández o la elegancia sobre un campo de fútbol
Jugaba al fútbol con smoking, sin despeinarse, se diría que sin que su frente se viese humedecida por el sudor del currante
Eugenio-Jesús de Ávila
Se nos fue Dani Hernández, don Daniel, con el misterio que acompaña a las gentes sencillas. Zamora ha dado pocos futbolistas de importancia. No sé por qué. Pero Dani sí lo fue. Quizá sus cualidades técnicas merecieron jugar en la elite del fútbol español. El fútbol, como la vida, tampoco es justo. Ahora bien, Dani nos regaló toques de puro arte futbolístico, antes, cuando era un crío, antes de buscarse la vida allende nuestras fronteras, y después en su etapa madura. Dani fue un caballero sobre el césped. Jugaba al fútbol con smoking, sin despeinarse, se diría que sin que su frente se viese humedecida por el sudor del currante. Escribió Manuel Machado, en su portentoso poema Adelfos aquello de: “No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...”. Eso transmitía este joven zamorano que dedicó los mejores años de su vida a un deporte tan hermoso, como injusto, tan inteligente, como felón.
Sostengo que Dani Hernández es zamorano siempre, cuando habla de su tierra lejos de su lar, cuando toca la pelota sobre el verde, cuando llora, con una lágrima verde y ocho rojas, como si fuese un llanto de Seña Bermeja. Como hijo de la Ciudad del Romancero, me siento muy orgulloso de ser paisano de este gran futbolista.
No voy a entrar en la crítica a Juan Sabas, un madrileño castizo, un trabajador del fútbol, por no haber dado más minutos a nuestro particular héroe durante esta temporada, pero, aunque no sé mucho de este deporte tan difícil del que todos hablan y pocos conocen en profundidad, creo que Dani podría haber sido distinguido con la titularidad cuando la ausencia por lesión de Márquez y, por qué no, haber formado en el once inicial ante la Gimnástica Segoviana en el último partido de la temporada de su adiós, de su despedida. Quizá me pierda el patriotismo futbolístico. ¡Hubiera sido tan bonito!
Dani Hernández todavía tiene hueco en clubes de la 1ª RFEF. Solo tiene que creer en sus posibilidades y que otros entrenadores consideren su propuesta futbolística. Me encantaría volverlo a ver moviéndose como un bailarín de ballet clásico sobre un campo de fútbol, su lecho favorito, donde más luce su clase y su elegancia. Dani no se nos ha ido. Formará siempre parte de la memoria de los que amamos, desde la sangre, a nuestra Zamora y a su club de fútbol. Hasta siempre.
Eugenio-Jesús de Ávila
Se nos fue Dani Hernández, don Daniel, con el misterio que acompaña a las gentes sencillas. Zamora ha dado pocos futbolistas de importancia. No sé por qué. Pero Dani sí lo fue. Quizá sus cualidades técnicas merecieron jugar en la elite del fútbol español. El fútbol, como la vida, tampoco es justo. Ahora bien, Dani nos regaló toques de puro arte futbolístico, antes, cuando era un crío, antes de buscarse la vida allende nuestras fronteras, y después en su etapa madura. Dani fue un caballero sobre el césped. Jugaba al fútbol con smoking, sin despeinarse, se diría que sin que su frente se viese humedecida por el sudor del currante. Escribió Manuel Machado, en su portentoso poema Adelfos aquello de: “No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...”. Eso transmitía este joven zamorano que dedicó los mejores años de su vida a un deporte tan hermoso, como injusto, tan inteligente, como felón.
Sostengo que Dani Hernández es zamorano siempre, cuando habla de su tierra lejos de su lar, cuando toca la pelota sobre el verde, cuando llora, con una lágrima verde y ocho rojas, como si fuese un llanto de Seña Bermeja. Como hijo de la Ciudad del Romancero, me siento muy orgulloso de ser paisano de este gran futbolista.
No voy a entrar en la crítica a Juan Sabas, un madrileño castizo, un trabajador del fútbol, por no haber dado más minutos a nuestro particular héroe durante esta temporada, pero, aunque no sé mucho de este deporte tan difícil del que todos hablan y pocos conocen en profundidad, creo que Dani podría haber sido distinguido con la titularidad cuando la ausencia por lesión de Márquez y, por qué no, haber formado en el once inicial ante la Gimnástica Segoviana en el último partido de la temporada de su adiós, de su despedida. Quizá me pierda el patriotismo futbolístico. ¡Hubiera sido tan bonito!
Dani Hernández todavía tiene hueco en clubes de la 1ª RFEF. Solo tiene que creer en sus posibilidades y que otros entrenadores consideren su propuesta futbolística. Me encantaría volverlo a ver moviéndose como un bailarín de ballet clásico sobre un campo de fútbol, su lecho favorito, donde más luce su clase y su elegancia. Dani no se nos ha ido. Formará siempre parte de la memoria de los que amamos, desde la sangre, a nuestra Zamora y a su club de fútbol. Hasta siempre.
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