NUESTRA HISTORIA
El molino de la tía Claudia
Cuando escribí mi libro '"Valorio. Memorias de un pino centenario", alguien me hizo la observación de que en todo el texto nada se decía acerca del molino de la tía Claudia, cuyos restos aún permanecen en la orilla del arroyo, más allá del Puente Croix.
Decía mi interlocutor que le parecía a él un dato importante para la pequeña historia de Valono citar la existencia de aquel molino junto al arroyo. Confieso que tal omisión por mi parte fue involuntaria, al no haberme documentado sobre tal molino a través de las fuentes que me proporcionaron información relativa a los aconteceres en Valono en el transcurso de la vida de un pino, que yo databa a partir del año 1837. Más de ciento cincuenta años me parecía muy improbable que pudiera vivir un pino piñonero de los que hay en Valorio.
No obstante, después de publicar el libro, he seguido interesándome por cuantos asuntos estén relacionados con el querido bosque zamorano, resultándome muy gratificante haber encontrado en un libro de actas del Ayuntamiento de Zamora un acuerdo que, posiblemente aporte datos sobre aquel molino que hubo a orillas del arroyo de Valorio.
Con fecha 7 de febrero del año 1804, un vecino de la Puebla de la Feria, de esta ciudad, llamado Anastasio González, solicitaba autorización del Ayuntamiento para construir un molino harinero en el arroyo de Valorio. "poco más arriba del que posee su padre Domingo González".
En aquella solicitud del maestro harinero Anastasio González quedaba bien patente la anterior existencia de otro molino, que decía era propiedad de su padre, a orillas del mismo arroyo de Valorio y que, por aquel entonces, se encontraba en pleno funcionamiento.
La Corporación Municipal de la época, los señores Justicia y Regimiento que se denominaban entonces, presididos por el alcalde-corregidor, a la sazón el Marqués de Villagodio, acordaron nombrar una comisión que se encargara de reconocer el lugar e informara acerca de lo solicitado para resolver en consecuencia. De aquella información se encargaron el caballero comisario de Amojonamientos señor Ruiz y el Procurador del Común don Felipe Rodríguez Cid, quienes comunicaron lo averiguado con fecha 7 de abril del mismo año de 1804 a la Cor¬poración:
"En relación con la instancia que, en el Ayuntamiento de 7 de febrero, presentó Anastasio González pidiendo licencia y señalamiento de terreno para construir un molino harinero en el arroyo de Valorio, con el informe que ponen dichos señores Comisionados y según reconocimiento que hicieron del sitio donde lo ha de ejecutar y que quedaron señalado, que es al pie de la cuesta que se halla entre la casa de Valmaseda y Ermita de Valderrey, que está a la derecha orilla del arroyo, contiguo a una peña, para el cual ha de tomar las aguas a la punta de los prados particulares de dicho Valderrey y hacer la zanja para conducirlas al citado molino por la falda y pie de la misma cuesta que es terreno comuniego, y que desde dichos prados de Valderrey hasta el citado molino y después de ver que no hay en su intermedio predio particular alguno, que por lo mismo ser muy útil concederle dicho terrazgo que es de escasa consideración, y visto todo por dichos señores Justicia y Regimiento acordaron: Se le conceda al citado Anastasio González la facultad que solicita para ejecutar dicho molino en el terreno que expresan los señores comisionados en los mismos términos que estos proponen en su informe, y por vía de foro y reconocimiento de dominio útil a beneficio de los propio pagara anualmente seis mil reales de vellón con las demás condiciones acostumbradas de que le otorgaran en justicia dichos señores comisionados a cualquiera de ellos".
Las actas suscritas en pliegos con el sello "Rex Carolux. IV. D.G." y firmadas por los componentes de la Corporación Municipal de aquel año de 1804, no dejan lugar a dudas sobre la existencia de un molino harinero en el arroyo de Valorio a comienzos del Siglo XIX y del proyecto de construcción de otro, que se supone llegaría realizarse y funcionaría durante muchos años.
¿Sería éste el molino de la tía Claudia, al que se refería el comunicante que me objetaba haberme olvidado de él en mi libro Valorio?
Mi deseo sería haber acertado a descubrir los antecedentes de aquel molino que hubo en el arroyo de Valorio y contribuir con ello a enriquecer la historia del bosque, por antonomasia, de todos los zamoranos.
Balbino Lozano
Cuando escribí mi libro '"Valorio. Memorias de un pino centenario", alguien me hizo la observación de que en todo el texto nada se decía acerca del molino de la tía Claudia, cuyos restos aún permanecen en la orilla del arroyo, más allá del Puente Croix.
Decía mi interlocutor que le parecía a él un dato importante para la pequeña historia de Valono citar la existencia de aquel molino junto al arroyo. Confieso que tal omisión por mi parte fue involuntaria, al no haberme documentado sobre tal molino a través de las fuentes que me proporcionaron información relativa a los aconteceres en Valono en el transcurso de la vida de un pino, que yo databa a partir del año 1837. Más de ciento cincuenta años me parecía muy improbable que pudiera vivir un pino piñonero de los que hay en Valorio.
No obstante, después de publicar el libro, he seguido interesándome por cuantos asuntos estén relacionados con el querido bosque zamorano, resultándome muy gratificante haber encontrado en un libro de actas del Ayuntamiento de Zamora un acuerdo que, posiblemente aporte datos sobre aquel molino que hubo a orillas del arroyo de Valorio.
Con fecha 7 de febrero del año 1804, un vecino de la Puebla de la Feria, de esta ciudad, llamado Anastasio González, solicitaba autorización del Ayuntamiento para construir un molino harinero en el arroyo de Valorio. "poco más arriba del que posee su padre Domingo González".
En aquella solicitud del maestro harinero Anastasio González quedaba bien patente la anterior existencia de otro molino, que decía era propiedad de su padre, a orillas del mismo arroyo de Valorio y que, por aquel entonces, se encontraba en pleno funcionamiento.
La Corporación Municipal de la época, los señores Justicia y Regimiento que se denominaban entonces, presididos por el alcalde-corregidor, a la sazón el Marqués de Villagodio, acordaron nombrar una comisión que se encargara de reconocer el lugar e informara acerca de lo solicitado para resolver en consecuencia. De aquella información se encargaron el caballero comisario de Amojonamientos señor Ruiz y el Procurador del Común don Felipe Rodríguez Cid, quienes comunicaron lo averiguado con fecha 7 de abril del mismo año de 1804 a la Cor¬poración:
"En relación con la instancia que, en el Ayuntamiento de 7 de febrero, presentó Anastasio González pidiendo licencia y señalamiento de terreno para construir un molino harinero en el arroyo de Valorio, con el informe que ponen dichos señores Comisionados y según reconocimiento que hicieron del sitio donde lo ha de ejecutar y que quedaron señalado, que es al pie de la cuesta que se halla entre la casa de Valmaseda y Ermita de Valderrey, que está a la derecha orilla del arroyo, contiguo a una peña, para el cual ha de tomar las aguas a la punta de los prados particulares de dicho Valderrey y hacer la zanja para conducirlas al citado molino por la falda y pie de la misma cuesta que es terreno comuniego, y que desde dichos prados de Valderrey hasta el citado molino y después de ver que no hay en su intermedio predio particular alguno, que por lo mismo ser muy útil concederle dicho terrazgo que es de escasa consideración, y visto todo por dichos señores Justicia y Regimiento acordaron: Se le conceda al citado Anastasio González la facultad que solicita para ejecutar dicho molino en el terreno que expresan los señores comisionados en los mismos términos que estos proponen en su informe, y por vía de foro y reconocimiento de dominio útil a beneficio de los propio pagara anualmente seis mil reales de vellón con las demás condiciones acostumbradas de que le otorgaran en justicia dichos señores comisionados a cualquiera de ellos".
Las actas suscritas en pliegos con el sello "Rex Carolux. IV. D.G." y firmadas por los componentes de la Corporación Municipal de aquel año de 1804, no dejan lugar a dudas sobre la existencia de un molino harinero en el arroyo de Valorio a comienzos del Siglo XIX y del proyecto de construcción de otro, que se supone llegaría realizarse y funcionaría durante muchos años.
¿Sería éste el molino de la tía Claudia, al que se refería el comunicante que me objetaba haberme olvidado de él en mi libro Valorio?
Mi deseo sería haber acertado a descubrir los antecedentes de aquel molino que hubo en el arroyo de Valorio y contribuir con ello a enriquecer la historia del bosque, por antonomasia, de todos los zamoranos.
Balbino Lozano




















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