SOLUCIONES
El hierro que nos deja entrar en casa
Una solución simple para que los contenedores no bloqueen el acceso a los garajes
Aparcar en las calles de Zamora se ha convertido en una auténtica odisea. Las plazas disponibles escasean, y los edificios, limitados por su propia estructura, apenas permiten ampliar garajes o crear nuevos. Hace años, el PSOE ,cuando aún estaba en la oposición, propuso una medida tan lógica como útil, transformar solares abandonados en aparcamientos temporales, en colaboración con los propietarios. Una idea con sentido común que, como tantas otras, quedó enterrada en cuanto llegaron al gobierno municipal. Mientras tanto, muchos vecinos no tienen más remedio que alquilar o comprar, a precios nada asequibles, una plaza de aparcamiento en las inmediaciones de su vivienda. Al menos así garantizan un sitio donde dejar el coche.
Pero ni siquiera eso resuelve del todo el problema. En esta ciudad cada vez más saturada, la circulación se ha vuelto caótica. A esto se suma la presión de los vehículos de reparto, imprescindibles para el modelo de consumo actual basado en compras por internet, que necesitan parar cerca de los portales para entregar los pedidos. La lógica de colocar una placa de vado es sencilla, asegurar la entrada y salida del garaje sin obstáculos. Sin embargo, no siempre se respeta. Cuando algún conductor despistado aparca justo frente al vado, comienza el ritual, pitidos insistentes, llamadas a la Policía Municipal, y una grúa que aparece para retirar el vehículo, con la consiguiente penalización económica. Una molestia evitable y una pérdida de tiempo para todos.
Otro problema añadido, menos comentado pero cada vez más frecuente, es el de los contenedores de basura. En calles estrechas y con poco margen, no es raro que algún conductor mueva un contenedor "unos centímetros" para poder aparcar su coche. Esos “centímetros” muchas veces son los que impiden que un vecino entre o salga de su garaje. Y localizar al responsable, como es lógico, resulta imposible.
Afortunadamente, este problema tiene una solución sencilla, económica y efectiva, instalar una barra de hierro anclada al suelo que impida el desplazamiento del contenedor. Basta con comunicarlo al servicio municipal de limpieza. Suelen responder con rapidez. No cuesta tanto, y funciona. Con voluntad y atención a los problemas reales de los ciudadanos, se pueden evitar muchas molestias. No se trata de grandes inversiones ni de promesas de campaña, sino de soluciones prácticas, a pie de calle, que facilitan el día a día. Porque a veces, un simple trozo de hierro puede marcar la diferencia entre el caos y la convivencia.

Aparcar en las calles de Zamora se ha convertido en una auténtica odisea. Las plazas disponibles escasean, y los edificios, limitados por su propia estructura, apenas permiten ampliar garajes o crear nuevos. Hace años, el PSOE ,cuando aún estaba en la oposición, propuso una medida tan lógica como útil, transformar solares abandonados en aparcamientos temporales, en colaboración con los propietarios. Una idea con sentido común que, como tantas otras, quedó enterrada en cuanto llegaron al gobierno municipal. Mientras tanto, muchos vecinos no tienen más remedio que alquilar o comprar, a precios nada asequibles, una plaza de aparcamiento en las inmediaciones de su vivienda. Al menos así garantizan un sitio donde dejar el coche.
Pero ni siquiera eso resuelve del todo el problema. En esta ciudad cada vez más saturada, la circulación se ha vuelto caótica. A esto se suma la presión de los vehículos de reparto, imprescindibles para el modelo de consumo actual basado en compras por internet, que necesitan parar cerca de los portales para entregar los pedidos. La lógica de colocar una placa de vado es sencilla, asegurar la entrada y salida del garaje sin obstáculos. Sin embargo, no siempre se respeta. Cuando algún conductor despistado aparca justo frente al vado, comienza el ritual, pitidos insistentes, llamadas a la Policía Municipal, y una grúa que aparece para retirar el vehículo, con la consiguiente penalización económica. Una molestia evitable y una pérdida de tiempo para todos.
Otro problema añadido, menos comentado pero cada vez más frecuente, es el de los contenedores de basura. En calles estrechas y con poco margen, no es raro que algún conductor mueva un contenedor "unos centímetros" para poder aparcar su coche. Esos “centímetros” muchas veces son los que impiden que un vecino entre o salga de su garaje. Y localizar al responsable, como es lógico, resulta imposible.
Afortunadamente, este problema tiene una solución sencilla, económica y efectiva, instalar una barra de hierro anclada al suelo que impida el desplazamiento del contenedor. Basta con comunicarlo al servicio municipal de limpieza. Suelen responder con rapidez. No cuesta tanto, y funciona. Con voluntad y atención a los problemas reales de los ciudadanos, se pueden evitar muchas molestias. No se trata de grandes inversiones ni de promesas de campaña, sino de soluciones prácticas, a pie de calle, que facilitan el día a día. Porque a veces, un simple trozo de hierro puede marcar la diferencia entre el caos y la convivencia.




















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