José Antonio Ávila López
Viernes, 06 de Junio de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

Bendita enfermedad la literatura

José Antonio Ávila López

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Tengo la suerte de conocer personas que están en esa esplendorosa etapa que algunos llaman ancianidad. Y la llamo esplendorosa porque la considero la edad de la sabiduría, es decir, esa edad en la que el ser humano ya tiene suficiente experiencia y distancia en todo como para ver las cosas con una óptica distinta. La mayoría de  gente correspondiente a la edad de la sabiduría afirma que “todos somos la suma de las personas que se cruzan en nuestra vida”, porque se va adquiriendo un poco de cada una de ellas : desde nuestros familiares más directos hasta que, poco a poco, uno mismo elige sus propios referentes que abarcan todo tipo de ámbitos, desde nuestras parcelas profesionales hasta aquellas en las que ocupamos nuestro ocio : referentes deportivos, culturales... Hace poco leí a un teórico estudioso, y decía que “el colegio no está para educar a un niño, sino para formarlo, que los niños han de venir educados de casa”. No estoy totalmente de acuerdo con ese pensamiento sabiendo que a lo largo de nuestra vida de formación también nuestros profesores se convierten a veces en modelos, en figuras representativas que influyen directamente en nuestro propio itinerario de vida. ¡Qué sería de muchos de nosotros sin ellos! Puedo decir que recuerdo con especial cariño a José Lozano, mi profesor de Literatura Española en BUP y COU, y a Marga de Benito, una de mis profesoras de Filología Hispánica en la Universidad, y esos recuerdos son magníficos por las vivencias y el aprendizaje. Don José Lozano vivía la literatura de una forma distinta, desde el prisma por el que eligió la literatura como una forma de habitar el mundo : siempre decía que “la literatura nos lo hace todo más comprensible, consciente..., ya que la literatura es poder y cultura”. También recuerdo que a doña Marga de Benito no le importaba convertirse por un día en Rodrigo Díaz de Vivar, por más que muchos entendieran que eso no era normal, pero doña Marga sembraba en mí esa planta llamada literatura, que a muchos nos ha hecho enfermar hasta la médula, : bendita enfermedad la literatura.

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