La decisión

Regresa al pueblo para pasar unos días junto a sus padres ancianos; vuelve ilusionado, aunque siempre triste, porque este lapsus robado al trabajo le permite constatar que el paso del tiempo ha producido un deterioro importante en dos personas que milagrosamente viven sin ayuda externa.

Él, como hijo único, debería tener la responsabilidad de proporcionarles una situación más cómoda y ha barajado la posibilidad de ingresarles en la residencia que construyeron en el pueblo de al lado; allí recalan los habitantes de las poblaciones aledañas; conocerían gente, estarían atendidos las veinticuatro horas y él mucho más tranquilo; así que llega con la intención de proponerles esta idea que ha meditado en muchas ocasiones, pero ahora no puede dilatar más porque la situación de sus padres requiere una solución.

Abraza con cuidado sus frágiles cuerpos; están delgados, encorvados por el paso del tiempo, torpes en sus movimientos y les cuesta expresarse porque las palabras no fluyen con la desenvoltura de antes; sin embargo, sus ojos, ahora empequeñecidos, brillan con el mismo fulgor de ilusión con que le han recibido siempre expresando la emoción y el amor que sienten por su hijo.