DENUNCIA
La Calle San Roque de Zamora, el precio de vivir en los márgenes
En el extrarradio de Zamora, los vecinos llevan años pidiendo algo tan básico como papeleras. No solo no las colocan, sino que ignoran sus denuncias sobre aceras rotas, pastizales peligrosos, y abandono total
En el corazón de Zamora, en la apacible y a menudo olvidada calle San Roque, junto al histórico camino de San Jerónimo, la paciencia de sus vecinos ha llegado a su límite. Lo que comenzó como una simple petición por papeleras, una necesidad básica en cualquier arteria urbana, ha destapado una serie de carencias y riesgos que, a pesar de las repetidas denuncias, parecen caer en saco roto. Un testimonio más de cómo, en ocasiones, la voz de unos pocos es sistemáticamente ignorada en favor de aquellos que, por su número, resultan más "visibles".
La historia de la Calle San Roque es la de muchos rincones de nuestra ciudad. Un grupo de vecinos, preocupados por la limpieza y la salubridad de su entorno, detectó una ausencia flagrante, la falta de papeleras. Una situación que, en cualquier otro lugar, se resolvería con una simple instalación, aquí se convirtió en una odisea. Con la intención de actuar de forma cívica y reglamentaria, se pusieron en contacto con la Policía Municipal. Su cometido es, precisamente, escuchar y tomar nota de las inquietudes ciudadanas para que se les dé la debida tramitación. Sin embargo, la respuesta, o la falta de ella, fue decepcionante. El mismo resultado obtuvieron al comunicarse con la empresa de limpieza responsable del mantenimiento urbano. La llamada a otras puertas, surtió el mimo efecto. Parece que, para algunos problemas, el protocolo es tan solo un trámite sin eficacia real.
Este incidente con las papeleras es sintomático de una realidad más profunda, en Zamora, a menudo, solo se atiende y se da respuesta a las demandas de aquellos colectivos o zonas que son "muy numerosos", dejando en una clara desventaja a las comunidades más pequeñas. La calle San Roque se convierte así en un triste ejemplo de cómo la gestión municipal puede segmentar a sus ciudadanos, olvidando que todos merecen la misma atención y calidad de servicios, independientemente de la densidad de población de su barrio.
La visita a la calle San Roque revela que la carencia de papeleras es solo la punta del iceberg. Las imágenes hablan por sí solas, mostrando un inmenso campo justo enfrente de las viviendas, cubierto de vegetación seca, un verdadero polvorín a la espera de una chispa. Este pastizal no solo mantiene los riesgos habituales de plagas y suciedad, sino que eleva exponencialmente el peligro de un incendio en plena temporada de calor, amenazando directamente las casas y la seguridad de los vecinos. A ello se suman las aceras intransitables no en toda la vía las hay, con baldosas rotas y levantadas que no son un mero problema estético, sino trampas para los peatones, un peligro constante para niños, personas mayores o aquellos con movilidad reducida. Y por si fuera poco, el camino adyacente de San Jerónimo, que debería ser un acceso digno, parece detenido en el tiempo. Sus baches y el deplorable estado del firme han llevado a que sean los propios usuarios quienes, en un acto desesperado y ante la inacción oficial, se vean obligados a "rellenar" los socavones con escombros. Una imagen desoladora que evidencia el abandono total, sin olvidar que las parcelas sin mantenimiento se erigen como focos de insalubridad y mala imagen, degradando aún más el entorno.
Desde las páginas de "Día de Zamora", donde hemos tenido el privilegio de escuchar y amplificar estas quejas, hacemos un llamamiento a las autoridades municipales. Es imperativo que la voz de los vecinos de la calle San Roque sea escuchada. No solo se trata de instalar unas papeleras, sino de reconocer la dignidad de un barrio, de prevenir riesgos inminentes como el de incendio, de garantizar la seguridad vial y peatonal, y de demostrar que la gestión de la ciudad se extiende a todos sus rincones, sin importar el número de habitantes. La equidad en los servicios públicos no debería ser un privilegio, sino un derecho fundamental para todos los zamoranos.

En el corazón de Zamora, en la apacible y a menudo olvidada calle San Roque, junto al histórico camino de San Jerónimo, la paciencia de sus vecinos ha llegado a su límite. Lo que comenzó como una simple petición por papeleras, una necesidad básica en cualquier arteria urbana, ha destapado una serie de carencias y riesgos que, a pesar de las repetidas denuncias, parecen caer en saco roto. Un testimonio más de cómo, en ocasiones, la voz de unos pocos es sistemáticamente ignorada en favor de aquellos que, por su número, resultan más "visibles".
La historia de la Calle San Roque es la de muchos rincones de nuestra ciudad. Un grupo de vecinos, preocupados por la limpieza y la salubridad de su entorno, detectó una ausencia flagrante, la falta de papeleras. Una situación que, en cualquier otro lugar, se resolvería con una simple instalación, aquí se convirtió en una odisea. Con la intención de actuar de forma cívica y reglamentaria, se pusieron en contacto con la Policía Municipal. Su cometido es, precisamente, escuchar y tomar nota de las inquietudes ciudadanas para que se les dé la debida tramitación. Sin embargo, la respuesta, o la falta de ella, fue decepcionante. El mismo resultado obtuvieron al comunicarse con la empresa de limpieza responsable del mantenimiento urbano. La llamada a otras puertas, surtió el mimo efecto. Parece que, para algunos problemas, el protocolo es tan solo un trámite sin eficacia real.
Este incidente con las papeleras es sintomático de una realidad más profunda, en Zamora, a menudo, solo se atiende y se da respuesta a las demandas de aquellos colectivos o zonas que son "muy numerosos", dejando en una clara desventaja a las comunidades más pequeñas. La calle San Roque se convierte así en un triste ejemplo de cómo la gestión municipal puede segmentar a sus ciudadanos, olvidando que todos merecen la misma atención y calidad de servicios, independientemente de la densidad de población de su barrio.
La visita a la calle San Roque revela que la carencia de papeleras es solo la punta del iceberg. Las imágenes hablan por sí solas, mostrando un inmenso campo justo enfrente de las viviendas, cubierto de vegetación seca, un verdadero polvorín a la espera de una chispa. Este pastizal no solo mantiene los riesgos habituales de plagas y suciedad, sino que eleva exponencialmente el peligro de un incendio en plena temporada de calor, amenazando directamente las casas y la seguridad de los vecinos. A ello se suman las aceras intransitables no en toda la vía las hay, con baldosas rotas y levantadas que no son un mero problema estético, sino trampas para los peatones, un peligro constante para niños, personas mayores o aquellos con movilidad reducida. Y por si fuera poco, el camino adyacente de San Jerónimo, que debería ser un acceso digno, parece detenido en el tiempo. Sus baches y el deplorable estado del firme han llevado a que sean los propios usuarios quienes, en un acto desesperado y ante la inacción oficial, se vean obligados a "rellenar" los socavones con escombros. Una imagen desoladora que evidencia el abandono total, sin olvidar que las parcelas sin mantenimiento se erigen como focos de insalubridad y mala imagen, degradando aún más el entorno.
Desde las páginas de "Día de Zamora", donde hemos tenido el privilegio de escuchar y amplificar estas quejas, hacemos un llamamiento a las autoridades municipales. Es imperativo que la voz de los vecinos de la calle San Roque sea escuchada. No solo se trata de instalar unas papeleras, sino de reconocer la dignidad de un barrio, de prevenir riesgos inminentes como el de incendio, de garantizar la seguridad vial y peatonal, y de demostrar que la gestión de la ciudad se extiende a todos sus rincones, sin importar el número de habitantes. La equidad en los servicios públicos no debería ser un privilegio, sino un derecho fundamental para todos los zamoranos.




















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