José Antonio Ávila López
Martes, 17 de Junio de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

Se pierde lo clásico de lo bello

José Antonio Ávila López

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Tatuar es «grabar dibujos en la piel humana, introduciendo materias colorantes bajo la epidermis, por las punzadas propiamente dispuestas». La palabra procede del inglés a través de una voz de la Polinesia... Sí, es de lo que me he informado en estos horrendos diccionarios que hay en internet. Desconocía que existen exposiciones de tatuajes y personas tatuadas, y también desconocía que hay una clasificación establecida de tipos de tatuajes : rituales, tribales, estéticos y testimoniales. Dicen que estos últimos siempre han creado conflictos, pues hay quién se ha tatuado en la piel siglas o consignas políticas que, con el tiempo, han resultado inconvenientes, y otros se gravaron nombres de amores que acabaron terminando, creando igualmente problemas. Todos ellos tomaron el cuerpo humano como soporte para la exhibición de unos dibujos o de unas palabras. Antes, el tatuaje era propio de marineros, legionarios o de gente que había pasado por presidios, y ahora, cantantes y futbolistas los pusieron de moda entre los jóvenes, y llevarlos es signo generacional. Con esto la belleza de la piel juvenil se enmascara con imágenes, generalmente extrañas y esotéricas, del gusto del tatuado. Pechos, espaldas, muslos, gemelos, brazos, antebrazos e incluso las partes más íntimas pueden servir como soporte de un tatuaje, y se ha generado una profesión y toda una industria. Pienso que el uso del tatuaje cubriendo las pieles de los jóvenes denota un cambio en el concepto de belleza. Los griegos de la llamada época clásica sintieron y descubrieron la belleza en el cuerpo humano, y teorizaron sobre ello, llegando a la conclusión de que las formas y proporciones del cuerpo juvenil eran la norma de la estética. De ser el cuerpo humano el elemento fundamental a mostrar e idealizar por el arte durante muchos siglos, ahora se ha convertido en el soporte de inquietantes y oscuros dibujos subcutáneos, procedentes de culturas ajenas a la occidental : desde las célticas y tribales africanas a las de la lejana Polinesia, y hay que sumar las mitologías de las modernas sagas del cine y la literatura de ciencia ficción, o similares. A mí, ver pasear a una muchacha o muchacho con la epidermis tintada me produce desagrado, porque veo en ello la pérdida del concepto clásico de lo bello, veo la poca consideración del cuerpo humano joven como reflejo de una inefable cualidad : la belleza, enmascarada en el tatuado por una piel exterior que se asemeja a los muros o los vagones de tren con pintadas. La contracultura avasalladora, propiciada por eso llamado «moda» a través de los medios de comunicación, ha vencido a la cultura.

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