Mª Soledad Martín Turiño
Sábado, 21 de Junio de 2025
ZAMORANA

Zamora en domingo

Mº Soledad Martín Turiño

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Repican las campanas que, con su toque, despiertan a la perezosa Zamora para que salga de su somnolencia; y es que últimamente no la dejan descansar; ¡son tantas las actividades que se dan cita en la ciudad!, además es tiempo de vacaciones, acompaña la temperatura y ya empiezan a llegar hordas de turistas, así que sabe que ha de estar siempre lista, sin un atisbo de abandono, perfecta y sonriente como buena anfitriona.

 

Las plazas, antes vacías, se llenan de gente para contemplar la hermosura del entorno; los visitantes plasman la belleza de la arquitectura en sus fotografías para llevarse a casa un pedacito de esta ciudad del alma; las terrazas de las cafeterías rebosan y resulta casi imposible encontrar una mesa libre, y las calles principales son unir y venir de personas que, como es habitual, pasean para ver y ser vistos.

 

Zamora se prepara para grandes eventos: las Edades del Hombre son un reclamo publicitado en pasquines musicales que alertan para su difusión, acabó hace días la Feria del Libro: modesta, pero ahí estaban sus casetas y la gente que se acercaba atraída por las últimas novedades editoriales; en poco tiempo llegará la Feria de la Cerámica y la Artesanía que, junto con enormes ristras de ajos cosechados en la provincia, atrae cada año a cientos de personas; pero también hay actividades de forma casi continua: desde una concentración de protesta por la felonía de suspender la parada de tren en Sanabria, con el perjuicio que ello ocasiona, hasta la celebración del Rosario de la Aurora, o el mercadillo de los domingos en la plaza de Viriato.

 

Repican las campanas en este domingo caluroso. Me gusta el sonido que llama a misa en esta urbe católica y practicante y me gusta también acudir a cualquier iglesia, incluida la catedral, para asistir a la homilía y, de paso, contemplar desde dentro ese románico que se parece mucho al carácter de nuestra gente: parco, austero, sencillo, sin distracciones a la vista. La costumbre tras la misa es tomar un vermú y comprar alguna de las muchas variedades de dulces para degustarlos después de comer, a la hora del café. Zamora continúa con sus tradiciones de siempre, en una rutina que la hace previsible, pero al mismo tiempo, cobija a aquellos que no gozan con los cambios, sobre todo a las personas mayores.

 

Es hora de arreglarse para salir a disfrutar de esta mañana que invita a pasear, recorrer las calles, saludar a la gente o sentarse cuando el cansancio así lo requiera. Cuanto más se conoce a esta urbe, más se la ama y descubrir rincones nuevos, valorar sus olores, o el color diferente que adquiere la piedra según incida el sol en ella, son pequeños placeres que está ahí para descubrirlos y gozarlos. ¡Zamora ya ha despertado y empieza un nuevo día!

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