COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Zamora y el espíritu de Viriato
Eugenio-Jesús de Ávila
La escultura de Viriato es símbolo de rebeldía, de identidad, de personalidad. Viriato es blasón de los que no se conforman, de los que luchan contra el poder establecido, de los que combaten a los tiranos, a los que se quieren imponer por la fuerza a la mayoría. No hay estatua del guerrero lusitano que esté tan vinculada a nuestra tierra. Pero la Zamora de hoy me parece la antítesis de las virtudes de nuestro pastor. Aquí, desde ha tiempo, nadie alza su voz contra la injustica, ni se lucha, ni se critica, ni se zahiere al poderoso, al cacique local, a la prensa alquilada al poder. Se traga con todo, con promesas incumplidas, mentiras políticas, tergiversaciones del poder.
Los jóvenes se van, porque carecen de trabajo adecuado a su preparación. Los que tenemos cierta edad nos quedamos, porque apenas nos queda futuro; los funcionarios se aburren, los niños juegan sin saber lo que pasa ni lo que ocurre, porque tampoco les hace falta; los trabajadores acuden a su labor rogando que su empresa no cierre, los poetas no encuentran las rimas a sus estrofas, los pintores no pintan ni la mona y el vulgo no piensa, porque hace daño.
Después de unos cuantos años, los voceros del poder afirman que Monte la Reina funcionará ya en el 2027. Faltan dos años. Zamora no tiene tan tiempo para regalar a este u otro gobierno. Tampoco 1.500 profesionales de la milicia transformarán la economía provincial. Imposible. Urge más convertir las N-122 entre la capital y la frontera lusa en autovía, infraestructura con la que el PSOE y el PP han jugado a la pelota con el futuro de Zamora. Les da igual mentir, porque los zamoranos, víctimas de su apatía, de su abulia, de su conformismo, se lo creen todo y votan como siempre.
De la N-631 nada se sabe, solo que la parchean cuando se aproxima el verano. Esta vía, la peor de España, ofrece un puente sobre el embalse, el de la Estrella, propio de una nación del tercer mundo. Ni en Cataluña ni en el País Vasco existiría ya un viaducto de esas características, como mucho, sería un monumento del pretérito, a conservar como pieza de museo de la ingeniería de otra época. Pero aquí vivimos como en una reserva, como si fuéramos apaches o sioux americanos. Con la Semana Santa ya vamos tirando. Cada vez se va menos a misa, la gente mayor y con mucha fe, pero eso de ser cofrade de alguna hermandad mola, más si tienes mando y vara.
Y ahí tenemos, en la fotografía que ilustra este artículo, a una paloma descansando en la mano de Viriato. Esta columba ha tomado Zamora. Desconoce que transmite enfermedades, que sus excrecencias causan mucho daño, que ensucian la ciudad, que ya no son ni símbolo de la paz. Tampoco saben que Viriato es el símbolo de una forma superior de combatir el mal. ¡Ay, si nuestra tierra tuviese el espíritu del caudillo lusitano!
Yo hubiera preferido al ruiseñor del poema de Miguel Hernández, "Vientos del Pueblo": Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.
Eugenio-Jesús de Ávila
La escultura de Viriato es símbolo de rebeldía, de identidad, de personalidad. Viriato es blasón de los que no se conforman, de los que luchan contra el poder establecido, de los que combaten a los tiranos, a los que se quieren imponer por la fuerza a la mayoría. No hay estatua del guerrero lusitano que esté tan vinculada a nuestra tierra. Pero la Zamora de hoy me parece la antítesis de las virtudes de nuestro pastor. Aquí, desde ha tiempo, nadie alza su voz contra la injustica, ni se lucha, ni se critica, ni se zahiere al poderoso, al cacique local, a la prensa alquilada al poder. Se traga con todo, con promesas incumplidas, mentiras políticas, tergiversaciones del poder.
Los jóvenes se van, porque carecen de trabajo adecuado a su preparación. Los que tenemos cierta edad nos quedamos, porque apenas nos queda futuro; los funcionarios se aburren, los niños juegan sin saber lo que pasa ni lo que ocurre, porque tampoco les hace falta; los trabajadores acuden a su labor rogando que su empresa no cierre, los poetas no encuentran las rimas a sus estrofas, los pintores no pintan ni la mona y el vulgo no piensa, porque hace daño.
Después de unos cuantos años, los voceros del poder afirman que Monte la Reina funcionará ya en el 2027. Faltan dos años. Zamora no tiene tan tiempo para regalar a este u otro gobierno. Tampoco 1.500 profesionales de la milicia transformarán la economía provincial. Imposible. Urge más convertir las N-122 entre la capital y la frontera lusa en autovía, infraestructura con la que el PSOE y el PP han jugado a la pelota con el futuro de Zamora. Les da igual mentir, porque los zamoranos, víctimas de su apatía, de su abulia, de su conformismo, se lo creen todo y votan como siempre.
De la N-631 nada se sabe, solo que la parchean cuando se aproxima el verano. Esta vía, la peor de España, ofrece un puente sobre el embalse, el de la Estrella, propio de una nación del tercer mundo. Ni en Cataluña ni en el País Vasco existiría ya un viaducto de esas características, como mucho, sería un monumento del pretérito, a conservar como pieza de museo de la ingeniería de otra época. Pero aquí vivimos como en una reserva, como si fuéramos apaches o sioux americanos. Con la Semana Santa ya vamos tirando. Cada vez se va menos a misa, la gente mayor y con mucha fe, pero eso de ser cofrade de alguna hermandad mola, más si tienes mando y vara.
Y ahí tenemos, en la fotografía que ilustra este artículo, a una paloma descansando en la mano de Viriato. Esta columba ha tomado Zamora. Desconoce que transmite enfermedades, que sus excrecencias causan mucho daño, que ensucian la ciudad, que ya no son ni símbolo de la paz. Tampoco saben que Viriato es el símbolo de una forma superior de combatir el mal. ¡Ay, si nuestra tierra tuviese el espíritu del caudillo lusitano!
Yo hubiera preferido al ruiseñor del poema de Miguel Hernández, "Vientos del Pueblo": Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.




















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