Mª Soledad Martín Turiño
Viernes, 27 de Junio de 2025
ZAMORANA

Solo era un sueño

[Img #100111]Mi vecino, que es un hombre viejo y muy sabio, me contaba el otro día riéndose a mandíbula batiente lo que le pasó en una de estas calurosas sobremesas de verano. Sucedió mientras estaba dormitando después de comer, con el ruido de fondo de la televisión que le provocaba un grato amodorramiento cada tarde.

 

Me dijo que empezó a escuchar frases que le provocaron un gran interés y a las que él argumentaba escuchándose como si se hubiera producido un desdoblamiento de personalidad, porque era consciente de que no verbalizaba una sola palabra. Todo empezó cuando oyó, con tono taciturno y abatido:

 

Que sean otros quienes mercadeen con el poder, la política, la corrupción y los trapicheos. Me retiro porque no soporto la vergüenza de los míos en un escenario que ha convertido a España en una ciénaga de la que resulta cada vez más difícil salir.

 

A lo que mi buen vecino, dentro de su sueño, apostillaba:

 

Es lo mejor que puedes hacer, y hazlo ya, que es tarde. Se han disipado los valores, los principios, la ética y las buenas formas (si alguna vez las hubo, que ya me cuesta creerlo), y ahora solo se sobrevive en un “sálvese quien pueda” colectivo, porque las consignas que desde siempre, partiendo de Moncloa, han clonado los ministros del gobierno a los que se les ponía un micro delante, ahora permanecen huidizos, sonríen y salen disparados, porque quieren escapar del foco mediático no sea que se descubra o sospeche su implicación en casos poco honestos o, vayan a reírse “poniendo la mano en el fuego” por gente a la que luego (aunque sea con todo el sentido), les vilipendian con palabras gruesas. ¡Pobres inocentes que nunca sospecharon nada de colegas con quienes convivían a diario y que colocaron en lo más alto del poder gubernamental!

 

Después, volvía la primera voz argumentando:

 

Me voy porque no puedo con el cinismo, con la hipocresía, con aguantar para que al final de mes siga cayendo ese suculento sueldo, amén de dietas, reconocimiento y poder, que ya me vienen grandes. Voy a sanar, mi cuerpo ya no puede más y mi mente está saturada con tantas explicaciones diferentes como me veo obligado a dar para un mismo tema, con justificar mis actos que ya están resultando injustificables, con perder a quienes consideraba mis amigos y ver ahora que me están dejando solo.

 

De pronto, se escuchó un ruido que despertó bruscamente a mi vecino, miró la televisión y vio al presidente Sánchez en la cumbre de la OTAN, solo, sin hablar con nadie, casi saliéndose del plano fotográfico, como al alumno díscolo que han castigado; y entonces, mi buen vecino, se echó a reír porque se dio cuenta de que todo había un sueño, que España continuaba en caída libre, que nada había cambiado; y dijo en voz alta, señalando con el dedo a la imagen de la televisión:

 

Podías haberme dado una alegría y que el sueño fuera una realidad, aunque pensar así sería demasiado para alguien como tú. Sigue, y la historia acabará poniéndote en tu sitio, al final de la fila.

 

Entonces Gustavo, que así se llama mi viejo y sabio vecino, apagó la televisión con rabia, tiró el mando despectivamente sobre el sofá y salió a dar un paseo y recordar la cita calderoniana: “los sueños, sueños son”. ¡Lástima!

 

 

Mª Soledad Martín Turiño

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.110

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.