Sábado, 13 de Septiembre de 2025

José Antonio Ávila López
Viernes, 04 de Julio de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

Oscuro deseo de poder

José Antonio Ávila López

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Siempre suelo criticar con dureza al poderoso que se vale del poder para cometer los delitos más “horribles” : abuso, soborno y manipulación, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y blanqueo de capital..., pero sin olvidar el hábito de mentir o cualquier otro tipo de aberración humana. Por desgracia, todo lo señalado queda impune muchas veces, y me rebelo contra ese oscuro deseo de alcanzar el poder para llegar a la fama, obtener dinero y conseguir la gloria mediante métodos ilícitos. Recrimino, sí, esa ansia, tan de moda en nuestros días, y el absurdo afán de todos esos poderosos que “se creen con derecho a pisotear las leyes y vulnerar los derechos de las personas”, imponer sus normas, menospreciar a quien no piensa como ellos y aislar a quienes no se someten a sus estúpidos caprichos. Pero no creamos que ese afán desmesurado por el poder ocurre únicamente entre las personas que ostentan cargos políticos o financieros, aunque es cierto que es una realidad común en muchos de ellos y, por desgracia, un mal del que no está exento nadie. Todos estamos expuestos a ser infectados por ese mal, pero hasta que no tenga consecuencias perniciosas, nadie puede ser acusado por ello. También es adecuado comentar que “el poder en sí no es malo”, lo malo es ansiarlo de manera desmedida y obstinada, con el fin de satisfacer la vanagloria y alcanzar metas que “sirvan de trampolín” para llevar a cabo actos nocivos y horrendos. Fomentar o desear el poder con el fin de conseguir ver realizados nuestros sueños, no es algo que nos haga sentir orgullosos, pero mientras no lesione sentimientos o perjudique intereses, no puede ser considerado un mal como tal. Los sentimientos nobles del ser humano son incompatibles con los “deseos desordenados y perversos que le incitan a delinquir”, por eso, criticar a quienes han incumplido las promesas que prometieron antes de llegar a ostentar el poder, no es una acción censurable, sino un hecho de obligado cumplimiento para quienes se sienten engañados, porque “quien promete algo, ha de cumplirlo”. Hay que advertir a quienes desean ostentar cargos de poder que cuando “ese sueño se haga realidad”, no se olviden de las promesas hechas al pueblo, porque “el que no cumple sus promesas no es de fiar”. El poder no puede servir para ensalzar a la persona que lo deshonra, sino para dignificar sus buenos actos y encumbrarle por haberse sacrificado en pro del bien común. ¡Pero qué pocas personas desean ser poderosas por altruismo! ¡Y cuántas, sin embargo, aspiran a serlo para dar satisfacción a sus vicios!

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