NOTAS DEL PENSAMIENTO...
No enseñan a pensar, sino qué pensar
José Antonio Ávila López
![[Img #100437]](https://eldiadezamora.es/upload/images/07_2025/2722_3957_1853_2544_6960_6171_4127_3974_5479_2583_6273_980_6035_1797_797_3617_3597_266_1758_5877_8071_8771_2765_5527_9183_8528_239_8209_6877_3755_9091_1998_4810_7036_9924_1363_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
¿Es de recibo que los niños y niñas no puedan recibir educación en su lengua materna? ¿Tiene sentido que en Cataluña la carga lectiva de español no supere las seis horas semanales en Infantil y que en los dos primeros cursos de Primaria sólo se impartan en español dos asignaturas? Tampoco hemos de olvidarnos de la presión al profesorado y a los alumnos para que no hablen en castellano ni siquiera en los recreos. A todo ello hay que añadir los vergonzosos episodios como la negativa de muchos políticos catalanes a responder preguntas formuladas en castellano. Esta situación viene arrastrándose desde años atrás, y tanto es así, que el Defensor del Pueblo cargó hace ya tiempo contra los Gobiernos del PP y PSOE por permitir el adoctrinamiento en las escuelas de Cataluña, objetivo importante a conseguir con la imposición del catalán, e instó al Gobierno de la Generalitat a mantener en colegios, institutos y universidades públicas una “neutralidad ideológica” incompatible con el desprecio al idioma oficial del Estado y a la colocación de simbología ideológica excluyente. Pero, sorpresa, resulta que, debido a la incomprensible cesión realizada por los Gobiernos del Estado, la única competente en este tema educativo es Cataluña. La “Alta Inspección del Estado tiene las manos atadas” en todo lo referente al sistema educativo catalán, y tal impotencia se extiende también a la marabunta de libros manipulados en los que la historia de España se ve perversamente denigrada. Cuando los alumnos y alumnas alcanzan un cierto nivel, la manipulación aumenta y se infiltra en su vida diaria. En muchas ocasiones también se dejan las clases para asistir a manifestaciones de clara tendencia independentista, se visitan Comisarías de Policía frente a las que los chavales entonan cánticos contrarios a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, y se les incita a manifestarse con simbología partidista en las aulas de los centros educativos. Pocas esperanzas se tienen en el seno de la Cataluña constitucionalista para que las quejas del Defensor del Pueblo consigan enderezar la situación del español en Cataluña. El derecho a decidir idioma es algo que se les niega a las nuevas generaciones, ya que en las escuelas catalanas “no se enseña a pensar, sino qué pensar”, y esa es una frase que debe hacernos pensar. ¡Y actuar!
¿Es de recibo que los niños y niñas no puedan recibir educación en su lengua materna? ¿Tiene sentido que en Cataluña la carga lectiva de español no supere las seis horas semanales en Infantil y que en los dos primeros cursos de Primaria sólo se impartan en español dos asignaturas? Tampoco hemos de olvidarnos de la presión al profesorado y a los alumnos para que no hablen en castellano ni siquiera en los recreos. A todo ello hay que añadir los vergonzosos episodios como la negativa de muchos políticos catalanes a responder preguntas formuladas en castellano. Esta situación viene arrastrándose desde años atrás, y tanto es así, que el Defensor del Pueblo cargó hace ya tiempo contra los Gobiernos del PP y PSOE por permitir el adoctrinamiento en las escuelas de Cataluña, objetivo importante a conseguir con la imposición del catalán, e instó al Gobierno de la Generalitat a mantener en colegios, institutos y universidades públicas una “neutralidad ideológica” incompatible con el desprecio al idioma oficial del Estado y a la colocación de simbología ideológica excluyente. Pero, sorpresa, resulta que, debido a la incomprensible cesión realizada por los Gobiernos del Estado, la única competente en este tema educativo es Cataluña. La “Alta Inspección del Estado tiene las manos atadas” en todo lo referente al sistema educativo catalán, y tal impotencia se extiende también a la marabunta de libros manipulados en los que la historia de España se ve perversamente denigrada. Cuando los alumnos y alumnas alcanzan un cierto nivel, la manipulación aumenta y se infiltra en su vida diaria. En muchas ocasiones también se dejan las clases para asistir a manifestaciones de clara tendencia independentista, se visitan Comisarías de Policía frente a las que los chavales entonan cánticos contrarios a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, y se les incita a manifestarse con simbología partidista en las aulas de los centros educativos. Pocas esperanzas se tienen en el seno de la Cataluña constitucionalista para que las quejas del Defensor del Pueblo consigan enderezar la situación del español en Cataluña. El derecho a decidir idioma es algo que se les niega a las nuevas generaciones, ya que en las escuelas catalanas “no se enseña a pensar, sino qué pensar”, y esa es una frase que debe hacernos pensar. ¡Y actuar!
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