Sábado, 06 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Sábado, 19 de Julio de 2025
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Conjugar el presente y el futuro del verbo pensar en Zamora

Eugenio-Jesús de Ávila

 

“Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda la vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser más sufre…la vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido.” Schopenhauer. Uno de los grandes filósofos de la historia de la Humanidad. He acudido a su sabiduría porque me dio hoy por pensar -verbo que conjugo tres o cuatro veces al año- en mi vida, que se va precipitando al abismo de la tercera edad, un eufemismo estúpido. Y porque el verano, con tanta luz, con tanta alegría generalizada en playas, terrazas, restaurantes, me concede un espacio en mi cerebro para reflexionar más que en los días grises y fríos del invierno.

 

Pensar es un verbo que duele, más cuando lo conjugas en presente. Se nota mucho que la gente suele arrinconarlo en el lugar más recóndito de su mente. El personal quiere gozar y sabe que reflexionar le conduce a infiernos de esos que te queman el alma.  Por mi parte, como soy una persona rara, en estos meses largos del verano y el estío me afano en llevarlo de paseo por las circunvalaciones de mi cerebro.  Releo, casi siempre, libros que me marcaron, para encontrarme con los genios que me enseñaron cuál es el misterio de la vida. Decía Pessoa, otro hombre diferente, que, si el corazón pudiera pensar, se detendría. Mis aurículas y ventrículos ahí siguen dándome la lata con su monocorde discurso.

 

Cuando más busco dentro de mi alma es al alba y en la madrugada. Entonces, entre mi soledad y yo platicamos, que diría un mejicano, de los acontecimientos que he vivido durante el resto de la jornada. Repaso mi agenda sentimental para saber si he hecho alguno bueno para el prójimo y para mí o si me he portado como un rufián con la gente o saqué el néctar de mis adentros para dulcificar a otros mortales. Después, si me da por tomar el camino de la res pública, me altero, me enojo profundamente, digo palabrotas en voz alta, quizá porque sé, desde que leí a Machado, que el hombre que habla solo espera hablar con Dios un día. Para salir de ese pesimismo político, pienso en el amor y viajo en el tiempo. Los recuerdos, hijos predilectos de la memoria, me traen nombres de damas que pasaron por mi vida, que la nutrieron, que la engrandecieron, que la poetizaron. La belleza en su forma más excelsa, la femenina, me aleja de la muerte, retrae a las parcas.

 

Mis últimos pensamientos se los dedico a Zamora, a la ciudad del alma que escribiría su poeta predilecto. Juego con ella, porque viajo al tiempo pretérito hasta ponerme los pantalones cortos, estrenar los primeros jeans, dar el primer beso, conocer el primer amor y recordar esquinas, espacios, jardines, edificios que ya no están y dejaron huella en mi alma.  Y la comparo con la actual. Zamora ha perdido durante estas décadas, no solo habitantes, lógico en una urbe del olvidado Reino de León, sino aquel sentimiento que nos ayuda a soportar la vida: el don de la amistad, virtud que abre la puerta de la confianza, de la lealtad, de la solidaridad. Aquí ya cada cual va a lo suyo, porque nadie encuentra en el paisano ni la compañía, ni la fuerza, ni la hermandad para superar de la decadencia moral y ética.

 

E intento imaginar una Zamora sin mí, como se sentirán los zamoranos del futuro, los que trabajen, se diviertan y amén tras las murallas cuando yo ya no esté. Y me preocupe que mi ciudad siga deslizándose hacia la nada demográfica, hasta convertirse en una residencia para mayores, en un museo al aire libre, en una urbe sin niños, sin juventud, sin amor.

 

Y termino como inicié este artículo de un 19 de julio de 2025, con otra reflexión de Schopenhauer: “Una historia natural del dolor que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo y después morir...”.  Yo quise, en efecto, a Zamora sin motivo, me hizo sufrir siempre y luché con el arma de mis palabras de continuo por su futuro…en verdad, con escaso éxito.

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