COSAS MÍAS
Los grandes partidos le robaron el futuro a Zamora y a los zamoranos
Eugenio-Jesús de Ávila
Fue un día de septiembre de 2010, tres meses después de la primera edición de El Día de Zamora, cuando presentamos este medio de comunicación. Al acto, celebrado en un hotel zamorano, asistieron Rosa Valdeón, entonces alcaldesa de Zamora; Martínez Maíllo, presidente de la Diputación; Alberto Castro, delegado de la Junta de Castilla y León en Zamora; Pilar de la Higuera, subdelegada del Gobierno, representantes de las organizaciones empresariales; pequeños empresarios, intelectuales, representantes de otros partidos, como Miguel Ángel Mateos, y amigos y amigas.
Me tocó hablar. Y exigí a los políticos que acudieron a mi invitación que tenían que ser zamoranos antes que centristas, socialistas o conservadores, porque Zamora, que aún no había entrado en la actual deriva hacia la nada, nos incumbía a todos, más allá de la ideología e intereses de cada cual. Y, para el personal que no lo entiende, traduzco lo que significa Zamora: el bien estar de trabajadores, autónomos, pequeños empresarios, jóvenes, niños, mayores, enfermos, profesionales liberales, desempleados, agricultores y ganaderos. Y, por supuesto, nuestro patrimonio monumental, una herencia de siglos que debemos preservar, por su importancia para nuestra tierra y también para la historia de España. Zamora no es una abstracción, sino una realidad.
Pero los políticos profesionales solo tienen intereses personales, basados en una disciplina leninista hacia el partido y su jerarquía, e ideologías, simples excusas.
Sacar a Zamora del ostracismo económico, dirigido por políticas diseñadas por Valladolid y Madrid, ya desde el inicio de la democracia, solo se conseguirá con la unión de todos los que pasamos de adscripciones partidistas, ideologías inservibles e intereses foráneos. El desarrollo de Zamora y el bienestar de los zamoranos deberían priorizar nuestro esfuerzo, nuestra lucha, nuestro combate. Esta provincia no es una entelequia, sino una realidad, si se quiere triste, porque Zamora se desangra, que no tiene otro significado que se está quedando sin gente joven, sin glóbulos rojos, los que oxigenan nuestra sociedad.
Descarto que los grandes partidos nacionales y sus vicarios en provincia jerarquicen el progreso de Zamora como objetivo esencial. Con datos, con documentos, desde ha tiempo, causaron enorme daño a los zamoranos, a la economía provincial. Nos robaron el futuro. Ahora, los zamoranos que no somos hinchas de partido alguno, que desconfiamos de toda ideología, ideario y fe, estamos obligados a unirnos para acabar con el mal que nos derrota, nos hunde y nos secuestra en la habitación del pasado.
Eugenio-Jesús de Ávila
Eugenio-Jesús de Ávila
Fue un día de septiembre de 2010, tres meses después de la primera edición de El Día de Zamora, cuando presentamos este medio de comunicación. Al acto, celebrado en un hotel zamorano, asistieron Rosa Valdeón, entonces alcaldesa de Zamora; Martínez Maíllo, presidente de la Diputación; Alberto Castro, delegado de la Junta de Castilla y León en Zamora; Pilar de la Higuera, subdelegada del Gobierno, representantes de las organizaciones empresariales; pequeños empresarios, intelectuales, representantes de otros partidos, como Miguel Ángel Mateos, y amigos y amigas.
Me tocó hablar. Y exigí a los políticos que acudieron a mi invitación que tenían que ser zamoranos antes que centristas, socialistas o conservadores, porque Zamora, que aún no había entrado en la actual deriva hacia la nada, nos incumbía a todos, más allá de la ideología e intereses de cada cual. Y, para el personal que no lo entiende, traduzco lo que significa Zamora: el bien estar de trabajadores, autónomos, pequeños empresarios, jóvenes, niños, mayores, enfermos, profesionales liberales, desempleados, agricultores y ganaderos. Y, por supuesto, nuestro patrimonio monumental, una herencia de siglos que debemos preservar, por su importancia para nuestra tierra y también para la historia de España. Zamora no es una abstracción, sino una realidad.
Pero los políticos profesionales solo tienen intereses personales, basados en una disciplina leninista hacia el partido y su jerarquía, e ideologías, simples excusas.
Sacar a Zamora del ostracismo económico, dirigido por políticas diseñadas por Valladolid y Madrid, ya desde el inicio de la democracia, solo se conseguirá con la unión de todos los que pasamos de adscripciones partidistas, ideologías inservibles e intereses foráneos. El desarrollo de Zamora y el bienestar de los zamoranos deberían priorizar nuestro esfuerzo, nuestra lucha, nuestro combate. Esta provincia no es una entelequia, sino una realidad, si se quiere triste, porque Zamora se desangra, que no tiene otro significado que se está quedando sin gente joven, sin glóbulos rojos, los que oxigenan nuestra sociedad.
Descarto que los grandes partidos nacionales y sus vicarios en provincia jerarquicen el progreso de Zamora como objetivo esencial. Con datos, con documentos, desde ha tiempo, causaron enorme daño a los zamoranos, a la economía provincial. Nos robaron el futuro. Ahora, los zamoranos que no somos hinchas de partido alguno, que desconfiamos de toda ideología, ideario y fe, estamos obligados a unirnos para acabar con el mal que nos derrota, nos hunde y nos secuestra en la habitación del pasado.
Eugenio-Jesús de Ávila
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