Atardeceres de brumas y brisa

La bruma de los atardeceres costeros y que puede caer sobre los hombros, siempre protege. Hubo quien dijo una vez que “descubrir el paraíso de brumas y brisas del mar es peligroso porque existen lugares en su horizonte que parecen gritar que se tragaron a gente”. ¿Qué peligro veo yo? El peligro de no poder despegarte de esas brumas y brisas porque te cautivan e hipnotizan. El mar es una doble dimensión en la que el ser humano se pregunta si todo eso es cierto. El mar es ese vivir que “descubre avisos” de la propia vida, pero es un gran remedio para el saber y el sentir. Sí..., seguro que no todo el mundo está de acuerdo con esto, porque la vida es como esa ola que se levanta ante los ojos, algo bello que nos permite equivocaciones pero que no perdona el arrepentimiento por lo no disfrutado. Cuando algo está mal podemos ir a “informarnos” al mar, aprender de sus circunstancias, que se hacen propias. Recuerdo unos versos que dicen que “lo peor de la vida es lo más bonito: el atardecer del mar”...  ¡Buff! No lo entiendo : ¿quién no quiere una sucesión de atardeceres paseando por la orilla?... ¿quién no desea lo estático de los colores en el cielo y que se juntan con el mar? Perdiendo el norte y observando el horizonte en el atardecer, sientes algo indescriptible, y es cuando estás seguro de que tanto cielo como mar no mueren... ¡Quién fuera dueño de ese cielo y de ese mar en conjunción al atardecer! ¿Es uno de tus sueños? Puede ser, pero inalcanzable. Ojalá esos atardeceres no acaben nunca en este mundo caracterizado por el pasotismo, la perversidad y la crueldad, porque la vida de un atardecer en el mar transmite vida al resto de seres vivos de este planeta llamado Tierra, esos seres vivos con sentimientos de muy adentro, sentimientos ubicados en los rincones más profundos, sentimientos que dibujan paisajes de vida y amor.