ZAMORANA
El tiempo, ese bien tan preciado
Mº Soledad Martín Turiño
![[Img #100742]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2025/1377_marisol-web.jpg)
El calor asfixia, paraliza, abate, adormece incluso la imaginación; con las temperaturas batiendo records históricos y el cuerpo con un ansia desmedida por paliar las consecuencias de la canícula, demandando: hidratación, baños, bebidas, descanso…, anhelamos cosas tan naturales como salir a la calle, reanudar la actividad normal que teníamos antes, descansar con un sueño reparador… y esta realidad me lleva a una reflexión de Perogrullo sobre la que raras veces reflexionamos: deberíamos valorar más el día a día, desde el preciso momento de abrir los ojos a una nueva mañana, apreciando en primer lugar, obviamente, el estar vivos y disponer de una día más a nuestra disposición.
Sin embargo, damos por sentado que a una jornada sucederá otra, igual que a la noche le sigue el día, y eso es un craso error que muchos cometemos. Únicamente cuando vemos a nuestro alrededor que alguien enferma repentinamente o pierde la vida, somos conscientes de este gran regalo que pende de un hilo cual espada de Damocles; por lo que hay que pensar que nada es gratis, y debemos esforzarnos por sacar el mayor provecho a este tiempo escaso que nos han dejado en custodia.
Si el calor aprieta, busquemos recursos para combatirlo con la mejor disposición, porque aún podemos disfrutar del calor; si llega un problema, intentemos resolverlo en lo que de nosotros dependa para que deje de serlo. Tengamos el alma en paz, dejando atrás sentimientos negativos; insuflemos los pulmones con aire no contaminado desechando rencores, envidias, enconos o cualquier otro sentimiento que perjudique la salud física, mental y espiritual.
El calor asfixia, paraliza, abate, adormece incluso la imaginación; con las temperaturas batiendo records históricos y el cuerpo con un ansia desmedida por paliar las consecuencias de la canícula, demandando: hidratación, baños, bebidas, descanso…, anhelamos cosas tan naturales como salir a la calle, reanudar la actividad normal que teníamos antes, descansar con un sueño reparador… y esta realidad me lleva a una reflexión de Perogrullo sobre la que raras veces reflexionamos: deberíamos valorar más el día a día, desde el preciso momento de abrir los ojos a una nueva mañana, apreciando en primer lugar, obviamente, el estar vivos y disponer de una día más a nuestra disposición.
Sin embargo, damos por sentado que a una jornada sucederá otra, igual que a la noche le sigue el día, y eso es un craso error que muchos cometemos. Únicamente cuando vemos a nuestro alrededor que alguien enferma repentinamente o pierde la vida, somos conscientes de este gran regalo que pende de un hilo cual espada de Damocles; por lo que hay que pensar que nada es gratis, y debemos esforzarnos por sacar el mayor provecho a este tiempo escaso que nos han dejado en custodia.
Si el calor aprieta, busquemos recursos para combatirlo con la mejor disposición, porque aún podemos disfrutar del calor; si llega un problema, intentemos resolverlo en lo que de nosotros dependa para que deje de serlo. Tengamos el alma en paz, dejando atrás sentimientos negativos; insuflemos los pulmones con aire no contaminado desechando rencores, envidias, enconos o cualquier otro sentimiento que perjudique la salud física, mental y espiritual.
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